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“Creo que fue una etapa muy importante, en la que aprendí a equivocarme, a caer, a volverme a levantar, a no rendirme nunca”

Ariadna Marsal, una chica de 23 años con cardiopatía congénita, nos habla de su adolescencia.

¿Crees que podrías delimitar los años que duró tu adolescencia?

Bueno, científicamente la adolescencia es un período de desarrollo biológico, psicológico, sexual y social; es decir, es la etapa entre los 10 – 19 años. Según mi interpretación sería la época en la que mi cuerpo comenzó a desarrollar los caracteres sexuales y la capacidad de reproducción y en la que empecé a madurar y a asumir más responsabilidades, es decir, a «hacer cosas de grandes» .

Si fuera así… yo tuve una adolescencia muy larga. No, es una broma. Pero sí es verdad que desarrollé partes de mí (que según las fuentes científicas debería haber desarrollado en la adolescencia) mucho antes: por ser una niña con cardiopatía tuve que asumir responsabilidades que no habría asumido tan pronto si no hubiera sido cardiópata; con otras palabras… tuve que «madurar» antes que la mayoría. Pero no sólo me pasa a mí, probablemente pasa a todos aquellos niños y niñas que en su infancia tienen que enfrentarse a una enfermedad compleja o muy compleja.

¿Qué es lo que más te gustó?

Pues, poder disfrutarla como cualquier adolescente. Sí que es verdad, que como ya he dicho, la madurez y las relaciones sociales con los adultos eran diferentes a las que seguramente tienen el resto de adolescentes; pero eso no me impidió ser una adolescente más.

¿Qué aprendiste?

Uf… pregunta difícil. Creo que para mí fue una etapa muy importante, en la que aprendí a equivocarme una y otra vez, a caer, a volverme a levantar, a no rendirme nunca. Seguramente ya lo había aprendido en muchos aspectos de mi vida durante la infancia, ya que me he enfrentado a una cardiopatía; pero en la adolescencia, cuando ya tenía mi enfermedad controlada, aprendí a hacerlo en el terreno personal.

¿Crees que por el hecho de tener una cardiopatía congénita la viviste diferente al resto de tus amigos?

No, en lo que se refiere en lo personal no. No me sentí ni me he sentido diferente para tener una cardiopatía congénita. Es verdad que tienes que ir a visitas médicas a menudo, pasas por cosas que tus amigos desconocen (intervenciones, pruebas diagnósticas, etc.) y tienes algunas responsabilidades que ellos no tienen; pero si fuera por eso… todo el mundo tiene sus cosas: uno es asmático, el otro celíaco, el otro quizás tiene problemas de crecimiento, etc. Si muchos de ellos no se sentían diferentes, ¿por qué debería haberlo sentido yo?

Además, tengo unos padres y una familia increíbles que siempre me han apoyado en lo que he decidido, me han dado libertad y me permitieron disfrutar de la adolescencia como cualquier otro adolescente. Sé que tengo una cardiopatía, soy consciente y para ellos, que fuera y sea consciente de mis actos en el contexto de mi cardiopatía es importante.

Tú que hace poco que la has pasado, ¿piensas que socialmente está sobrevalorada? ¿Mito o realidad?

Probablemente, sí. Bueno, todavía no sé qué es la edad adulta en el sentido de las responsabilidades que esta etapa implica como pagar facturas, preocuparse por los hijos, etc .; pero para mí la época más buena de la vida es la que estoy viviendo ahora.

La adolescencia es una época muy bonita, libre de preocupaciones y en la que el problema más grande que puedes tener es saber si le gustas al mismo chico que te gusta a ti; pero no creo que sea de las mejores. Creo que es porque empiezas a ser adulto, pero no lo acabas de ser. Por ejemplo, eres adulto para empezar a hacer la tuya, pero no suficientemente adulto como para que tu madre no te haga un interrogatorio de cómo, cuándo, dónde, con quién y hasta qué hora serás fuera. He, he, he, he. No, de verdad, es una época maravillosa de la que se ha de disfrutar cada segundo, pero creo que no acabas de ser consciente de lo que te rodea, ni de quién eres.

Y, para terminar, ¿nos puedes explicar un hecho relevante que te marcara aquellos años?

Creo que uno de los hechos más relevantes que me marcó y que me sigue marcando hoy en día fue descubrir que quería dedicarme a la medicina. Para mí significó encontrarme, encontrar el sentido de por qué estoy aquí. Fue un punto de inflexión en mi vida que me llegó a la adolescencia, y que supuso poner todas las fuerzas que tenía y tengo en los estudios. También fue uno de esos aprendizajes de los que hablaba antes: tropezarme, caer, no rendirme y luchar, luchar mucho. Y finalmente, después de un largo recorrido durante mi adolescencia y después de este periodo, hoy estoy donde quiero estar, estudiando medicina y esforzándome cada día para conseguir lo que me propuse siendo muy joven. Así que creo que los aprendizajes se producen durante toda la vida, aunque los más importantes son los que suceden en la adolescencia; o en mi caso fue así.

 


 

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