Actualidad y experiencias

El sentido del voluntariado

Marta Ballvé Martró, profesora del colegio Mare de Déu dels Àngels y coordinadora del Proyecto Social Miembro del Seminario Aprendizaje-Servicio. ICE (UB)

Hay una imagen, que, cuando se acerca Navidad se repite año tras año: un grupo de jóvenes de 1º de Bachillerato ilusionado que, trabajando en equipo, organiza una campaña de recogida de juguetes. Las envuelven, hacen inventario y las clasifican, para poder repartirlas después a todos los niños y niñas que se encuentran ingresados en la unidad maternoinfantil de la Vall d’Hebron.

Uno de ellos se transforma en Santa Claus, el resto en pajes. Salimos con el reto de repartir un poco de ilusión y pegar la alegría de la Navidad. Detrás de cada puerta que abrimos hay una historia distinta, pero sin duda hay un denominador común cada vez que salimos de las habitaciones: abrazos, besos, risas, gritos, miradas agradecidas, emocionadas y de una complicidad inmensa entre los niños, sus familias y nosotros…

Salimos de la escuela para repartir alegría y compartir la magia de la Navidad y volvemos con un REGALO inmenso, la satisfacción que lo que hacemos hace felices a otros.

Este es el verdadero sentido del voluntariado, saber que con tu tiempo puedes regalar un rato de compañía a un abuelo de la residencia; puedes acompañar y ayudar en el proceso de aprendizaje a los niños y niñas que van al Centro Abierto Don Bosco o el refuerzo de la parroquia de Crist Rei; puedes colaborar con las voluntarias del Rebost Solidari y preparar los más de 800 lotes de comida que se reparten mensualmente a las familias del Arxiprestat de Sant Andreu; puedes encomendar al gusto por la lectura de aquellos niños y niñas de 4º de Primaria que participan del proyecto LECXIT y convertirte en su padrino lector para todo un curso, intentando que su lectura comprensiva mejore; puedes liderar un taller de móviles y de informática para facilitar que los abuelos y las abuelas del Casal de la Gent Gran Meridiana puedan hacer un buen uso de ellos… puedes simplemente transformar tu entorno ofreciendo a ti mismo y tu tiempo.

Hace más de 10 años que el Aprendizaje y Servicio (ApS) impregna el Proyecto Social de la escuela. Como pedagogía activa y contextualizada en el entorno más cercano, el ApS nos ha permitido dar sentido a lo que aprenden los jóvenes por qué lo tienen que poner al servicio de la comunidad.

A lo largo de todos estos años acompañando jóvenes me he dado cuenta de que, para ellos, ser voluntarios ha significado un crecimiento personal, han ganado en responsabilidad, compromiso, autoestima, seguridad en sí mismos, capacidad para hablar en público, liderazgo…

Han sido capaces de trabajar y hacer equipo con otros y, incluso, algunos de ellos han redescubierto su vocación profesional: pienso en Diana, una ex alumna que, a raíz de su experiencia al refuerzo educativo de Crist Rei, estudió educación social y hoy, después de ocho años, continúa acompañando este proyecto y además trabaja como educadora social en varios centros educativos.

Hace 20 años, en un campo de trabajo en Copiapó, una pequeña localidad en el desierto de Atacama Chileno, recibimos, en señal de agradecimiento, un tapiz pintado con un corazón acompañado de una frase: «la solidaridad es la ternura entre los pueblos». Cuánta razón que esconde esta frase: ser voluntario es empatizar, ponerte en la realidad del otro y tratar de hacer algo con sencillez, ternura, estimación, para mejorar su realidad. En palabras de Gloria Fuertes: «el premio de un voluntario es que pasa a ser un artista… porque ha hecho una obra de arte con sus horas libres.»