Editorial

Campamentos 2011. Una nueva experiencia

Una conversación con Diego Murciano, responsable de las colonias de AACIC CorAvant

Cuarenta jóvenes de seis a dieciséis años, algunos de ellos con cardiopatía congénita, llegaron el día 3 de julio de 2011 a la masía de La Coma de SantGuim de Freixenet, en la comarca de la Segarra. Para muchos esa no era la primera vez que iban de colonias, pero poco imaginaban el reto que les esperaba. En la hípica de Cal Graells, cerca de La Coma, acababa de llegar un caballo maltratado. Esa misma tarde, Diego, el responsable de las colonias, reunió el grupo en la era de la casa: «¿Queréis rehabilitar el caballo?», les propuso. «¿Habéis visto nunca un caballo de cerca? ¿Os habéis acercado? ¿Cómo ha reaccionado? Relacionarse con un caballo puede convertirse en una experiencia terapéutica”.

Los campamentos de AACIC CorAvant 2011 se presentaban así: «Desde el domingo 3 de julio hasta el domingo 10 de julio. Para cuarenta personas entre seis y dieciséis años. Cada participante con cardiopatía puede llevar un acompañante, preferentemente un hermano o hermana. Casa de colonias La Coma, en SantGuim de Freixenet». Nada especial, hasta aquí. Lo que llamaba la atención era una línea donde se especificaba: «¡Actividades terapéuticas con caballos!». La actividad central de las colonias la ha diseñado la Asociación de Equitación Social de Cal Graells. Este colectivo ha ideado el argumento y ha conducido las actividades con los caballos. Han trabajado como voluntarios. El único beneficio que han sacado ha sido un recuerdo especial. Diego había intuido que sería diferente, que se podía hacer un buen trabajo terapéutico con aquel grupo de jóvenes, y por ello decidió sacar la mochila vieja que guardaba en el armario, pasarle el trapo del polvo y marchar de colonias igual que hacía cuando … bien, dejemos este detalle.

Este año las colonias se han desarrollado en la masía de La Coma, en Sant Guim de Freixenet, en la Segarra. Era la primera vez que íbamos. ¿Qué le pareció la casa?

Es un lugar adecuado: una casa aislada, no hay escaleras, sólo tiene una planta. Hay piscina, espacios para actividades y está cerca de la hípica.

En el grupo había niños y jóvenes con cardiopatía y otros que no. Esto es una condición que propone la entidad. ¿Qué opinión tiene?

Mi percepción es que normaliza la situación. Cada persona tiene una realidad y tiene que aprender a convivir. A la vez, todos juntos formábamos un grupo, y el grupo está por encima de la enfermedad, sin etiquetar o estigmatizar y sin perder el objetivo de rehabilitar y compartir.

Por otra parte, se juntaban personas de seis a dieciséis años. ¿Es demasiado amplia esta franja de edad para conseguir un grupo cohesionado?

Todo depende de cómo lo afrontes. Cuando preparaba las colonias, me planteé cómo diseñar propuestas de colaboración entre ellos, que cada uno, en función de su edad, se preguntara: ¿qué puedo hacer por el otro?, ya que deberíamos convivir juntos unos días. Finalmente, el primer día de las colonias lo planteamos así mismo, de una manera abierta…

¿De una manera abierta?

Sí, sin ninguna instrucción en concreto. A todos nos gusta que nos ayuden en momentos determinados, así que les dijimos que quien quisiera no se lo pensara, que el egocentrismo, el hecho de estar demasiado pendientes de nosotros mismos, no nos debe impedir reconocer el Otro, compartir, ayudar y ser ayudado. Se trataba de despertar el sentimiento de solidaridad que todos tenemos: le das permiso para que salga y que cada uno lo gestione.

¿Y, sale…?

Sí que surgió. Ves cosas bonitas. El mismo día, a la hora de comer, alguien de los mayores se levantó y ayudó a comer a uno de los pequeños. Lo ves y piensas: ¡Ah, ya lo ha entendido! ¡Al día siguiente, al levantarnos, ayudaban a vestirse! Funcionó.

Rehabilitar un caballo maltratado

Desde la web de la Fundación Pere Tarrés pudimos seguir día a día las actividades de las colonias. Decíais que en la hípica de Cal Graells, en Calaf, cerca de la casa donde estabais, había llegado un caballo maltratado.

Este fue el argumento central de las colonias. Fuimos a la hípica para conocer el caballo y decidimos que lo rehabilitaríamos.

¿Cómo se hace esto de rehabilitar un caballo maltratado?

Lo habíamos de domar, hacer que nos tuviera confianza para poder disfrutar. Este es el encargo que hicimos a los mayores. Esto permitía que los mayores hicieran de mayores. Y se implicaron muchísimo: iban cada tarde a la hípica para trabajar con el caballo. El resto del grupo iban día sí día no, un día los pequeños y otro los medianos, para disfrutar del caballo gracias al trabajo que habían hecho los mayores.

Y el día que pequeños o medianos no iban a la hípica…

Tenían otras actividades de la masía. Hacían talleres… Así regulábamos los tiempos de esfuerzo y de descanso.

Usted es especialista en coaching con entrenamiento de caballos. ¿En qué consiste? ¿Cómo podemos explicar el carácter terapéutico de estas campamentos?

El trabajo con las emociones que se llega a conseguir con un caballo tiene que ver con las peculiaridades de este animal. Los caballos perciben los humanos como depredadores. Los perros, por decir otro animal, son diferentes: son cazadores. El caballo es especial. Si tú muestras tranquilidad y seguridad dejará que te acerques y lo toques, pero si no tienes bien construida tu actitud de seguridad, si vas con miedo o estás agresivo, ¡el caballo lo percibe y se asusta! Lee tu lenguaje no verbal y no dejará que te acerques.

¿Podemos concretarlo con un ejemplo?

Por ejemplo: hay personas que tienen dificultades para dosificar las emociones. La alegría, por ejemplo. Si no lo controlas, no tienes nada que hacer. No te podrás acercar al caballo. Te haces consciente y descubres que controlando tu actitud el caballo se acerca. Estos son los aprendizajes que te permite hacer el caballo…

Y el caballo, de todo esto…

El caballo hace de caballo, pero facilita que te vincules, que te abras. Te permite romper bloqueos emocionales. Pero esta es sólo una parte. Después, hay que crear el espacio, los momentos del día en que los chicos se puedan expresar, puedan compartir… pero sin forzar, simplemente ofreciendo el espacio en una atmósfera de acompañamiento, de solidaridad, que los mayores puedan acompañar a los pequeños.

¿Qué es lo que preveía que surgiría en estos espacios?

Sensaciones, experiencias, miedos, cosas que a veces quedan muy cerradas en la familia, o dentro del mismo niño, porque no se atreve o no encuentra el espacio donde hacerlo, o no sabe cómo hacerlo. Muchos de estos niños, niñas y jóvenes tienen experiencias de pérdida, o de miedo a perder. Habíamos ayudado a rehabilitar un caballo y también podíamos rehabilitar el dolor de la enfermedad, del miedo a la enfermedad, de la operación: sacarnos miedos de encima.

¿Se creó este espacio?

Trabajamos temas de fondo. Los escuchaba y decían cosas que pensaba: ¿A tu edad lo tienes incorporado, esto? ¡Y eres capaz de explicarlo directamente y claramente! El grado de conciencia de estos chicos es sorprendente así como su capacidad de autorregularse. Me quito el sombrero. Para mí ha sido el regalo que me llevo de estas colonias.

La gestión del equipo

Antes de los campamentos, los monitores hacen unas sesiones de formación para conocer qué son las cardiopatías, como identificar situaciones de riesgo y cómo actuar. El equipo de monitores se familiariza con el caso de cada niño o joven y se preparan los protocolos de seguimiento de la medicación.

¿Cuáles fueron sus sensaciones en estos encuentros previos?

Fue extraño. Recuerdo que me llegaba un volumen inmenso de información médica, tratamientos, pautas de medicación. Pensaba: madre mía, ¡donde me he metido! Una vez estando en la casa recuerdo la imagen de la nevera: ¡nunca había visto una nevera tan llena de medicamentos!

La mitad de los monitores habían estado en los campamentos de AACIC CorAvant en ediciones anteriores. La otra mitad era la primera vez que se ocupaban de un grupo así.

Es positivo. Había un elemento de familiaridad, pero también se debe evitar prejuzgar. Puedes pensar: ¡uy, éste o ésta daba mucho trabajo el año pasado! Y, inesperadamente, descubres que aquella criatura es participativa, colabora y sabe sacar provecho del proceso. Es un buen aprendizaje.

Sabemos que una chica se puso enferma. ¿Cómo eligió manejar este caso?

Fue una prueba para nosotros. Surgen angustias en el equipo, pero fue una experiencia muy enriquecedora. Tuvimos que aclararnos: ¿qué debemos hacer y por qué pensamos que lo tenemos que hacer?, sin dejarnos arrastrar por los miedos. Hicimos llamar a los padres, pero no queríamos que se la llevaran. La acercaron al médico y éste les dijo que estaba todo bien y ella volvió a las colonias, como una más. ¡Hubo una actitud positiva desde todas las partes y de refuerzo para la independencia de la muchacha!

¿Destacaría alguna otra experiencia sobre el trabajo del equipo de monitores en estas colonias?

Hay personas que requieren mucha atención. Es fácil dejarse llevar por una preocupación excesiva. Cada vez que la persona reclama nuestra atención lo dejamos todo, y por lo tanto acordamos regular el tiempo en estos casos, y hacerlo sin transmitir un mensaje de rechazo. Hay situaciones individuales que requieren una atención más cercana, más especializada, pero los monitores debemos saber identificar también nuestros miedos.

Una jugada a tres bandas

Como en ediciones anteriores, AACIC ha contado con la Fundación Pere Tarrés, expertos en programas de ocio. La Pere Tarrés se ocupa de las cuestiones legales, gestiona las inscripciones y facilita el equipo de monitores que conducen las actividades de las colonias. En esta ocasión, sin embargo, hemos tenido también el apoyo de todos los miembros de la asociación de terapia con caballos de Cal Graells. Una jugada a tres bandas.

Usted pudo programar las actividades y quedarse en casa, pero fue a las colonias, estuvo cada día…

¡… significaba estar cada día, sí! ¡Dije que sí de manera inconsciente! Recordaba las colonias de cuando yo era monitor de tiempo libre, pero, bueno, hablando más en serio, ahora. No creo que hubiera encontrado la energía necesaria si hubieran sido unas colonias convencionales. Éstas, con hombres y mujeres que han nacido con una cardiopatía congénita, con todas sus vivencias, lo valen. Me han atrapado.

¿Qué se lleva de esta experiencia?

El hecho de asumir los campamentos de AACIC CorAvant ha sido una apuesta que hemos hecho desde nuestra asociación de terapia con caballos. Nos planteamos: sabemos cómo hacerlo y lo podemos hacer bien, somos capaces. Pero también he hecho aprendizajes personales…

Diga

Me han servido para sacar miedos de encima que no son adecuados. Te das cuenta que un niño, con cardiopatía o sin, es un niño. Tiene ganas de jugar y reír y aprender. Descubres que convivir con la enfermedad es muy saludable. Yo diría que el mensaje que debemos dar es que la enfermedad no eclipse la condición de niño.

Podría ser un titular, eso. Una última pregunta: sé que el último día saltaron lágrimas cuando os despedíais de los caballos de Cal Graells.

Bueno, el proceso no acaba. Puede continuar. Nosotros hemos ofrecido a todas las familias la posibilidad de mantener el vínculo que se ha establecido con el caballo, si lo desean.

Diego Murciano me pregunta si he subido nunca a un caballo. Insiste en que tengo que ir un día a Cal Graells. Lo anoto en la agenda. Sábado 19 de noviembre. Iré. Quiero que me explique qué es eso de la hípica social.

¿Quién es Diego Murciano?

Diego Murciano trabaja de profesor en un instituto. También imparte clases en la Universidad Politécnica de Cataluña. Es licenciado en Filosofía y en Ciencias de la Educación. Tiene varios masters de resolución de conflictos, liderazgo y entrenamiento (coaching). Es coautor del libro La mediación escolar: una estrategia para evitar el conflicto y escribe artículos en revistas especializadas. En los últimos años ha ido combinando los conocimientos y las técnicas de entrenamiento (coaching) con su afición preferida: los caballos. El entrenamiento con caballos es una de las propuestas de la asociación, que ha impulsado con un grupo heterogéneo y abierto de amigos apasionados por los caballos que se encuentran los fines de semana en la hípica de Cal Graells. ¿Y qué hacen como asociación? Ofrecen programas a medida y actividades de hipoterapia, equitación terapéutica, educacional… Diego nos dice: «Hacemos hípica social».