Un gran gesto solidario por las cardiopatías congénitas

El mes de abril, Mutua de Propietarios contactó con AACIC porque quería presentar su campaña de valores de una manera especial: comprometiéndose con su equipo, con la sociedad y con el medio ambiente. La Mutua escogió nuestra entidad porque vio en la web www.aacic.org que podía ofrecer a sus empleados un regalo de empresa y hacer un gesto solidario.

Así pues, el 17 de mayo, todos los trabajadores de Mutua de Propietarios recibieron la carta de compromisos de la entidad y un lápiz muy divertido como símbolo de su firma firme con los trabajadores, la sociedad y su entorno.

Desde AACIC destinaremos esta donación a los servicios y proyectos para los niños, niñas, jóvenes y adultos con cardiopatía congénita.

¡Muchas gracias por este gesto solidario!

Descubre más iniciativas solidarias en el blog Yo también soy un As de Corazones


«Crecer siempre es una experiencia difícil por la que todos tenemos que pasar. Como la vivimos, depende sólo de nosotros»

Hace algo más de diez años que entré a la Asociación, hasta entonces no había conocido a nadie con cardiopatía congénita y me alucinó encontrar un grupo de gente joven como yo que estuviera pasando por lo mismo. ¡Yo que siempre había pensado que era el «bicho raro» allí donde iba!

Recuerdo que escribí un artículo sobre qué significaba nacer con una cardiopatía congénita. No era un texto muy positivo ni alentador, por el contrario, los de mi generación no lo tuvimos fácil. La medicina aquí, hacía poco que había empezado a trabajar en este campo y todavía había que recorrer mucho camino. Y nadie sabía nada sobre cómo se vivía y se convivía con una cardiopatía congénita.

Afortunadamente, los tiempos han cambiado, el mundo ha cambiado, la medicina ha dado un salto espectacular y gracias a AACIC nuestro día a día ha mejorado considerablemente. Es por eso que me reconforta y, por otro lado, no me extraña leer los testimonios de jóvenes con cardiopatía congénita que apenas salen de la adolescencia y que hablan con un criterio, un humor y unas ganas de comerse el mundo increíbles.

Crecer siempre es una experiencia difícil por la que todos tenemos que pasar. Como la vivimos, depende sólo de nosotros.

 

Carme


¡Quiero vivir cada día como si fuera el último y dar felicidad a mis 3 grandes tesoros!

Me presentaré. Seguro que muchos de vosotros no sabéis nada de mí y otros apenas me conocéis. Me gustaría compartir mi historia con ustedes, la historia de mi vida, como cardiópata que soy y desde mi más sincera experiencia.

Me llamo Melania, tengo 35 años y tengo una miocardiopatía hipertrófica familiar por una mutación en el gen MYH7. Por suerte mis 8 hermanos están bien y por desgracia yo estoy en una fase muy avanzada de mi enfermedad. Llevo 17 años de mi vida con una larga y dura lucha, a pesar de todo me siento afortunada, he podido cumplir mis dos sueños:

  • El primero, ser madre dos veces, aunque los médicos decidieran que era un riesgo muy importante para mí y, lo más importante a pesar de las complicaciones, tengo a mis dos pequeños hombrecillos conmigo.
  • El segundo, vestirme de blanco y sentirme una princesa en un día tan importante. Tengo la gran suerte de tener un marido que está al pie del cañón en mis momentos más duros.

Para los que no saben o no conocen la miocardiopatía hipertrófica es una enfermedad del miocardio -el músculo del corazón- en el que una porción de él se encuentra hipertrofiado o engrosado sin causa aparente.

Aquí empieza mi larga historia como paciente cardiópata

Me encontraron la enfermedad no porque tuviera síntomas, sino porque al ir a urgencias en el Hospital Taulí de Sabadell por un dolor de estómago, auscultaron algo fuera de lo habitual: así me hice paciente cardiópata. Desde entonces me asintomática.

En 2008 comenzó todo, embarazada de mi primer hijo me dio un angor (angina de pecho) en el parto y, aunque tuve la ayuda necesaria para evitarme considerables esfuerzos, mi corazón se notó afectado.

En 2009 tuve una fibrilación auricular con angor de pecho hemodinámica. ¡Estos cardiólogos si que son técnicos con el vocabulario! En palabras menos técnicas: me dio una arritmia con dolor, me empezaron a tratar con el sintrom -si esa pastillita que muchas personas mayores toman para hacer la sangre más líquida y que no se te hagan coágulos-. Esto me cayó como un jarro de agua fría, ya que estaría toda mi vida haciendo controles.

En marzo del 2010, a pesar del tratamiento, me tuvieron que implantar un marcapasos. Ese día recuerdo que me quería ir del hospital, no aceptaba que mi corazón tuviera que tener la ayuda de un aparato. En pocas palabras: me sentí como un robot.

En febrero de 2012 me realizaron una ablación septal con mejora del gradiente de obstrucción. En las pruebas post-procedimiento se vio nueva reaparición del gradiente.

En febrero de 2014, embarazada de mi segundo hombrecillo, ingresé nuevamente por otra arritmia, como la llaman los cardiólogos por fibrilación auricular rápida. Y se dieron cuenta que tenía trombo en la aurícula izquierda, por eso no me pudieron hacer una cardioversión, que es como hacer como diríamos a un ordenador «un reset».

Como os imaginaréis, el embarazo no fue nada fácil cuando el corazón te va a toda velocidad sin poderlo controlar y sin poder hacer nada para frenar esta arritmia.

Lo mejor de estas pesadillas fue tener a mi hijo que, a pesar de una dura espera, nació con 30 semanas, porque mi corazón ya no podía trabajar más.

Me sentía feliz, porque a pesar del sufrimiento y que seguía con la arritmia, al ver lo que había conseguido no podía pensar en otra cosa, sólo mantenerme fuerte para seguir luchando y ¡poder ver crecer a mis dos niños!

La espera fue larga y dura, a pesar de mi estado y que me esperaban 44 días de incertidumbre y preocupaciones y muy duros momentos, en lo único que podía pensar era en el cuidado de mi pequeño. Sabía que me necesitaba, ¡necesitaba a su madre!

Mientras hacía canguraje (piel con piel) en la Unidad de Cuidados neonatales en Vall d’Hebron, mientras notaba como mi corazón iba a toda velocidad, no os voy a engañar fue duro, muy duro, aunque para mí lo más importante en ese momento no era la arritmia que me daba la lata y no me dejaba en paz. Me sentía como una corredora, corriendo a toda velocidad, con la única diferencia, que estaba sentada en una silla con mi pequeño en mi pecho, ¡cogido y metido dentro de un soplo! Lo que sí que os puedo decir es que no me sentía una heroína por haber podido tener un segundo hijo, sino ¡una madre y feliz!

Resumiendo lo que queda de mi historia cardiológica os contaré que en diciembre de 2014 me trasladaron de Vall d’Hebron al Hospital Bellvitge ya que la arritmia o fibrilación auricular no se controlaba con los fármacos debido a un hipertiroidismo por el embarazo.

Me trasladaron para estudio pre-transplante cardíaco pero decidieron agotar los últimos cartuchos, por eso me realizaron una ablación del nodo AV. Sin palabras técnicas y después de mi larga experiencia como paciente cardiópata y desde mi más dura experiencia, me quemaron el acceso de las aurículas y los ventrículos dejando la puñetera y persistente arritmia cerrada en las aurículas. Ahora sí, mi corazón necesitaba el marcapasos sí o sí, mi vida dependía de aquel dichoso aparato. Lo digo así porque para mí en ese momento eso era mi vida, ahora sí que estaba en manos de un aparato, éste que al principio me hizo sentir un robot y ahora ¡sólo podía agradecer su utilidad! Al principio me costó aceptarlo, pero la verdad que lo que quieres es vivir y te aferras a cualquier puerta que tengas.

Lo que si que tengo presente preguntarle al cardiólogo es: y si falla el marcapasos, ¿qué será de mi vida? Y la única respuesta fuera: tranquila, ¡tienes unos minutos de rescate! ¡Buf! Es dura esta respuesta, muy dura, pero al final no te queda otra que aceptarla y agradecerle a él y a todo el equipo de cardiólogos que te hayan dado esta opción y que si ésta no funciona sigue quedando otra. Más dura, más complicada… En conclusión, tuve mejora y, por tanto, se aplazó, de momento, el trasplante cardíaco.

Ahora, actualmente, no estoy pasando por un buen momento, mi enfermedad va progresando. No les explicado que también tengo una artritis reumatoide infantil desde pequeña y eso aún complica más las cosas, no me queda otra que aguantar de dolor torácico y de sensación de disnea. No es justo para mí, ¡no tienen nada que pueda hacerme sentir bien!

La verdad es que ya no pienso en qué será de mí, sino en ¡disfrutar y vivir cada día como si fuera el último y dar felicidad a mis 3 grandes tesoros!

Sólo puedo agradecer a mis dos niños y a mi marido por amarme tanto y cuidarme, ellos si que son luchadores en mis momentos más duros. Y a mi pequeñito de 3 añitos, tan pequeño y con tanta sensibilidad y fortaleza cuando me dice «Mamá, ¡tú si puedes!». También quiero agradecerle a mi madre, incluso sin tener la misma sangre, por todo el cariño que me ha dado y por haberme enseñado tanto. Siento que desde el cielo me ilumina en cada paso que doy.

 

Melania


 

Podéis conocer un poquito más a Melania entrando en su grupo de Facebook: Historia de una cardiópata


Los chicos y las chicas del encuentro virtual están entusiasmados para que siga adelante este espacio

El miércoles 7 de junio tuvo lugar el segundo encuentro virtual de jóvenes con cardiopatía congénita. En esta ocasión participaron 5 chicos y chicas y las dinamizadoras del encuentro: Gemma Solsona y Mireia Salvador, psicólogas de AACIC CorAvant.

Los temas que tratamos fueron la sobreprotección de los padres, la autoestima, la cicatriz, sus aficiones… y cada uno hizo una breve explicación sobre su cardiopatía congénita y su estado a nivel médico. A partir de ahí, salió el tema sobre si hace falta que conozcamos cuál es la cardiopatía que tenemos. Hubo diversidad de opiniones, hay quien decía que sí, para estar informados de qué es lo que le pasaba, y otros decían que no hacía falta saber el nombre exacto.

Todos los cinco participantes expresaron sus ganas de continuar con estos encuentros virtuales: están muy entusiasmados en mantener un contacto periódico y quieren seguir hablando entre ellos. Además, propusieron hacer un encuentro real todos juntos.

Los encuentros virtuales para jóvenes con cardiopatía congénita forman parte de una prueba piloto que hemos llevado a cabo desde AACIC CorAvant para conocer cuáles son las inquietudes de los jóvenes con cardiopatía congénita y si quieren tener un espacio propio para ellos . La próxima semana, haremos evaluaciones individuales con los chicos y las chicas para valorar cómo deben seguir estos encuentros y cómo debería ser el espacio de jóvenes


Este año volveremos a tener a Pere en las colonias de verano

Pere es un niño muy tímido y siempre está de mal humor. Este es el segundo año que vendrá a los campamentos de verano de AACIC CorAvant con su prima que tiene una cardiopatía congénita.

La primera vez que vino de campamentos nos comentó que él allí no pintaba demasiado nada: «no me gusta jugar al fútbol», «no me gusta bailar», «no me gusta pintar»… y siempre se quedaba sentado en un rincón.

Un día, mientras sus compañeros estaban haciendo una actividad de baile, Pere les miraba desde lejos, pero llevaba el ritmo con los pies. De repente, una de las monitoras de los campamentos se acercó a él y le propuso unirse a sus compañeros: «ponte detrás de todo, así no te verá nadie».

Al final, Pere terminó bailando al medio con todos sus compañeros y compañeras e ¡incluso quiso salir al vídeo! Todo serio, eso sí, pero ya se empezaba a encontrar bien allí.

Este año cuando venga a las Aventuras.cor de Verano miraremos que dé un paso más y que durante las actividades que hacemos lo pase bien y saque una sonrisa.

 
** Esta historia está basada en hechos reales, sin embargo, el nombre del protagonista y los detalles de la historia son ficticios para respetar el derecho a la intimidad de nuestros socios y socias.


Tu eres mi hermano

Yo soy Neus y no estoy operada. Soy la hermana de Nil, un joven operado de corazón. Cuando tenía 3 años le diagnosticaron una enfermedad congénita y los 5 años decidieron operarle de la estenosis supravalvular aórtica. Aparte de estar operado de corazón Nil tiene el síndrome de Williams, una enfermedad sin cura que sólo tiene 1 niño de cada 7500.

Yo amo a mi hermano tal y como es. Me encanta su manera de ser, su sonrisa, su mirada, su nariz, sus dientes, su carita de gamberro que tiene, me encanta todo. Aunque a veces las bofetadas van que vuelan como todos los hermanos, pero te puedo decir que no te cambiaría por nada.

Actualmente él va en una escuela de niños especiales. Le encanta viajar y explorar nuevos mundos y compartir momentos con familia. Como todo el mundo tiene sus aficiones y le encanta mirar las motos y el rally. También le gustan los bomberos y los caballos. Uno de sus hobbies es jugar a la tablet, pero aparte de eso también lo son la bici y la natación.

Nil hace 8 años que participa en los campamentos que organiza AACIC. Siempre está esperando el momento para que lleguen ¡ya que sabe que lo pasará genial! En los últimos años yo lo he acompañado y puedo asegurar que ¡son los mejores campamentos del mundo mundial! Al principio yo no me quería quedar, pero ahora pagaría lo que fuera para compartir momentos con todos los niños y niñas con cardiopatías. Lo mejor de estos campamentos es la compañía que te rodea durante aquellos días y pasar una semana a su lado te hace ver la vida de otra manera y te hace sentir especial y puedo asegurar que esto no tiene precio.

Y para terminar sólo quiero decir una cosa: todos aquellos que tengan miedo ya sea para pasar una operación o cualquier cosa, luchad por lo que deseáis y lo conseguiréis. Los médicos intentan hacer lo mejor que pueden, pero no lo dudéis nunca, tu corazón también.

Esto va dirigido a todas las personas operadas, pero sobre todo a una persona en especial, Martí Noceda, porque él siempre me ha cuidado como si fuera su hermana. Ahora te mereces todas mis fuerzas para seguir adelante, por lo tanto ya sabes, todo saldrá bien y piensa que no estás solo que detrás tuyo tienes muchísimas personas que te quieren. Sé fuerte y demuestra que tú puedes. Y sé que tú vencerás este miedo que tienes.

 

Neus Rodríguez Bultó
14 años


Hoy nos despertamos con una triste noticia: después de una dura lucha contra el cáncer, ha fallecido el periodista Carles Capdevila

El mes de agosto de 2015, Carles Capdevila hizo público que tenía un cáncer y su batalla para combatirlo. Durante su trayectoria como periodista siempre fue fiel a su propósito: acercar la vida cotidiana y emotiva de las personas al periodismo. Trabajó en el diari El 9 Nou, diari Avui, Ctaalunya Ràdio, TV3 y fue el fundador del Diari Ara l’any 2000 y director de este medio de comunicación durante cinco años, hasta que le diagnosticaron el cáncer, que decidió ponerse en un segundo plano para cuidarse él y pasar más horas con su familia.

A AACIC conocimos a Carles al Encuentro de los 15 años de nuestra entidad. Nos encontramos todos en el recinto Flor de Mayo, en medio de Collserola. Los padres y las madres aprendieron riendo con la charla de Carles…

Ser padre, o madre, es vivir en la contradicción. Cuando nuestros hijos son pequeños, estamos todo el tiempo «ale, camina…», y cuando ya caminan, entonces, no paramos de decir: «estate quieto. ¡Siéntate aquí y cállate!».

Me considero un educador amateur, que quiere decir que ama. Amo a mis hijos y por eso quiero educarlos. ¿Cómo? Después de años de hacer de padre, he descubierto que la única teoría que funciona es la de la relatividad. (…) No puedes hacer planes, no hay manera de acertar cómo saldrán, como serán, qué harán. Es imposible. ¡Por suerte! Lo único que puedes hacer es adaptarte y no dejarte atrapar por la gente que, cuando eres padre por primera vez, te dice: «Uy, ahora! Te cambiará la vida, ¿eh?». Está claro que los hijos te cambian la vida. ¿O es que no te lo imaginabas, que te cambiaría?

Educar es difícil. Será tan difícil como queráis, pero no es imposible. Y, si tienes hijos, es obligatorio educarlos, y, además, es el mejor reto del mundo. Tener hijos no es un problema. Eso sí, nos obliga a estar vivos.

Lee la noticia de la conferencia de Carles Capdevila en el 15º Encuentro de AACIC

Lee la noticia de la muerte de Carles Capdevila en el Diari Ara


Carlota espera con mucha ilusión las Aventuras.Cor de verano

Carlota no hace mucho que volvió a ser intervenida. La operación fue un éxito y la recuperación muy rápida. Los médicos le dijeron que podía hacer vida «normal».

«Hacer vida normal» por Carlota significa empezar una vida nueva. Una vida donde ella es capaz de hacer frente a los pequeños retos cotidianos: elegir la ropa, ducharse, peinarse sola… que poco a poco va superando con ilusión y entusiasmo. Una vida donde hacer cosas nuevas como ir de campamentos.

Sus padres no estaban seguros, nunca había dormido fuera de casa. Tenían miedo que su hija se añorara. Esta Semana Santa participó en las Aventuras.Cor donde vivió su primera experiencia de pasar dos noches fuera de casa y compartir una estancia con otros niños y niñas que tienen una cardiopatía congénita como ella.

Ahora espera con mucha ilusión las Aventuras.Cor de verano para volver a compartir unos días juntos con sus nuevos amigos y amigas.


Compartimos experiencias en el Encuentro anual de AACIC CorAvant

A las 10 de la mañana las familias comenzaron a llegar a la casa de colonias Mogent de Llinars del Vallès. Allí, el equipo de AACIC CorAvant ya los estábamos esperando para comenzar con las actividades del Encuentro anual de AACIC CorAvant.

Asamblea anual

A las 10.30 horas, los padres y las madres se reunieron en la Asamblea donde Rosa Armengol y Berta Giménez, gerente y responsable de comunicación de la entidad respectivamente, explicaron el trabajo realizado a partir de la memoria de actividades de 2016, los proyectos que tenemos en marcha desde la entidad y los que están previstos para este 2017. En la Asamblea se aprobó poder empezar a tramitar que AACIC sea una Entidad de Utilidad Pública.

Taller de papiroflexia y espectáculo del clown Pasquale para los niños y niñas

Por la mañana, los niños y niñas participaron en un taller de papiroflexia, donde plegaron un corazón de papel y varios aviones que luego hicieron volar tan lejos como pudieron por los jardines de la casa de colonias. Los más pequeños, mientras tanto, jugaban a construir torres bien altas y robots muy fuertes. Tras coger fuerzas comiendo un plátano, Pasquale Marino, clown-actor y profesor de teatro, les ofreció un espectáculo que les dejó a todos bien cautivados.

Padres y madres conversan con la doctora Sílvia Teodoro

A las 12 del mediodía, después de unas pastas y un poco de café, la Dra. Sílvia Teodoro, cardióloga pediátrica en el Hospital Parc Taulí de Sabadell, se reunió con los padres, las madres y con el equipo técnico de AACIC CorAvant en una mesa redonda para hablar sobre la relación médico-paciente. Tras una pequeña presentación de todos los que estábamos en el encuentro, Àngels Estévez, psicóloga de AACIC CorAvant, inició la conversación con la doctora explicando que ahora con Internet tenemos mucha información a nuestro alcance. Ambas coincidieron en que esta información se debe saber contrastar e interpretar. Las familias comenzaron a decir la suya: había diversidad de opiniones sobre si era bueno o no buscar información por Internet, todo dependía de las experiencias personales que cada una había vivido.

Algunas de las familias coincidían diciendo que creían que no se les había informado suficientemente sobre la patología de su hijo o hija…

«Queremos más información, conocer cuáles son los síntomas, las recomendaciones que debemos tener en cuenta…», comentaba una madre.

«El médico no te conoce, debemos ser proactivos y hacerle ver que lo queremos saber todo. No marchar sin preguntar, preguntar y preguntar», decía un padre.

La doctora comentó que hay muchos diagnósticos y que los médicos no saben hasta donde deben informar:

«Mucha información tampoco es buena, porque no sabes si pasará. A veces no informamos de todo para que la patología puede evolucionar de muchas maneras y siempre puede haber imprevistos».

Gemma Solsona, psicóloga de AACIC CorAvant, animó a los padres y madres a ser capaces de poder pedir al médico todo lo que queremos saber ante la sensación de falta de información para poder estar más tranquilos.

Algunos de los padres y madres presentes pidieron a la doctora cuando era el mejor momento para explicar a sus hijos e hijas que tenían una cardiopatía congénita…

«Cuando tienes que explicarlo es cuando ellos lo piden. Con 8 – 10 años es cuando lo empiezan a pedir a la familia. Siempre depende, sin embargo, de la madurez de cada niño, pero normalmente es en la adolescencia cuando en las revisiones los médicos ya nos dirigimos al niño, ya que es él quien debe hacerse responsable de su cardiopatía», explicaba la doctora.

Ante esta afirmación, Rosana Moyano, psicóloga de AACIC CorAvant, comentó que después de una de estas visitas sería un buen momento para iniciar en casa una conversación padres – hijo.

«Siempre le he explicado a mi manera qué es lo que le hacían los médicos: una foto en el corazón», explica una madre.

«El médico le hizo un dibujo y le explicó qué es lo que le podía pasar antes y después de la operación (…) Él siempre ha sido muy consciente de lo que tenía, para nosotros es importante que lo sepa para no hacer sobreesfuerzos», comentaban unos padres.

«Si los padres asumimos la patología de nuestro hijo con positivismo, él lo recibirá de la misma manera. Tenemos que intentar llevarlo bien para que el niño también lo lleve bien», decía una madre.

Actividad asistida con perros de la mano de Conectadogs

Después de comer y de la tertulia de los padres y madres, pequeños y grandes participamos en una actividad asistida con perros dirigida por Conectadogs para fomentar los valores de la empatía, el trabajo en equipo, la superación de obstáculos, la confianza …

Laura, Félix, Albert, Aroa y Laura nos presentaron los perros: Lu, Luka, Sock y Suerte y su historia, mientras padres, madres, niños y niñas podían ir acariciando.

Los más pequeños aprendieron como dar premios y acariciar a Luka, el más pequeño, y se pudieron llevar a casa un buen recuerdo: una huella de Luka en una placa de arcilla.

Los niños y niñas más grandes hicieron una actividad junto con sus padres: tenían que recorrer un circuito y liberar a los perros. Para recorrer el circuito, sin embargo, el padre o madre llevaba los ojos tapados y su hijo o hija es quien lo tenía que guiar. En medio del recorrido, tenían que superar una prueba y conseguir la llave para liberar al perro y, a continuación, era el niño o niña que iba con los ojos tapados y su padre o madre lo guiaba hasta el final.

Todos los que participan en la actividad pudieron llevarse una fotografía de recuerdo y una huella del perro con quien habían hecho la actividad en una placa de arcilla.


El sentido del voluntariado

Hay una imagen, que, cuando se acerca Navidad se repite año tras año: un grupo de jóvenes de 1º de Bachillerato ilusionado que, trabajando en equipo, organiza una campaña de recogida de juguetes. Las envuelven, hacen inventario y las clasifican, para poder repartirlas después a todos los niños y niñas que se encuentran ingresados en la unidad maternoinfantil de la Vall d’Hebron.

Uno de ellos se transforma en Santa Claus, el resto en pajes. Salimos con el reto de repartir un poco de ilusión y pegar la alegría de la Navidad. Detrás de cada puerta que abrimos hay una historia distinta, pero sin duda hay un denominador común cada vez que salimos de las habitaciones: abrazos, besos, risas, gritos, miradas agradecidas, emocionadas y de una complicidad inmensa entre los niños, sus familias y nosotros…

Salimos de la escuela para repartir alegría y compartir la magia de la Navidad y volvemos con un REGALO inmenso, la satisfacción que lo que hacemos hace felices a otros.

Este es el verdadero sentido del voluntariado, saber que con tu tiempo puedes regalar un rato de compañía a un abuelo de la residencia; puedes acompañar y ayudar en el proceso de aprendizaje a los niños y niñas que van al Centro Abierto Don Bosco o el refuerzo de la parroquia de Crist Rei; puedes colaborar con las voluntarias del Rebost Solidari y preparar los más de 800 lotes de comida que se reparten mensualmente a las familias del Arxiprestat de Sant Andreu; puedes encomendar al gusto por la lectura de aquellos niños y niñas de 4º de Primaria que participan del proyecto LECXIT y convertirte en su padrino lector para todo un curso, intentando que su lectura comprensiva mejore; puedes liderar un taller de móviles y de informática para facilitar que los abuelos y las abuelas del Casal de la Gent Gran Meridiana puedan hacer un buen uso de ellos… puedes simplemente transformar tu entorno ofreciendo a ti mismo y tu tiempo.

Hace más de 10 años que el Aprendizaje y Servicio (ApS) impregna el Proyecto Social de la escuela. Como pedagogía activa y contextualizada en el entorno más cercano, el ApS nos ha permitido dar sentido a lo que aprenden los jóvenes por qué lo tienen que poner al servicio de la comunidad.

A lo largo de todos estos años acompañando jóvenes me he dado cuenta de que, para ellos, ser voluntarios ha significado un crecimiento personal, han ganado en responsabilidad, compromiso, autoestima, seguridad en sí mismos, capacidad para hablar en público, liderazgo…

Han sido capaces de trabajar y hacer equipo con otros y, incluso, algunos de ellos han redescubierto su vocación profesional: pienso en Diana, una ex alumna que, a raíz de su experiencia al refuerzo educativo de Crist Rei, estudió educación social y hoy, después de ocho años, continúa acompañando este proyecto y además trabaja como educadora social en varios centros educativos.

Hace 20 años, en un campo de trabajo en Copiapó, una pequeña localidad en el desierto de Atacama Chileno, recibimos, en señal de agradecimiento, un tapiz pintado con un corazón acompañado de una frase: «la solidaridad es la ternura entre los pueblos». Cuánta razón que esconde esta frase: ser voluntario es empatizar, ponerte en la realidad del otro y tratar de hacer algo con sencillez, ternura, estimación, para mejorar su realidad. En palabras de Gloria Fuertes: «el premio de un voluntario es que pasa a ser un artista… porque ha hecho una obra de arte con sus horas libres.»


A Cesc le gusta mucho la propuesta Aventuras.Cor

Cesc tiene una historia médica compleja. Hasta los 5 años no pudieron empezar a hacerle la reconstrucción del corazón. Su familia y los médicos del hospital la vivieron como un milagro. Con 7 años comenzó a hacer vida normal y fue la primera vez que vino a los campamentos de AACIC CorAvant.

En su pueblo no conocía a nadie que tuviera una cardiopatía congénita y algunas veces se ha sentido como «un bicho raro». Es por eso que le gusta mucho venir a nuestros campamentos y compartir unos días de ocio y diversión con otros niños y niñas que pasan por una situación similar a la suya y lo pueden entender.

Ahora tiene 9 años y este es el segundo año que viene a los campamentos de AACIC CorAvant. Cuando este año le explicamos la propuesta Aventuras.Cor la recibió con gran entusiasmo y nos dijo que estaba muy contento de poder ver tres veces al año sus amigos y amigas.

 

**Esta historia está basada en hechos reales, sin embargo, el nombre del protagonista y los detalles de la historia son ficticios para respetar el derecho a la intimidad de nuestros socios y socias.


“Creo que fue una etapa muy importante, en la que aprendí a equivocarme, a caer, a volverme a levantar, a no rendirme nunca”

¿Crees que podrías delimitar los años que duró tu adolescencia?

Bueno, científicamente la adolescencia es un período de desarrollo biológico, psicológico, sexual y social; es decir, es la etapa entre los 10 – 19 años. Según mi interpretación sería la época en la que mi cuerpo comenzó a desarrollar los caracteres sexuales y la capacidad de reproducción y en la que empecé a madurar y a asumir más responsabilidades, es decir, a «hacer cosas de grandes» .

Si fuera así… yo tuve una adolescencia muy larga. No, es una broma. Pero sí es verdad que desarrollé partes de mí (que según las fuentes científicas debería haber desarrollado en la adolescencia) mucho antes: por ser una niña con cardiopatía tuve que asumir responsabilidades que no habría asumido tan pronto si no hubiera sido cardiópata; con otras palabras… tuve que «madurar» antes que la mayoría. Pero no sólo me pasa a mí, probablemente pasa a todos aquellos niños y niñas que en su infancia tienen que enfrentarse a una enfermedad compleja o muy compleja.

¿Qué es lo que más te gustó?

Pues, poder disfrutarla como cualquier adolescente. Sí que es verdad, que como ya he dicho, la madurez y las relaciones sociales con los adultos eran diferentes a las que seguramente tienen el resto de adolescentes; pero eso no me impidió ser una adolescente más.

¿Qué aprendiste?

Uf… pregunta difícil. Creo que para mí fue una etapa muy importante, en la que aprendí a equivocarme una y otra vez, a caer, a volverme a levantar, a no rendirme nunca. Seguramente ya lo había aprendido en muchos aspectos de mi vida durante la infancia, ya que me he enfrentado a una cardiopatía; pero en la adolescencia, cuando ya tenía mi enfermedad controlada, aprendí a hacerlo en el terreno personal.

¿Crees que por el hecho de tener una cardiopatía congénita la viviste diferente al resto de tus amigos?

No, en lo que se refiere en lo personal no. No me sentí ni me he sentido diferente para tener una cardiopatía congénita. Es verdad que tienes que ir a visitas médicas a menudo, pasas por cosas que tus amigos desconocen (intervenciones, pruebas diagnósticas, etc.) y tienes algunas responsabilidades que ellos no tienen; pero si fuera por eso… todo el mundo tiene sus cosas: uno es asmático, el otro celíaco, el otro quizás tiene problemas de crecimiento, etc. Si muchos de ellos no se sentían diferentes, ¿por qué debería haberlo sentido yo?

Además, tengo unos padres y una familia increíbles que siempre me han apoyado en lo que he decidido, me han dado libertad y me permitieron disfrutar de la adolescencia como cualquier otro adolescente. Sé que tengo una cardiopatía, soy consciente y para ellos, que fuera y sea consciente de mis actos en el contexto de mi cardiopatía es importante.

Tú que hace poco que la has pasado, ¿piensas que socialmente está sobrevalorada? ¿Mito o realidad?

Probablemente, sí. Bueno, todavía no sé qué es la edad adulta en el sentido de las responsabilidades que esta etapa implica como pagar facturas, preocuparse por los hijos, etc .; pero para mí la época más buena de la vida es la que estoy viviendo ahora.

La adolescencia es una época muy bonita, libre de preocupaciones y en la que el problema más grande que puedes tener es saber si le gustas al mismo chico que te gusta a ti; pero no creo que sea de las mejores. Creo que es porque empiezas a ser adulto, pero no lo acabas de ser. Por ejemplo, eres adulto para empezar a hacer la tuya, pero no suficientemente adulto como para que tu madre no te haga un interrogatorio de cómo, cuándo, dónde, con quién y hasta qué hora serás fuera. He, he, he, he. No, de verdad, es una época maravillosa de la que se ha de disfrutar cada segundo, pero creo que no acabas de ser consciente de lo que te rodea, ni de quién eres.

Y, para terminar, ¿nos puedes explicar un hecho relevante que te marcara aquellos años?

Creo que uno de los hechos más relevantes que me marcó y que me sigue marcando hoy en día fue descubrir que quería dedicarme a la medicina. Para mí significó encontrarme, encontrar el sentido de por qué estoy aquí. Fue un punto de inflexión en mi vida que me llegó a la adolescencia, y que supuso poner todas las fuerzas que tenía y tengo en los estudios. También fue uno de esos aprendizajes de los que hablaba antes: tropezarme, caer, no rendirme y luchar, luchar mucho. Y finalmente, después de un largo recorrido durante mi adolescencia y después de este periodo, hoy estoy donde quiero estar, estudiando medicina y esforzándome cada día para conseguir lo que me propuse siendo muy joven. Así que creo que los aprendizajes se producen durante toda la vida, aunque los más importantes son los que suceden en la adolescencia; o en mi caso fue así.

 


 

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