Nacer con Cardiopatía Congénita

Cuando a un bebé es diagnosticado de una enfermedad grave, ello supone un trasiego para toda la familia. Durante la estancia del niño/a en el hospital los profesionales del Hospital Valle de Hebrón nos esforzamos para hacerlo más amigable.

El Hospital Vall d’Hebron es un hospital de puertas abiertas, donde los padres están presentes durante todo el proceso de su hijo. Apostamos por la humanización de las curas, poniendo en el centro del sistema el niño/a y su familia. Ofrecemos curas integrales, ateniendo tanto los aspectos físicos de los procesos de enfermedad y hospitalización como las repercusiones psicológicas y sociales de estos procesos para los niños y las familias. Los profesionales trabajamos para mejorar aspectos que inciden en la calidad de vida de los niños/as hospitalizados: espacios, organización, ocupación del tiempo de hospitalización, materiales lúdicos y estrategias de juego como recurso de salud.

Disponemos de profesores para continuar con los estudios, apoyo psicológico para el niño/a y la familia (también de los hermanos que sufren de la misma manera la separación del núcleo familiar).

Últimamente hemos adquirido, juntamente con la bicicleta estática, un bipedestador para facilitar la movilidad del niño, lo más pronto posible, después de días encamado. Tenemos un programa de rehabilitación física, pulmonar y deglución, así como el programa de rehabilitación cardíaca. Todo ello hace que la recuperación sea más rápida y de mejor calidad y, por otra parte, se intenta disminuir posibles secuelas.

El hecho que la familia participe en les curas de su hijo, facilita que pueda volver a casa más pronto, en este entorno los padres y madres se convierten en los cuidadores principales gracias a las recomendaciones escritas, a la formación en las curas que han recibido en el hospital y a la detección de signos de alerta previos al alta.

Desde el hospital continuamos trabajando para el bienestar emocional de nuestros niños/as, celebramos las fiestas de cumpleaños, visitamos la unidad de curas intensivas previas al ingreso, hacemos salidas al Parque Messi con el apoyo asistencial y todo aquello que engloba la humanización de las curas.


«Una manera de implicarse y declarar un compromiso firme»

Explícanos un poco quién eres: a qué te dedicas, dónde vives, qué haces en tu tiempo libre… cuatro pinceladas.

Aunque tuve que dejar de trabajar de un día para otro como consecuencia de un empeoramiento en mi estado de salud, acepté la situación con todo el positivismo posible: era la oportunidad que me brindaba la vida para hacer todo aquello que por trabajo o tiempo no había podido hacer: viajar, participar en talleres en centros cívicos, asistir a presentaciones de libros, pasear. leer, practicar yoga… Y todo ello lo hago cuando quiero, sin estar pendiente de ningún reloj. Atrás quedan 15 años muy intensos de profesora de secundaria. Y desde hace unos años, también dedico parte de mi tiempo a todo aquello que pueda ayudar a tirar adelante tanto la Asociación como la Fundación.

¿Cómo y cuándo empezó tu relación con la Fundación CorAvant?

Ya hace unos cuantos años que descubrí AACIC y, de una manera u otra, he participado más o menos activamente. La Fundación CorAvant se constituyó a través de la Asociación y, aunque ambos trabajan conjuntamente, mis intereses se han centrado más en la tarea de la Fundación.

Desde enero de 2018 eres presidenta de la Fundación. ¿Qué te impulsó dar el paso?

Después de unos años ya de actividad, la Fundación debía renovar tanto la Junta como la Presidencia. Ocupar la presidencia de una Fundación que se ocupa y se preocupa de personas que, como yo, conviven con una cardiopatía congénita es una manera de implicarse y declarar un firme compromiso.

¿Cómo ves la Fundación CorAvant en este momento?

Los retos de futuro son muchos y, aunque CorAvant es una fundación joven, creo que dispone de un potencial muy bueno y un equipo preparado para afrontar estos retos.

En la celebración de los 10 años de CorAvant se presentó la propuesta de centrar el trabajo de la fundación en jóvenes y adultos con cardiopatía congénita. ¿Qué esperas de este nuevo giro?

Ya hace muchos años que AACIC atiende niños y niñas con cardiopatía congénita y sus familias. Cuando estos niños se hacen mayores y son adolescentes y después adultos, sus necesidades y preocupaciones son otras muy diferentes, cuestiones que AACIC ya no puede abarcar. La Fundación ha nacido con tal propósito. No quisiéramos que toda persona con cardiopatía congénita que ha pasado por la asociación ya no encuentre cobijo que necesita en la edad adulta. Por lo tanto, el giro era lógico.

¿Cómo ves la Fundación de aquí a 10 años?

Es una cuestión difícil de predecir, teniendo en cuenta que cada día hay nuevos retos y nuevas necesidades. El mundo es muy cambiante y la Fundación deberá ir adaptándose. Algunos temas que ahora creemos urgentes de plantear quedan superados por otros más necesarios.

Como mujer con cardiopatía congénita, ¿qué les dirías a los niños y niñas que tienen una cardiopatía?

Convivir con una cardiopatía no es fácil, a menudo hay limitaciones. Sin embargo, no debemos tener miedo, porque el miedo paraliza y no nos permite disfrutar de la vida y de las personas que nos rodean. Así pues, es preciso vivir tan intensamente como se pueda dentro de las limitaciones de cada uno. Ser consciente de las posibilidades de cada uno y no olvidar que todos tenemos limitaciones.

¿Te gustaría añadir algo?

La ciencia y la medicina en particular avanzan a pasos agigantados. Hace pocas décadas, muchas de las cardiopatías congénitas tenían difícil solución. Actualmente se hacen intervenciones quirúrgicas incluso antes del nacimiento del bebé con cardiopatía. La investigación es clave y debemos confiar en los profesionales. En las últimas décadas la calidad de vida de una persona con cardiopatía congénita ha mejorado muchísimo y seguro que en el futuro aún será mejor. Por eso es importante el trabajo de la Fundación.


Child Life

CHILD LIFE: unos profesionales formados para la atención a las emociones de los niños y niñas con algún problema de salud.

Los niños/as, especialmente cuando están enfermos, son vulnerables: por su edad y manera de interpretar el mundo, por las circunstancias físicas, por los ambientes poco familiares que visitan y, a veces, también por otras barreras como la lingüística, la social o los prejuicios. Por esta razón, en los hospitales pediátricos hay unos profesionales formados específicamente para atenderlos.

Child Life es una disciplina que nace en los Estados Unidos y que da respuesta a la atención pediátrica desde la vertiente emocional y vivencial. Los especialistas Child Life son profesionales con experiencia para ayudar a los niños y niñas y sus familias durante las experiencias difíciles relacionadas con la salud, como por ejemplo la hospitalización. ¿Qué me harán?, ¿por qué?, ¿cómo?,¿qué sentiré?… son algunas de las preguntas que debemos responder al niño, y hacerlo no sólo teniendo en cuenta la capacidad de comprensión, sino también considerando las emociones que le genera como son, a menudo y principalmente, el miedo y la ansiedad.

El nombre de «Child Life» empezó a utilizarse en los Estados Unidos en la década de los 60 y hace referencia al hecho que el niño enfermo, hospitalizado o no, debe mantener su vida de niño, su «vida infantil» o «child life». Manteniendo su manera de ser niño o niña, le ayudaremos a integrar lo que le pasa mientras está enfermo y hospitalizado.

El especialista Child Life introduce técnicas de afrontamiento y ayuda a anticipar para hacer más fácil el momento de entrada al quirófano o al someterse a un procedimiento médico-sanitario.  Ayuda a comprender y evitar malentendidos o pensamientos que se convierten en convicciones erróneas (por ejemplo, los niños a veces piensan que los procedimientos que les hacen en el hospital son debidos a un mal comportamiento).

Se debe trabajar con los niños/as utilizando su lenguaje y elementos conocidos por ellos. Con los de edad entre 3-4 y 8-9 años, se utilizan muñecos/as con los cuales es posible montar un juego simbólico que el niño/a o va construyendo, usando su imaginación. Así, se le explica el motivo de hospitalización, de la cirugía, o de los procedimientos. Se le puede dar la información sensorial que necesita (qué verá, que sentirá, qué oirá), y se le pueden enseñar todos los instrumentos que se utilizarán. En el desarrollo de este espacio de juego (o espacio de trabajo con dibujo, con plastilina, con vídeos, con libros, con conjuntos de peces, con aplicaciones digitales o de móviles) se alienta a los pacientes a hacer preguntas y a expresar aquello que quizás les produce ansiedad o temor.

Los Programas Child Life se han convertido en estándar en todos los centros pediátricos norteamericanos, para hacer frente a las situaciones que producen sufrimiento y ansiedad a causa de la enfermedad y de los procedimientos sanitarios. En el estado español sólo hay un hospital con un programa Child Life: el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Tres profesionales con formación específica y titulación en esta materia atienden a los pacientes, especialmente los que deben someterse a cirugías importantes o técnicas invasivas. Las familias lo agradecen y manifiestan que sienten que se presta atención a les emociones que acompañan su estancia (ingreso) en el centro hospitalario.


«Yo y el país del nunca más»

Hace dos años que trabajo con AACIC en las colonias de verano. Son 7 días al año de los más intensos, divertidos, enriquecedores, satisfactorios.

Las colonias de este año eran especiales ya que teníamos ganas de aplicar la educación emocional en el ocio con estos niños, a través del proyecto diseñado por Emoticat «Yo y el país del nunca más».

Espero con ilusión estas fechas para aportar mi experiencia en el ocio y compartirla con mis compañeros y con los niños y niñas con cardiopatía congénita.

El trabajo con personas con capacidades diferentes no es extraño para mí, pero cada vez que conozco un colectivo nuevo, aprendo cosas diferentes que permiten adaptarme a sus necesidades. Digamos que son ellos los que me integran en su mundo. El ocio no entiende de discriminaciones, no le importa quién padece una enfermedad crónica o no. Somos las personas las que miramos con gafas de diferentes colores. Y como colores tiene la vida, así de variedades tiene el ocio para todos.

Lo que hace especial unas colonias son las experiencias, el ambiente de afecto y la confianza que generan los profesionales, que respetan en todo momento el ritmo de desarrollo y la diversidad de cada uno. Debo decir que para ellos es un momento de separación, de sus padres, lo cual les obliga a hacer una gestión emocional; todo ello les fomenta la autonomía y les refuerza su autoestima. Se sienten libres de hablar con personas iguales como ellos, de expresar sus inquietudes, sus miedos y sus sueños.

En los primeros días les cuesta integrarse en la fantasía del centro de interés del cual tratan las colonias, pero poco a poco se dejan llevar por la ilusión y el juego, y acaban siendo ellos mismos los protagonistas de la historia. Aquí es cuando de verdad empiezan a disfrutar; proponen juegos, ensayan actuaciones, dan un giro a la historia y añaden algo nuevo en el centro de interés, aportaciones que otorgan su sello de identidad infantil a la programación.

Esta desconexión del mundo real, de la rutina, de sus preocupaciones pasa a un segundo plano y empieza el aprendizaje de la normalidad, de la igualdad, del bienestar. Todo fluye, se benefician de expresar opiniones libremente y se les tiene en cuenta. Combinando sesiones educativas, dinámicas, lúdicas, excursiones y fiestas, las colonias llegan a su final, y les deja huella. Cada uno ha vivido su experiencia que más tarde verá con el color de gafas que prefiera. Les ofrecemos oportunidades y las cogen al vuelo, para después transformarlas en recuerdos, buenos recuerdos.

El ocio no se puede limitar, se debe vivir cada día, enseñar al niño a escoger qué tipo de tiempo libre quiere. Ir descubriendo razones que te muevan, que sientas en tu interior y que se aproximen a una vida emocionalmente inteligente y equilibrada. El ocio es ENERGIA EMOCIONAL.


Una conversación con El Pot Petit

¿Cómo surgió la idea de crear una compañía de espectáculos y conciertos?

El Pot Petit surgió de una inquietud, una ilusión, unas ganas de comunicar. En su día encontramos la manera de unir muchas cosas que nos gustan y de las cuales somos profesionales, como la música, el teatro y los títeres; y así nació el «Pot Petit» que nos ha llevado a vivir muchas aventuras.

¿Siempre tuvisteis claro que vuestro público tenía que ser infantil? ¿Pensáis que es un público exigente?

Las cosas nos han ido llevando hacia este público; es verdad que la mayoría del equipo de Pot Petit somos maestros, pero además somos actores, músicos y cantantes profesionales. Todos hemos trabajado mucho con niños y eso fue lo que nos llevó a plantear la posibilidad de trabajar con ello, pero no desde el aula o las clases de música o teatro, sino desde otro lugar, y este lugar pensamos que era desde la música y los escenarios. Los niños son un público muy exigente, son sinceros, no tienen manías y cuando una cosa no les gusta, no tienen problemas en decirlo; por otra parte, también debemos decir que es el público más agradecido que hay.

¿La música es beneficiosa para el desarrollo de los niños?

¡Mucho, muchísimo! La música ayuda en muchos aspectos de su desarrollo, los ayuda a relacionarse, a trabajar el ritmo, a comunicarse…, desarrolla también la creatividad, beneficia la autoestima, les permite disfrutar. ¡La música es muy importante en el desarrollo de los niños!

¿Creéis que el ritmo es un factor innato o se puede adquirir?

Esta pregunta os la responde Pau, que es nuestro batería y especialista en el tema: El ritmo, cómo bailar, yo creo que es innato, pero como en todo, precisa de un aprendizaje y una persistencia. Nos movemos y escuchamos ya desde antes del nacimiento. El ritmo, como el caminar, todo el mundo lo puede aprender, eso sí, cada uno con su tiempo de aprendizaje, y se adquiere a través del sentir y la práctica, los límites se los pone cada uno.

¿Qué o quién os inspira los temas de vuestras canciones?

Los mismos niños nos inspiran. Intentamos ponernos en su lugar, pensar en las cosas que les podrían gustar que les contásemos. E intentamos que cada canción tenga un mensaje, trabaje una emoción o aporte algún valor.

¿Cuál creéis que es vuestro secreto para hacer canciones que gusten a los pequeños (y muy pequeños) y a los mayores (y muy mayores)?

Las melodías, los ritmos, intentamos que la música sea de mucha calidad y que pueda gustar a pequeños y mayores. A los pequeños quizás les enganchará más la historia o el personaje del cual habla la canción, y para los mayores intentaremos que musicalmente vean que está trabajada y les apetezca escucharla.

Vuestros espectáculos transmiten mucha ilusión y mucho trabajo. ¿Cómo trabajáis un nuevo espectáculo? La idea inicial, las canciones, las coreografías, la escenografía, los títeres…

¡Gracias! Damos mucha importancia a la puesta en escena y la verdad es que hay muchísimo trabajo detrás. Siempre hemos tenido claro que queríamos diferenciarnos por tener muy trabajada esta parte y por eso hemos apostado por los títeres, por una escenografía, un vestuario cuidado, unas coreografías, etc…

Para trabajar un nuevo espectáculo siempre partimos de les canciones que queremos que salgan, a partir de aquí trabajamos con el guion, hacemos improvisaciones, miramos qué personajes aparecen y construimos títeres y otros materiales de attrezzo, después ensayamos, ensayamos y volvemos a ensayar.

Hace 10 años que hacéis espectáculos para niños. ¿Han cambiado mucho los niños y niñas en estos 10 años?

Todo cambia, pero creemos que hemos cambiado más nosotros (como compañía) que los niños. Cada vez nos hemos profesionalizado más, siendo más exigentes con lo que hemos hecho en estos 10 años. Es muy divertido ver que los niños que nos conocieron cuando tenían 3 años, cuando justo nosotros empezamos; ahora que ya son mayores, tienen 13 años, y aún guardan un bonito recuerdo de nosotros y de nuestras canciones, y ello nos alegra muchísimo. Lo importante es no obviar los cambios de la sociedad, escuchar qué pasa, estar conectado con los niños y niñas y ver cuáles son sus inquietudes según lo que pasa en ese momento e intentar cambiar y evolucionar con ellos.

Vuestras canciones siempre tratan de emociones, sentimientos y valores. ¿Creéis que han cambiado desde que empezasteis?

Creemos que cada vez, por suerte, se les da más importancia. La educación emocional, poder hablar de todo y la igualdad de género son cosas muy importantes que quizás antes se pasaban más por encima o no se les daba suficiente importancia y creemos que para hacer crecer una sociedad sana, igualitaria y feliz es necesario que hablemos de ello y lo transmitamos también a través de la música, de los espectáculos…

La transmisión de estos valores positivos es el trasfondo de vuestras canciones, ¿podría ser el ingrediente mágico del éxito de Pot Petit?

Nos gustaría que fuera parte de este «éxito», siempre es difícil saber cuál es el ingrediente mágico, suponemos que es una combinación de muchas cosas, pero la transmisión de valores positivos a través de la música para nosotros es muy importante.

Y para terminar, vosotros que conocéis tanto los niños y niñas ¿qué les diríais a aquellos niños y niñas que tienen cardiopatía congénita y que a veces no pueden seguir el ritmo de sus compañeros y compañeras o no pueden hacer las mismas cosas?

Les diríamos que son unos valientes y que lo importante es que sean felices, y la actitud a la hora de afrontar las cosas. Todos, tengamos o no una cardiopatía, tenemos nuestro ritmo de vida  a veces no podemos hacer según qué cosas, es importante aceptarlo y, como dice Jana en una canción, intentar poner una sonrisa, buen humor y mucha música.

Pot Petit, ha sido un placer poder hablar con vosotros. Seguid viajando por toda Cataluña, nuestros niños y niñas están por todo el territorio y os quieren ver. Gracias y enhorabuena por vuestro trabajo. Un fuerte abrazo.


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«Lloverá de todo, de bueno y de malo»

¿Cómo y cuándo empezó tu relación con la Asociación y Fundación de Cardiopatías Congénitas?

Cuando nació Jose, hace 29 años, nos encontramos totalmente desolados. No sabíamos qué pasaba. En aquella época la tecnología era la que era y las cosas no eran como ahora. Estábamos solos, no teníamos familia que nos pudiera dar apoyo y el sistema sanitario del momento no ayudo mucho en ello.

Pero con Jose siempre hemos tenido mucha suerte. No sé si es suerte o es que la hemos perseguido hasta conseguirla, ya que, si te quedas para que te lluevan unas situaciones, lloverá de todo, de bueno y de malo. Pero si sigues la suerte, puedes ir escogiendo el camino, y nosotros nos íbamos moviendo y pedimos la opinión a muchos médicos, de diversos hospitales, conocidos… Al final uno de estos médicos nos dijo que había un cardiólogo en un hospital que había hecho una tesis sobre la cardiopatía congénita que nos afectaba y fuimos a hablar con él. Decidimos cambiar de hospital y aquí es donde conocimos a Rosa Armengol y un grupo de familias que, de hecho, formamos como el club de los cuatro afectados. Fue aquí donde surgió AACIC, la Asociación de Cardiopatías Congénitas.

Recuerdo que la primera sede de la Asociación fue en un local de Hospitalet. Allí empezamos con una hoja de cálculo donde apuntábamos todos los nombres de la gente para poder enviarles información y, de hecho, al principio yo era el encargado del tema informático. En aquella época desarrollamos el Check List, que funcionó bien, al menos esto era lo que me decía la gente con quien había hablado. Estoy muy contento de la gente de la cual me he rodeado, porque creo que se ha podido hacer un buen trabajo.

El 2008 nació la Fundación CorAvant de la mano de AACIC y fuiste su presidente y, podríamos decir, su fundador…

Todo lo que se ha hecho ha sido algo activo, un trabajo conjunto entre todos. A las reuniones y charlas de AACIC, pensamos que una fundación nos ayudaría mucho a recaudar dinero para poder sacar adelante proyectos y actividades. La economía siempre ha sido la espada que teníamos encima. En ese momento, Rosa jugó un papel muy importante porque conocía mucha gente. Entre todos creímos que constituir una fundación era lo que necesitábamos.

¿Cómo ves la evolución de la Fundación desde los inicios hasta ahora?

Un poco lenta, pero se debe tener presente que hay muchos factores en juego: la implicación de los miembros, el dinero… Siempre decimos que quien mueve los cables debe hacerlo, pero naturalmente con la colaboración de la gente que tiene al lado, y eso no siempre es fácil. Hay quien aún piensa que las asociaciones son impecables y que no pueden hacer nada para contribuir a ello. Pero no es así; es necesaria la implicación de todos para poder tirar adelante. Es algo que aún ahora nos está costando y que debemos conseguir cambiar.

¿Cómo crees que se podría conseguir más implicación?

Se ha probado todo, el problema es que forma parte de la condición humana ser como somos. No se debe tirar la toalla, pero es necesario ser realista y saber que esto no podremos cambiarlo. Podemos conseguir más éxitos, pero debemos saber que el 100% de todo lo que buscamos no lo encontraremos nunca, pero no por eso debemos dejar de luchar.

Por lo que explicas, ha sido un camino difícil, pero has sacado cosas positivas…

Sí, sí, claro. Si alejas de tu alrededor la gente negativa y tóxica, el resto es fabuloso. Generalmente la gente es buena y colabora de manera desinteresada, y eso es muy importante en el momento en que nos encontramos.

¿Qué les dirías a las familias que tienen un hijo o una hija con cardiopatía congénita?

Que no pierdan la esperanza nunca y que pidan ayuda. Nadie, ni por muy mayor que se piense que es, tiene toda la verdad, y esto, a menudo, cuesta de ver. Debemos procurar pedir ayuda, porque hay gente dispuesta a echarte una mano sin esperar nada a cambio. Eso sí, debes saber escoger quién te debe ayudar.

A principios de año terminaste tu tarea como presidente de la Fundación CorAvant…

Creo que debo dar paso a otra gente que tenga ganas y empuje, porque creo que hay gente más preparada que yo para estar delante de la Fundación. Yo seguiré dando apoyo y ayuda en lo sea necesario, pero ahora mi situación ha cambiado, estoy jubilado y tengo proyectos que hacen que no pueda implicarme tanto.

Explícanos un poco estos proyectos…

Mi mujer, Mari Cruz, y yo tenemos ganas de viajar Queremos vivir un poco y hacer algunas cosas que el día a día y el trabajo no nos ha dejado. No sé si serán 10 o 15 años los que la vida nos podrá dar, pero queremos vivir al día, estar el uno al lado del otro y disfrutar de nuestros hijos. Creo que en este momento es el más importante.

¿Tenéis ya algún viaje en mente?

Uno de los planes que tenemos es ir a vivir uno o dos meses a diversos lugares. Asturias es un lugar que siempre nos ha gustado. Tenemos ganas de conocer el país, la gente que vive allí… Si quieres disfrutar de algo, debes hacerlo poco a poco. Si necesitas estar un mes o dos en un lugar, lo haremos. Vivir aquí o allí, el coste es el mismo, o tal vez más económico; Barcelona es muy cara.

¿Querrías añadir algo?

Veo que la Fundación funciona bien, vendrán tiempos mejores. Estamos preparados para cuando la economía vuelva a funcionar para poder dar un salto cualitativo. Creo que esto aún debe estallar, pero para bien.


El cuerpo habla

En estos períodos no se nos permitía hablar. Las personas que me conocen no se creían que hubiera podido estar tantos días seguidos sin articular palabra. No fue fácil. Aunque no digas nada, ¡el cerebro no para! Los pensamientos son como un mono que salta de neurona en neurona sin pararse. De madrugada, antes de desayunar, cada uno se sienta en su cojín y observábamos como el aire entraba por la nariz al inspirar y salía al expirar. No teníamos que hacer nada más. Sin darte cuenta el mono empezaba a hacer de las suyas y tenías la mente en cualquier cosa menos en la respiración. Nos decían que si nos despistábamos, no importaba, que volviésemos a observar el aire entrando y saliendo por la nariz. Más adelante añadimos otra técnica. Empezamos observando la respiración y después de diez o quince minutos, observábamos el cuerpo. De la cabeza a los pies, y de los pies a la cabeza. Ordenadamente. Sin saltarnos ninguna parte del cuerpo. Y así ir haciendo. El cuerpo es un universo de sensaciones: cosquilleos, pinchazos, palpitaciones… Algunas agradables, otras dolorosas.  La técnica consistía en evitar etiquetarlas como buenas o malas. Simplemente observarlas con atención. Hice algunos descubrimientos. Por ejemplo, las sensaciones vienen y van, como los pensamientos. Cuando lo expliqué a una amiga actriz, me dijo que todo eso ella lo había descubierto con el teatro. Los personajes se interpretan a través del cuerpo, me decía. Descubres la relación entre los pensamientos y las sensaciones. No hace mucho, leí que las personas que padecen enfermedades crónicas de nacimiento son más sensibles a las sensaciones de su cuerpo. Tienen el radar más bien afinado. El cuerpo habla y habitualmente es un buen consejero.

 

Jaume Piqué Abadal
Periodista, colaborador de la entidad


«Echo de menos el patinaje»

Con tan sólo cuatro años, y después de ver una competición de patinaje artístico sobre hielo por televisión, Mireia dijo a sus padres que ella quería hacer eso. Los padres la apuntaron al Dertusa. Este club de su ciudad tenía, y aún tiene, una sección de patinaje sobre ruedas. Patinar sobre ruedas no es lo mismo que hacerlo en una pista de hielo, pero a ella ya le iba bien. Cursaba primero de psicología en Barcelona y participaba en las actividades del club durante el fin de semana. Tenía 19 años. En segundo de carrera decidió aparcar el patinaje. Ahora Mireia ya es psicóloga

Mireia conoce AACIC desde que nació su hermano pequeño. Ahora, ella trabaja como psicóloga atendiendo familias y niños con cardiopatía en el Hospital Materno-Infantil de la Vall Hebrón. Allí Mireia colabora con un grupo de voluntarios de AACIC: Laura Suárez, Judit Giménez, Laia Llopart, Alicia Llull i Sandra Martí. “¡Somos un gran equipo!”, ríe.

Ya hace cuatro años, a AACIC le propusieron si quería realizar una investigación. Se trataba de conocer el impacto del diagnóstico prenatal de cardiopatía congénita en la relación de pareja. Mireia debía averiguar si el hecho de contar desde el primer momento con soporte psicológico, como el que ofrece AACIC, ayuda la pareja y, por lo tanto, al bebé. Se puso enseguida a trabajar, el tema le interesaba. Su experiencia le llevaban a pensar que sí, pero quería demostrarlo siguiendo los requisitos científicos. Tanto se implicó que al año siguiente convirtió la investigación en su tesis doctoral. Ya hace tres años que trabaja en ello.

Entre una cosa y otra, la semana se le hace corta. Cuando llega el viernes, me explica, coge el autobús hacia Tortosa. “En Tortosa tenemos de todo, tenemos mar y tenemos montaña. ¡Qué más quieres!”, dice. En Tortosa también tiene a la familia, los amigos de toda la vida… y un novio.

Este año tiene apalabrada una estancia en un hospital europeo. “Aquí la atención psicológica a las familias la hacemos entidades externas al hospital. Los hospitales tienen psicólogos, pero no ofrecen el servicio a las familias como el que hace desde las asociaciones, como AACIC. Fuera, por contra, este servicio, a veces, es asumido por los mismos hospitales. Es un modelo diferente y tengo curiosidad por ver cómo funciona”.

Le he preguntado si el hecho de haber vivido en casa todo el proceso de tener un hermano con cardiopatía la ha ayudado a la hora de hablar con las familias. Ella no cree que para hacer su trabajo sea necesario haber pasado esta experiencia, aunque en su caso evidentemente le ha sido de mucha ayuda: “En algunos momentos reconozco en mí los sentimientos que me explican las madres y padres que tienen una hija o un hijo en el hospital con una cardiopatía”. Le pregunto si echa de menos el patinaje y dice que sí, pero que no lo cambiaría por lo que está haciendo ahora.

 

Jaume Piqué Abadal
Periodista, colaborador de la entidad


El tiempo pasa volando

El balance de AACIC es positivo: consecuciones científicas, médicas, sociales. El bagaje humano es basto. Se han acumulado experiencias de todo tipo que han permitido enriquecer el conocimiento y han fortalecido las convicciones del conjunto de la familia asociativa. Pero no ha sido en vano. El peaje ha sido claro. Por el camino nos han dejado amigos entrañables e inolvidables. Los que empezaron el camino y ahora aún luchan para tirar adelante son, sin proponérselo ni desearlo, los principales protagonistas de todo lo que AACIC ha conseguido, es decir, de los avances generales de todo tipo en relación a las cardiopatías congénitas. Los primeros afectados, los veteranos, son los que lo han pasado peor. Con pocas excepciones, no lo tienen nada fácil. El peso de las incertidumbres dilatadas, la acumulación de dudas, las expectativas inseguras se agravan sin estabilidad laboral. Algunos tiran adelante difícilmente, otros recomienzan la vida con ilusiones renovadas. Afectados y familias compiten cada día en una cursa de obstáculos. Nuestra solidaridad es muy loable y ciertamente la expresamos con toda la buena voluntad que somos capaces. Más que un sentimiento generoso es un comportamiento de mérito, casi una manera de entender la vida. Pero aún podemos replantearnos si con nuestro gesto de alcance general y propósito colectivo ya no es necesario que hagamos nada más. Sin embargo, ¿obramos de manera conveniente? Personalmente me preocupa el dolor alieno, pero también la desorientación, la desazón, el desamparo. Sé que empatizar es tan fácil de decir como difícil de hacer. También sé que el hecho de ponerse en la piel del otro no es sencillo y es mejor que no lo intente quien no disponga de condiciones adecuadas. Con todo, los amigos y los parientes de nuestros veteranos tenemos la oportunidad de hacer un cambio de chip. Podemos renovar nuestra atención a las vivencias y los viejos y nuevos retos que la vida de cada día les plantea. ¿En qué puede consistir este esfuerzo? En el acercamiento: en poner la oreja a las sutilezas que la inercia de la familiaridad ya no nos deja ver; a redescubrir la subjetividad; a recoser las complicidades. Es necesario que tracemos la relación de un nuevo afecto sincero y desinteresado que se expresa o bien con un chiste alocado, o bien con una sonrisa, o bien con silencio, o bien con una simple mirada. Así pues, reinventemos el acompañamiento con mucho y mucho afecto.

 

Jaume Comas
Fundación CorAvant


“Reírse de la propia desgracia forma parte de la grandeza que hay que tener”

Los nacidos antes del año 1970 recordaran, sin duda, el accidente de avión en los Andes el 1972. Un equipo de rugbi uruguayo viajaba acompañado de sus familiares para jugar un partido en Santiago de Chile. Atravesando la cordillera de los Andes, el avión se estrelló. Dos meses después y contra todo pronóstico, cuando ja cesaron la operación de rescate y daban por muertos los 45 pasajeros, aparecieron 16 supervivientes.

La historia ha sido relatada en artículos, revistas, películas, libros y documentales. Sin embargo, el 2017 nos sorprendía con un nuevo libro. El Dr. Roberto Canessa, uno de los supervivientes narra su experiencia y cómo surgió la inspiración para dedicar su vida a la cardiología infantil. El Dr. Canessa, Pablo Vierci, coautor del libro, y la editorial Al Revés decidieron que parte de los beneficios de la venda del libro irían destinados a la tarea que lleva a cabo la Fundación CorAvant con niños, niñas y jóvenes con cardiopatía congénita.

Tuvimos el placer de conocer al Dr. Canessa y Pablo Vierci en marzo, cuando viajaron a España para presentar el libro. Fue una semana vertiginosa y nos resultó difícil poder hablar con él de forma más pausada.

En el mes de julio pasado, el Dr. Roberto Canessa volvió a Barcelona para asistir al Congreso Mundial de Cardiología pediátrica y cirugía cardíaca. Esta vez sí que conseguimos que nos concediera una entrevista. Carles Prats, periodista y colaborador de AACIC CorAvant, nos hizo el honor de conducirla y Rosa Armengol, gerente de la entidad, también participó en la conversación.

Un dolor terrible te puede hacer valorar la vida de la misma manera que un niño con cardiopatía congénita valora la vida de una manera diferente a otros que nunca tuvieron grandes problemas

Carles Prats: Buenas tardes Dr. Canessa. Acabo de leer el libro y estoy conmocionado. No sólo por la experiencia que vivió en los Andes si no por todo lo que viene después. A estas alturas se ha contado muchas veces la historia ¿qué es lo que la impulsado a explicar su experiencia personal unida a su experiencia profesional? Estamos hablando para un público que en su mayoría está unido a las cardiopatías congénitas ¿Qué es lo que le llevó por este camino?

Roberto Canessa: Creo que la sociedad tiene que priorizar su ayuda. No sé si fue Smith quien definió la economía como sociedades ilimitadas con capacidades y dinero limitado. En la medida de lo posible debemos luchar para que nuestra sociedad mejore el tratamiento de las cardiopatías congénitas. Es un tema, que no sólo está en manos de los médicos; los médicos son científicos. No obstante, las asociaciones de familias con hijos e hijas con cardiopatía congénita pueden obtener mejores resultados. Este libro va dirigido a mejorar la situación de las cardiopatías congénitas. Y parte de lo que yo soy y viví, sirve para dar a entender como un dolor terrible te puede hacer valorar la vida de la misma manera que un niño con cardiopatía congénita, que sabe lo que es el sufrimiento, valora la vida de una manera diferente a otros que nunca tuvieron grandes problemas. Este proceso te madura, los golpes te templan.

Mientras hay vida, hay esperanza

Una de las cosas interesantes que encontramos en el libro, a raíz de su experiencia, es que las estadísticas no sirven para nada. 34 aviones que cayeron y no hubo supervivientes. En cambio, usted es una muestra que las estadísticas se pueden contradecir. De la misma manera, una persona tiene pocas posibilidades de nacer con una cardiopatía, sin embargo, nace y entonces lo imposible se convierte en posible.

Sí, el libro empieza con la historia de Azucena, a quien le comuniqué que su hijo, aún por nacer, tenía un problema cardíaco. En esos momentos, en Uruguay, era imposible que ese niño sobreviviera con un ventrículo izquierdo hipoplásico. En otros países sí que lo era, es decir, la posibilidad de que su hijo viviera, existía. Era muy remota y había que hacer mucho esfuerzo. Fue muy gracioso cuando tiempo después, Azucena me contó que creyó que yo era un médico muy frívolo ya que, mientras le decía que su hijo venía con un problema en el corazón, le preguntaba dónde vivía, a qué colegio fue, en qué barrio estaba… Yo sólo quería saber si cabía la posibilidad de viajar a otro país para operar al niño y la única manera que se me ocurrió fue esa. Se mezclan muchas realidades de vivir la vida y el libro lo que testimonia es que cada persona tiene que buscar sus posibilidades y optimizarlas. En una sociedad, que lo único que hace es quejarse, sólo podemos depender de nosotros mismos. No, nos tenemos que quejar, tenemos que salir a caminar juntos.

Incluso cuando parece que no hay esperanza, como fue su caso en los Andes. ¿Puede haber un hilo de vida? ¿puede haber una luz al final del túnel?

Mientras hay vida, hay esperanza. Yo siempre les digo esto a los pacientes por más graves que sean. Es el cuento de la paloma en estadio, donde hay cien mil personas y la paloma se caga sólo en la cabeza de uno de ellos. Bueno pues esto es al revés, entre cien mil uno puede tener un rayito de luz que le ilumina para salir adelante.

Un rayo de luz que, a veces, se llama Dr. Canessa. Cada uno busca la luz donde puede. A veces, la luz puede ser la experiencia de otros padres y madres, lo vemos en el libro y es una de las labores que lleva a cabo la Fundación CorAvant. ¿No es así Rosa?

Rosa Armengol: Sí, es cierto. El hecho de hablar de igual a igual, da una fuerza especial. Seguro que usted, Dr. Canessa, ya lo ha comprobado ya: un padre, una madre o una persona que tiene cardiopatía congénita cuando habla con el médico mantiene una relación diferente de la que puede mantener con un igual. Cuando se habla entre iguales hay la intención de compartir experiencias, de unirnos y a encontrar juntos cómo tirar adelante con todo esto. No sé si en Uruguay existe esa diferencia en cuanto a los niveles de relación. Como bien ha dicho usted antes, las personas tienen que ir adaptándose sin perder la esperanza, siempre se debe ver esa luz aunque a veces cueste verla. El hospital es duro Dr. Canessa.

Sí, yo sé que a las familias les intimida. En cuanto a la relación, como médico, yo me siento un escaloncito por debajo de los padres. Porque, al fin y al cabo, los padres son los que deciden. Y no les envidio para nada la labor de su entidad: estar a su lado, ayudarles, explicarles bien para que sean capaces de verlo todo y apoyarles en su decisión, decisión que al final han de tomar ellos. Y por ello siento un gran alivio, pues si uno toma la decisión, después tiene que cargar con las consecuencias. Es una carga muy dura. Pero yo confío en ellos y sé que van a decidir lo mejor posible. Yo les ayudo en lo que puedo, intento explicarles que no decidan pensando en sus miedos o en lo que pueda pasar, sino que decidan pensando en su hijo.

La vida hay que vivirla en cuanto a ti mismo, pero también tienes que dar lo mejor a los que dependen de ti: tus hijos

Uno de los mensajes del libro es que la vida hay que vivirla.

La vida hay que vivirla por uno mismo, pero tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos a los que dependen de nosotros y ésos son los hijos. Tenemos que proporcionales todas las armas posibles. No podemos, de ninguna manera, dejarlos al margen.

A menudo tengo que oír: -doctor ¿mi hijo puede hacer deporte? ¿puede correr? Inmediatamente, como médico, a mi me viene a la cabeza: “Muerte súbita, iba corriendo y quedó muerto.” Entonces la respuesta automática es: “No, no puede hacer deporte” Yo médico, me cubro las espaldas y el niño automáticamente se transforma en el cardíaco de la clase.

Esto que acaba de contar usted, a mí me ha pasado. ¡Cuidado! No hagas deporte no sea que el corazón…

Entre otras muchas cosas, me ha interesado la parte del libro en la que usted comenta que los límites los fija cada uno, que cada uno sabe dónde tiene su límite.

Claro, y que nos vamos a morir todos. Un día nos vamos a morir. Lo importante es lo que hacemos con el resto de los días.

La cuestión es que a veces no sabemos dónde está nuestro límite. Ustedes no sabían dónde estaba su límite cuando tenían que salir del fuselaje del avión y encontrar una salida a esa situación. ¿No conocer dónde está el límite puede ser bueno? Hay quién diría que es un poco temerario.

Nosotros salimos a caminar sabiendo que corríamos un gran riesgo igual como cuando hago una cirugía cardíaca. Tú, seguro, que “sales a caminar” pero tomas todos los recaudos: controlas tu problema cardíaco, haces todos los tratamientos, sigues un control o, como yo digo:  entró a boxes, le cambiaron la vávula y siguió anadando por la vida. O sea, que poniendo los recaudos necesarios uno pone en la balanza cuál es la mejor opción.

A veces, esta voluntad de ir más allá, de intentarlo todo por el todo, puede llevar a situaciones donde el esfuerzo no valga la pena. No sé, habrá alguna situación que no se pueda superar. A pesar de que el mensaje del libro es hay que caminar, día a día y paso a paso. Hay situaciones que no tienen marcha atrás. O quizás sí. 

Fue difícil para mí decidir si iba a salir a caminar o iba a esperar, porqué antes había visto cómo habían fracasado todos. Había visto cómo habían llegado congelados y cómo se les habían aflojado los dientes. Es como si te expones a una operación de la cual todos los que salieron antes han muerto o están muy mal. Recuerdo cuando empezamos a hacer la técnica de Rashkind. La técnica de Rashkind se aplica cuando las sangres están cambiadas y la sangre que va al pulmón no llega al cuerpo, sino que vuelve al pulmón. Entonces se debe meter un catéter por la vena umbilical con un globo deshinchado, se llega al corazón, se pasa la fosa oval de una aurícula a la otra y se hincha el globo, se tira del globo y, en ese momento, se mezclan las dos sangres. El niño que antes de la intervención estaba completamenet azul adquiere, automáticamente, un tono rosado. Yo había leído la técnica y la hacíamos con el ecógrafo, pero no se había salvado ningún niño. Cada nuevo que venía, yo me decía: – “voy a aplicar esta técnica a este niño y no se ha salvado ninguno.” Al final, hubo uno que se salvó, siempre hay un primero. Como tú dijiste, las estadísitcas no son tan importantes. Pero lo que sí es importante es que todos colaboremos por el bien común porqué algún día vamos a encontrar el arreglo.

Ser hermano o hermana de un niño con cardiopatía congénita es más difícil todavía.

En los testimonios que usted muestra en el libro queda patente el importante papel que juega la familia. No deben ser demasiado sobreprotectoras, pero han de ser conscientes del enorme esfuerzo que representa tener alguien enfermo en casa, ya que es una situación que puede desgastar a la familia, a los hermanos, al entorno y hasta al médico. En su libro, Jojó, se siente culpable porque su hermano no ha tenido tantas atenciones como ella.

Exactamente, ser hermano de una persona que tiene una cardiopatía no se si será, si cabe, más difícil todavía porque todas las atenciones sólo van para ese niño o niña y el resto queda arrinconado. Bueno, eso es lo que pasó cuando el accidente en la cordillera: en mi casa sólo hablaban de que yo no estaba y mis hermanos quedaron arrinconados. Hay que tener mucho cuidado, por eso ser padre es una ciencia bastante interesante porque se deben ir equilibrando los afectos de los hijos.

En el libro se habla de usted no sólo cómo el médico que cura el cuerpo si no también cómo el médico que cura el alma. No sé si esto representa mucha responsabilidad.

No sé si sabes que el libro ha sido escrito por dos personas. Yo me encargo de la parte médica y Pablo Vierci se ocupa de las almas. Así que esa afirmación corre por cuenta y cargo de él, que le gusta decirlo así, y que fue quién se encargó de hablar con las familias.

Tuve la oportunidad de ganar el partido

¿Haber sobrevivido a una experiencia tan dura le hace sentirse responsable? ¿Se ha sentido obligado a ir hacia adelante, en honor a los que quedaron atrás, dando vida a los que vienen?

Yo tuve la oportunidad de entrar en la cancha que ellos nunca tuvieron, tuve la oportunidad de jugar el partido. Fuimos muchos los que nos entrenamos en ese avión, pero sólo 16 pudimos jugar el partido de la vida. Creo que esta realidad debo tenerla en cuenta y sentirme orgulloso de la oportunidad que he tenido.

Las distintas carreteras del mundo

Desde la Fundación CorAvant animamos a las familias y a los adultos con cardiopatía congénita a leer el libro. Creemos que es una buena lectura en muchos aspectos. No obstante, la realidad que se describe en el libro no es la misma que se vive aquí. ¿Qué diferencias puede destacar entre la realidad de las cardiopatías congénitas en Uruguay y la realidad que se vive en Europa? 

Pues yo, a su vez le preguntaría ¿qué diferencia hay entre las carreteras en Uruguay, España o EEUU? Y usted, seguramente me diría: en EEUU las carreteras son más grandes, más nuevas y más anchas. Con los hospitales pasa lo mismo. En los hospitales de EEUU la enfermera trabaja un solo turno, le pagan muy bien y el médico puede pedir todos los catéteres y válvulas que se le antoje. Pero, ¿es eficiente la medicina norteamericana? Rotundamente no, porque lo que cobran es disparatado. En Bangalore (India) está el SAI (Sri Sathya Sai Institute of Higher Medical Sciences), es un hospital que hace miles de cirugías cardíacas al año y cobra 3.000$ por cirugía. En la India se puede operar por 3.000$, en España por 30.000 o 40.000$, dependiendo de la cirugía y en EEUU por 200.000$. Es un problema social y no sólo médico. Los médicos trataran de que les paguen lo mejor posible, pero hay otra área que compete más a la sociedad. Los médicos lo vemos y lo podemos encontrar increíble, pero nuestra realidad es una y la que se viven en Bangalore es otra. Creo firmemente, que las fundaciones pueden ser el nexo de unión de estas realidades, pueden unirse, estudiar el caso de Bangalore y exportarlo. De esta manera, se rentabilizaría el dinero y muchos más niños podrían tratarse.

Esta impresión que usted tiene, esta forma de ver el mundo de la cardiopatía congénita, tiene cabida en el Congreso Mundial sobre Cardiología pediátrica y Cirugía cardíaca que se está celebrando en Barcelona. ¿Hay discurso entorno a esta realidad? Se está tratando para poder encontrar la forma de salvar estas diferencias o, al menos, ponerlas sobre la mesa y empezar a tratarlas.

En el congreso se ha habla de válvulas: viene un médico y explica que tiene una válvula, un tubo, en el Fallot que se calcifica y expone cuáles son las variables que influyen en esa calcificación. En el Fallot, básicamente, ha de haber un tubo bien dilatado que si se calcifica no se achique tanto. Otro médico aporta un tubo sin células que no se calcifica. Actualmente se están poniendo válvulas pulmonares por cateterismo. Es un método que inventó Philipp Bonhoeffer: un buen día, cogió un trozo de la vena del cuello de una vaca, la puso arriba de un catéter y empezó a experimentar. ¿Qué ha pasado con todo ello diez años después? ¿Cómo se ha calcificado? ¿Qué resultados se han obtenido? Todo esto es lo que tratamos en el congreso. Es decir, el avance de la ciencia. Sí que hay alguna exposición como la de Martin Elliot de Londres, una persona macanuda, que ha expuesto cuál es la mejor medicina, cuál la más eficiente, qué porcentajes se gastan en salud y nos ha hablado de todas estas variables. Pero evidentemente, no es lo que al médico más le preocupa porque el médico lo que quiere es saber que es lo qué va a hacer con sus pacientes.

Hay una frase en el libro que dice: “No hay éxito sin felicidad”. A veces se intenta hacer mucho y, al final, se causa más sufrimiento que felicidad. Debe ser complicado decidir hasta dónde se puede llegar con la medicina o si hay límites al respecto.

A veces intervenimos el corazón y el niño sufre una hemiplejia por un cuágulo cerebral. Cuando pasa es terrible, pero no somos dioses y hacemos lo que podemos. Solemos acordarnos siempre de los casos que nos fueron mal porque los que nos fueron bien, consideramos que era lo que correspondía, no les damos el valor que tienen.

La parte humana de los médicos sufre. Igual que sufren los padres o los abuelos. Y te diré más, el sufrimiento de los abuelos es incluso peor porque no pueden decidir. A mí me han llegado a llamar tías, para saber mi opinión. Hay familiares que hacen una investigación a espaldas de la familia para saber de primera mano que es lo qué le está pasando a sus parientes. En definitiva, todo el entorno sufre.

Creo que depende de la idiosincrasia de cada uno, yo soy de la opinión que debemos valorar y ocuparnos de cada paso y si va mal, también nos ocuparemos.

Retos de futuro de las cardiopatías congénitas

En una entrevista que mantuvimos con dos cardiólogos infantiles en la Fundación CorAvant, hablamos que el mundo de las cardiopatías congénitas está entrando en una segunda fase; ahora ya no se opera sólo pensando en la supervivencia sino que se interviene pensando en la calidad de vida del paciente.

(Riendo) todo es culpa de los padres. Mira, a mí me vienen y me dicen:

– “por favor, doctor sálvele la vida a mi hija.”
Entonces el equipo y yo le salvamos la vida.

Al poco tiempo vuelven a venir y me dicen:
– “Doctor, ¿mi hija puede hacer deporte?”

Al tiempo, vuelven a venir:
– “doctor, ¡mi hija está loca!, dice que quiere quedarse embarazada y que va a hablar con usted. Y usted ¿qué le va a decir?”

Y yo les respondo:
– “Pues le diré que lo tenga, claro.”

– Y ¿si sale mal?

Y, llegado este momento es cuando les digo:
– “Vamos a ver, ¿usted recuerda de dónde partimos?

Una vez, un padre, antes esta pregunta me respondió:
– “Sí doctor, ya sé, antes sólo tenía un feto y ahora tengo una hija que me da un beso todos los días”

Al margen de la parte más dura y seria de la medicina, en todas estas historias hay una parte emocional muy importante que es imprescindible atenderla.

Reirse de la propia desgracia forma parte de la grandeza que hay que tener

Hay que tomarse las cosas con cierto humor a pesar de la gravedad…

Sin lugar a dudas, reírse de la propia desgracia es algo que aprendimos nosotros en los Andes cuando éramos pura mugre.

Hay una anécdota que escuché en una conferencia suya, sobre una cocacola…

Allí en la cordillera, una noche, Pedro se levantó y dijo: – “voy a por una CocaCola.”  El que estaba a mi lado me comenta: – “ fíjate, Roberto, cómo delira ” Y en esas que yo salto y le digo:”

– Pedro ¡traéme una a mí también!

Sí, sin duda, creo que reírse de la propia desgracia forma parte de la grandeza que hay que tener.

Es una gran capacidad

Sí, una capacidad que hay que trabajarla y desarrollarla. Entre todos, debemos enseñar a esos niños y niñas a vivir con un corazón imperfecto.


Reeducación Postural Global

Muchas veces, el paso del tiempo y el ritmo de vida que llevamos hace que acumulemos tensiones, perdamos elasticidad y nos vamos deformando o encogiendo. Todo esto se agrava un poco más en el caso de las personas que tienen alguna patología, han sufrido lesiones, accidentes o han sido intervenidas quirúrgicamente.

Hace más de 30 años, Philippe Souchard introdujo en España un método innovador de fisioterapia: la Reeducación Postural Global (RPG).

Este es un tratamiento activo de recuperación, guiado en todo momento por el terapeuta, que utiliza como única herramienta la terapia manual, estirando los tejidos, reduciendo las tensiones, cuidando las articulaciones, eliminando las molestias y modelando el cuerpo de la persona. En ningún momento se realizan gestos bruscos, pasivos o inesperados.

Principios de la RPG

  • Los músculos se organizan en forma de cadena. El cuerpo organiza sus gestos y movimientos a través de cadenas funcionales compuestas por una serie de músculos y articulaciones. Cuando algún componente de la cadena falla, toda ella se ve afectada y los síntomas pueden surgir en cualquier lugar. Por tal motivo, es preciso tratar toda la cadena funcional y corregir todos sus componentes a la vez.
  • Diferenciación entre los músculos estáticos y los dinámicos. Los músculos dinámicos pueden perder eficiencia cuando están atrofiados o tienen poco tono. Los estáticos, en cambio, pierden eficacia cuando están rígidos o tienen un tono excesivo. Ejercitando unos y estirando los otros conseguimos ganar elasticidad, recuperar el tono muscular adecuado y eliminar las tensiones innecesarias.
  • La gravedad y la acción muscular comprimen las articulaciones. Las articulaciones y los discos intervertebrales no solo aguantan el peso del cuerpo, también sirven de punto de apoyo para que los músculos puedan ejercer sus acciones: mantenernos rectos y realizar los movimientos. En el tratamiento de una articulación dolorosa es fundamental aligerar su presión descomprimiéndola y estirando suavemente toda la musculatura que la rodea y que, a lo largo del tiempo, ha mantenido una posición incorrecta o con excesiva tensión.
  • La respiración. Cualquier alteración en el cuerpo o en la mente provoca inmediatamente una alteración en la respiración. Y viceversa, la respiración repercute también en la forma y el funcionamiento del cuerpo y en los aspectos emocionales y mentales de la persona. Es muy importante respirar bien, sin bloqueos ni tensiones. La RPG presta una atención constante a la respiración, flexibilizando el tórax y relajando la musculatura inspiratoria, que en algunas ocasiones se encuentra muy tensa. 

Fuente: Asociación Española de RPG.