“¿Como tienes la rodilla, Masiel?” La Masiel Hernández trabaja en la AACIC desde diciembre del 2017. Lleva la secretaría. Me dijo que se había hecho daño en la rodilla. “Sí. Fue este verano, en julio, jugando a voleibol en la playa. Pero ya estoy mejor”.
Escribo esto el día siguiente a la Fiesta del Corazón 2022. Berta ha participado en la organización del acto. Posiblemente la conocéis… Habréis hablado con ella por teléfono, habéis coincidido en el encuentro anual de la entidad o en alguna actividad solidaria. Por cierto, le gusta andar, pero de esto hablaremos al final.
Son las nueve de la tarde y Maria Valldeneu acaba de llegar a casa. Nació en Centelles, pero ahora vive en Vic. Viene del gimnasio. ¡Cuarenta y cinco minutos de spinning! Esto los lunes. Los miércoles hace 90. ¡Noventa minutos sobre una bicicleta estática a toda castaña!
Mireia conoce AACIC desde que nació su hermano pequeño. Ahora, ella trabaja como psicóloga atendiendo familias y niños con cardiopatía en el Hospital Materno Infantil de la Vall d’Hebrón.
En casa tengo una fotografía de Rosa Armengol, gerente de AACIC, con un elegante vestido de diversas lanas, dos piezas, falda y chaqueta entallada. Un vestido de boutique. Rosa sabe cómo vestir cuando la ocasión así lo requiere, pero en el día a día elige la comodidad, la ropa adecuada para ponerse manos a la obra. Dejar las cosas para otro día (lo llaman procrastinación) no es propio de ella.
Desde finales de verano hasta otoño, Mònica sale prácticamente cada fin de semana a coger setas. (¡Esto es una obsesión!). Comparte la afición con su compañero.
La afabilidad, la consideración hacia las personas y el respeto, son tres factores que Rosana lleva incorporados de serie.
Le gusta hacer puzzles. «El último puzzle que he hecho es un mapamundi de cinco mil piezas». Lo hizo cuando estaba embarazada de Nil, su primer hijo
Àngels Estévez admite que no le cuesta nada conectar con la gente : » Las familias me llaman para cosas relacionadas con las cardiopatías , pero también para otras cosas. Hemos pasado este umbral…»