AACIC: Decidiste ser madre. Tomas la decisión y … ¿Qué pasa después?
M. Jesús: ¡Entonces comenzó la batalla! Primero hablas con los cardiólogos. Mi médico no me lo aconsejaba, evidentemente, porque había riesgos. Me dijo que eran ganas de poner en riesgo una operación que se hizo hace muchos años y que está funcionando muy bien «porque ahora lo tires todo arriba», decía.
AACIC: ¿Y como lo veías tú?
M. Jesús: ¡No era lanzarlo todo por la borda! ¡Es que a mí me apetecía mucho! Lo necesitaba. Era importante. Empezaron a hacerme cateterismos y pruebas, para ver si el corazón podría soportar el embarazo y, al final, el cardiólogo dijo que médicamente ¡estaba bien! Pues adelante. Ahora, sin embargo, pienso que los debería haber tenido antes.
AACIC: Habías sido madre biológica de una niña, Carla, y decidiste pasar por otro embarazo. ¿Qué te decía la gente que te conoce?
M. Jesús: A Armengol, mi marido, no le hacía ninguna gracia. Con uno estaba más que contento. Los médicos decían «puede pasar esto y esto. Si tú estás dispuesta, ¡aquí estamos!». Yo sabía que mi hija tendría un seguimiento especial.
AACIC: ¿Y el resto de la familia?
M. Jesús: Mi hermano mayor, que es médico, dijo: «¡Vigila, porque puedes pasar de ser una heroína a una loca!». La frase es fuerte, pero si la entiendes… Evidentemente, con el primero todo el mundo pensaba «que valiente», pero querer pasar por otro embarazo, podía parecer que arriesgaba demasiado. La gente pensaría: «Esta chica..» Yo lo decidí porque me encontraba muy bien, he tenido hermanos, más pequeños que yo, que están perfectos como una rosa y tengo muy buen recuerdo de esta relación.
AACIC: ¿Te han mimado?
M. Jesús: Sí, por qué negarlo, pero yo también los mimo, también hago lo que puedo.
AACIC: ¿Y un tercer hijo?
M. Jesús: (ríe) … ¡Si me lo regalan! Lo digo de broma. Me he hecho una ligadura.
AACIC: ¿Fue bien el embarazo?
M. Jesús: No. El de la primera mejor que el de la segunda. Cuando tuve la primera tenía treinta y un años. Era más joven y la edad influye y más en nosotros que tenemos un corazón más envejecido. En el segundo embarazo tenía treinta y cuatro, y se notan, ¿eh?
AACIC: Pasaste unos meses en el hospital, ¿verdad?
M. Jesús: ¡Por supuesto! A las 28 semanas, no me encontraba mal, pero estaba muy cansada, más cianótica. Fui a una revisión de ginecología y ni me dejaron coger la maleta. La pequeña se ahogaba. Me hicieron firmar el papel de ingreso y me quedé. Al carecerme oxígeno a mí, ella lo padecía. Llevaba un retraso de crecimiento y tenía el pericardio hinchado, pequeñas complicaciones que empezaban a hacer sufrir la criatura. Ya me quedé hasta el final.
AACIC: ¿Cómo reaccionó la hija mayor?
M. Jesús: Carla decía a todos: «La mama vive en la planta nueve! El abuelo vive en la cuarta. La abuela Armengol no sé qué. Nosotros en la segunda y la mama en la nueve». Del hospital, claro. Es una niña que me sorprende. Es muy madura e independiente. Èlia, la pequeña es más dependiente. Tiene más «mamitis».
AACIC: Tuviste que estar dos meses largos en el hospital.
M. Jesús: Sí, no fue fácil. A veces preguntaba a la enfermera: «¿Tienen psicólogos?». Luego me calmaba. Cada 24 horas me hacían ecografías para controlar el pericardio de la pequeña. Con la desazón pensaba estará bien, no estará bien, le faltará, no le faltará, pegada con una botella de oxígeno todo el día que parecía Dark Vader!
AACIC: T¿anto miedo hacías?
M. Jesús: Asustaba a la gente que me venía a ver. Yo decía a las enfermeras: «Ponedme otra cosa. No quiero ir de veintiún botones, pero algo más discreta, sí «. Además, en este segundo embarazo estaba más nerviosa.
AACIC: ¿Y eso?
M. Jesús: ¿Sabes qué pasa? Que si fuera tienes otra hija, la desazón va por dentro. Yo sé que mi marido podía encargarse de todo perfectamente, porque lo consiguió. La llevaba a la escuela, la iba a buscar. Mi suegra, que vive en Barcelona, también se hizo cargo de la niña. Iba y volvía. Entre todos lo combinaron para que yo estuviera tranquila, pero no lo estaba.
AACIC: Èlia nació a los ocho meses. Ahora sois cuatro en casa.
M. Jesús: Ahora se ha empezado a complicar un poco la cosa. La época de bebé fue muy tranquila. Es la más bonita. Sólo duermen y comen. Cada tres horas comen, pero tanto Carla como Èlia han sido unos bebés quietos. Èlia era un bebé mueble hasta los ocho meses. Le decíamos «el pequeño buda». Ni se movía. Decíamos qué gusto, así cinco. Pero ya ha dejado de ser un mueble.
AACIC: Y el día a día, ¿cómo lo lleváis?
M. Jesús: Como podemos. Mi marido se va pronto por la mañana y vuelve por la noche cuando ya están durmiendo. El fin de semana, tal vez le gustaría estar en el sofá comiendo pipas, pero yo le digo: «¡Venga! Vamos al zoo!» «al teatro» «en casa de los abuelos»… Bueno, tengo suerte. El fin de semana a él le gusta cocinar y coger la bici con la grande. Con su padre la grande hace cosas que conmigo no puede. Además mis padres viven en Sitges que está a 18 kilómetros, que no es nada si no fuera por el peaje.
AACIC: Viéndolo en perspectiva, ¿qué piensas como madre?
M. Jesús: Ahora pienso «Que no me pase nada! Tengo dos hijas pequeñas. Nunca he tenido tantas ganas de estar bien como ahora».