Editorial

“De esto se llama tener oficio. Saber sacar la punta de las cosas que a veces son insignificantes, pero que pueden tener mucha cuerda”

Conversamos con el músico y compositor Joan Reig sobre el trabajo de campo antes de componer las piezas musicales, la inspiración, el talante de los músicos y de su actitud exploradora y curiosa.

Enhorabuena por tu segundo disco en solitario Bagatzem. Sobre el nombre: es un término de la Vall del Francolí para designar “magatzem”. Pero  también suena a “bagage” entendido como el conjunto de conocimientos que tenemos y todo aquello que llevamos encima.

Va más por la parte de “magatzem”, una variante, un localismo dialectal de la palabra almacén. Pero lo que acabas de decir me lo apunto, lo utilizaré a partir de ahora porque me h gustado mucho esto del bagaje. De hecho,     de alguna manera, un almacén o bagatzem, según cómo lo pronuncies, es un contenedor de coses y, para los que escribimos, de sentimientos, de sensaciones, de experiencias que vas acumulando y que tu plasmas en el papel en forma de poema o de canción y lo gurdas en el almacén.

Y bagaje también está bien porque es el bagaje de tu vida, de todo lo que vas guardando, de tu experiencia, de los sentimientos que llevas dentro.

Un “bagatzem” es un lugar donde llevas las avellanas, los melocotones para que los encajen, llevas las aceitunas para hacer aceite o la uva para hacer vino. El bagatzem (almacén) que sale en la portada del disco es el que tenía mi bisabuelo aquí en Constantí, que hacía la función que he explicado. A mí me ha servido usar esta palabra porque de alguna manera se trata de una caja donde iba guardando todo lo que escribía.

Te conocemos sobre todo como el batería de Els Pets y del grupo Mesclat, y también eras cantante del grupo Refugi y batería del grupo Tàrraco Surfers.

Refugi es un grupo que formamos con Joan Pau Chávez. es un grupo de homenaje a la gente de la “Nova Cançó”; ahora diríamos un grupo de tributo. Queríamos reivindicar aquellas grandes canciones que creíamos que habían quedado un poco olvidadas. Cada generación escucha su música, pero nosotros creíamos que estaría bien dar un paseo por el pasado y volver a subir al escenario estas canciones con nuevos arreglos para mostrar al público joven algo que no había conocido de aquella época

El Tàrraco Surfers es posterior, todavía funciona y es un grupo de baile. Nació como grupo instrumental sordo, un género muy común en la música instrumental. Después se convirtió en algo más “patxangueros” y lo que hacemos es música de verbena en clave de surf: un “divertimento”. Pero también nos ganamos la vida. Lo paso bien haciendo versiones, porque yo vengo de este mundo. Antes de ir con Els Pets, había estado nueve años con grupos de orquestras con música de baile.

¿Qué es lo que te movió en 2018 a lanzarte a editar tu primer disco en solitario?

Cuando me pongo delante como cantante con el grupo Refugi es una prueba de fuego para mí. Me siento bien y a lo largo de los años vamos consolidando el repertorio, y a lo largo de los años vamos consolidando el repertorio, pero también voy consolidando la voz y el hecho que delante mío no había la batería, sino que había público. Y eso no es fácil; si lo hubiera hecho siempre, de acuerdo, pero lo he hecho de mayor. Y bien, poco a poco, me fui consolidando  como cantante, me encontraba más a gusto; así que me dije que ahora me tocaba reivindicarme como autor, aparte de cantante. Empecé a mezclar canciones escritas por mí de Els Pets con canciones que tenía escritas y las guardaba en un cajón, hice algunas nuevas, y también me gustaba mucho hacer versiones de otros artistas, de gente que me ha influenciado, tanto catalanes como internacionales, que me han ayudado a formarme como artista y también como  persona.

En el primer disco hay una canción recuperada de Els Pets que le di una vuelta, la hice muy diferente a la original. Es una versión de Bob Dylan, One Too Many Mornings. También hay una versión de los Quatre Gats, un grupo de blues de mediados de los sesenta en el cual Francesc Pi de la Serra, como guitarra solista y cantante.

Ahora presento el segundo disco con material propio, con letras, canciones y música mías.

Hablando del segundo disco, hay una novedad: la  combinación de canciones y poemas.

Sí. Es algo un poco arriesgado. Porque son poemas musicados y también recitados. Hay ocho canciones y ocho poemas recitados sobre paisajes sonoro. Era un reto importante. El “feed- back” que tengo es bueno, y eso es gracias al productor musical, Roger Conesa, que ha tenido la habilidad de hacer los arreglos y estos paisajes sonoros de los poemas que van llevando de la canción al poema, del poema a la canción, y todo va fluyendo  como un riachuelo, como el agua cuando baja. Siempre hay un elemento que  queda del poema en la canción, puede ser un elemento tímbrico, musical, o un sonido, que lo ata. Estoy muy contento. Hice las canciones y necesitaba que alguien lo atara de una manera natural y creo que ha salido bien.

Centrándonos en el trabajo de composición. ¿Cuál es el trabajo de campo que haces? ¿Qué es  lo que te inspira? ¿De dónde salen las ideas?

Excepto una serie de poemas que se llaman Baix a mar, que vienen de un retiro emocional de hace cinco o seis años (Baix a Mar es el barrio marítimo de Torredembarra), el resto de canciones son bastante recientes, del último año o año y medio, y por lo tanto coinciden con el confinamiento. La materia prima la encuentro en una mirada introspectiva. Cuando nos encerraron por la pandemia, la ventana que teníamos eran las redes sociales y los medios de comunicación. Los primeros días me percaté de que todo aquello me saturaba, me agobiaba y me dolía. Tampoco me daban ninguna explicación de lo que estaba sucediendo más bien confusión. Explicación técnica sí, una pandemia, pero si recuerdas había mucha confusión y también muchas noticias contradictorias. Entonces, un poco para curarme, para protegerme, por una cuestión de salud mental, decidí borrarme de las redes o no utilizarlas. Incluso había gente que me enviaba mensajes privados y me preguntaba si estaba bien, si estaba enfermo; les decía que estaba bien, que lo que pasaba era que no quería mirar más afuera porque no encontraba nada, que quería mirar más en el interior. Cuando miras dentro es cuando te encuentras a ti mismo, haces como un poco de terpia. Y después de ti mismo, tu entorno más cercano  es la familia, tu pueblo, tu pasado, y buceando en el pasado salieron una serie de poemas y canciones, algunas más descriptivas que explican historias, otras más de pensamiento y sensaciones.

¿Qué va primero: la letra, la entonación del estribillo, el ritmo?

Hay gente que primero hace la música y, puesto que la música te da una métrica, pone la música encima y todo va saliendo. En mi caso i, sobre todo, en este disco, primero he escrito las letras. La mayoría de ellos son poemas. Algunos los he mantenido como poemas, por tanto, recitados, concretamente ocho, otros los he musicado. Otros temas ya nacieron para ser canción, como Un pessic de mel, Bonica i contenta, Juriol, La dona del fons del pou… Pero hay que son poemas transformados en canción, hay que tienen estribillo, y por tanto, no nacieron para ser canción, sino poemas, y aun así los he musicado.

La canción Un pessic de mel la dedicas a tu hijo como regalo de su décimo aniversario.

Sí. El 26 de marzo de 2021. Creo que es la canción más moderna, más reciente. Siempre he sido crítico en hacer canciones a los hijos, porque los padres no tenemos filtro, todo lo encontramos bien, somo incapaces de ser críticos con una canción dedicada al hijo. En aquel entonces me resistía, pero al final lo hice un poco como una despedida de su infancia. Queda muy poco tiempo para que le pueda hacer un regalo de niño pequeño, porque está a punto de entrar en la preadolescencia y entonces según qué cosas ya las rehúyen, empiezan a ser hombrecitos o mujercitas y no quieren este tipo de cosas como una canción que  habla  de monstruos y de la luna. Lo hice como regalo. Esta canción representa un poco la cara más luminosa del disco, porque hay otra cara más oscura.

Y tu hijo, ¿cómo se lo tomó?

Muy bien porque lo hicimos de manera que el single salió digitalmente el día que él cumplía años, y con el videoclip, que ya teníamos hecho, también. Lo hicimos con tal intención. Cuando llegó de la escuela, nos sentamos en el sillón de casa, estaba su abuela, su madre, su madrina, sus primos… y todos juntos le pusimos el videoclip en el Youtube y “flipó” porque la melodía ya le sonaba. Él había grabado voces, sin letra,  la parte de “pa pa pa ra pa”; la parte en que tarareamos, él la había cantado; por tanto, conocía la melodía, le sonaba, y la parte del videoclip que es él el que sale, mi sobrina, Judit Sabater y su pareja Aleix Costa, que son los que lo realizaron,  lo enredaron una mañana y le dijeron que iban a gravar un trabajo y él se lo creyó. Cuando se vio en la imagen y reconoció la canción e iba leyendo la letra, empezó a entender. El regaló funcionó.

¿Las otras canciones tienen también una historia detrás?

En esta época introspectiva he encontrado los fantasmas que te rodean y que te acompaña durante toda la vida. Fantasmas bonitos, pero a veces no dejan descansar o no dejamos que las cosas descansen cómo deben hacerlo. Por ejemplo, en la canción Juriol, que es otra variante dialectal, es una canción de un tío mío que murió en 1957. Años más tarde nací yo, en el año 1963, pero en realidad hablo de mi padre, cómo este proceso de duelo lo acompañó toda la vida hasta su muerte. Fue una muerte trágica, un accidente de tractor, porque en casa  también eran payeses. Y todo esto marcó mucho la infancia y la vida de mi padre. Fue una manera de canalizarlo y explicarlo.

También hay historias inspirades en Constantí, como La creu de Salom, que es como un romance popular, pero está escrito por mí, una historia de del pueblo basada en una leyenda, y la he transformado y convertido en un romance del siglo pasado con estrofas de seis versos con  rima consonante. He querido hacer como un western catalán que sucede a finales del XIX principios del XX. Un señor que va a vender la cosecha de avellanes a Reus y acaba  celebrándolo yendo de “pepas” y en este viaje  se encuentra un personaje misterioso que resulta ser el diablo. Está basada en una historia que explicaban aquí de la cruz de Salom.

Después hay alguna que es como un homenaje a las mujeres de la generación de mi abuela, a quien se les escoge el destino, la vida, el camino, casándolas con quien convenga por intereses familiares, económicos, o lo que sea. Y durante muchas generaciones, la única salida, la manera de liberarse de la muerte. Es muy triste, y esto aún pasa en muchos países.

Esta historia es más reivindicativa.

La otra canción más reivindicativa que hay es Llaços grocs, un poema que envié a  Jordi Cuixart en la presó, dedicada a él pero también al resto de prisioneros políticos, un poco para canalizar  la rabia de todo aquello que estábamos viviendo, del proceso, toda la represión del Estado español, y del aparato judicial y policial, y cómo los habían tratado. Es uno de esos poemas que me atreví a musicar y ha quedado como una canción muy épica. Hay unos arreglos con el productor Roger Conesa con sonidos de percusión tradicional y de copla. Estamos especialmente contentos de cómo ha quedado.

Háblanos un poco de la actitud exploradora de los artistas…

Si no eres una persona curiosa  y te dedicas al arte, no puedes transmitir a los demás. Incluso hablando de ti debes ser curioso, y también debes tener la necesidad de investigar y de bucear dentro de ti. A veces miras fuera, a veces dentro de ti, pero si no tienes curiosidad, vamos mal.

Estar atento de lo qué pasa a tu alrededor…

De esto se le llama tener oficio. Saber sacar punta de las cosas que, a veces, son insignificantes, pero que pueden tener mucha cuerda. También que quién lo lea, encuentre esta cuerda, que le encuentre sentido y se sienta identificado.

 

 

Entrevista publicada en la Revista 27 de la entidad (mayo 2022)