Editorial

«Mi trabajo y mi pasión me predispusieron a este cambio de perspectiva»

Màrius Serra es un escritor muy conocido por muchos por sus enigmas en Catalunya Radio, el Enigmarius, por el crucigrama del periódico La Vanguardia y por la sección Palabras en ruta del programa Divendres en TV3.

Vive en el barrio de Horta, el mismo barrio donde tiene la sede central AACIC CorAvant. «En Horta siempre me he sentido muy a gusto. De hecho yo nací en la plaza Virrei Amat, en Nou Barris. Estudié en los Salesianos y veía Horta como un pueblo, otro ambiente y desde que vivo aquí ha terminado siendo un espacio que me han seducido y me encuentro muy a gusto.»

El primer contacto que AACIC tuvimos con él fue para la organización de la Conferencia «Vivir la vida conscientemente, salir fortalecido después de una crisis» en el CosmoCaixa, el 14 de marzo de 2015, en la cual nos explicó su historia de La Butaca y la importancia del cambio de perspectiva…

¿Qué significa para ti el cambio de perspectiva?

El cambio de perspectiva es el único cambio sobre el cual tenemos un poder absoluto. Esto sólo se ve una vez que se ha producido, pero ves que los otros cambios están condicionados.

En nuestro caso, tener un hijo con un diagnóstico que, sólo al nacer nos dijeron que lo más cercano que tenía era una parálisis cerebral, tuvimos que aprender a asumir y luego a convivir con alguien que no podría progresar adecuadamente en todas las áreas cognitivas, de movimiento, de la vida. Frente a esta situación extrema, que como padres nos dejó muy inquietos, tuvimos que aprender a vivirlo de una manera individual, porque por muy unida que esté una pareja se trata de un proceso individual y durante este proceso hay un momento en que la solución de la situación requiere o provoca al mismo tiempo este cambio de perspectiva. Asumir que la situación no es transitoria y que no se puede poner un diagnóstico- tratamiento y curación, lo cual sería óptimo- provoca mucha angustia; entras dentro de un mundo de incertidumbre y debes asumir que no hay un final en el camino. Fue post mortem que tuvimos el diagnóstico.

En todo este camino llega un momento en el cual haces un clic, un cambio de mirada: te das cuenta que aquella situación médicamente o clínicamente difícil y aquel desasosiego que causa la experiencia que estás viviendo no lo cambiarás, sin embrago sí tienes el dominio de tu manera de percibir la situación y dar cierta luz a la manera que tienes de observar esa realidad. Se trata de convivir con la misma realidad de una manera diferente.

¿Este cambio de perspectiva te ha servido y te sirve para tus novelas y tu día a día?

Sí, claramente para reubicar el punto de vista: observar las cosas desde una perspectiva o escala diferente. Pero al mismo tiempo, mi trabajo y mi pasión: la lectura y la escritura me predispusieron a este cambio de perspectiva. Creo que la creación te predispone a ser capaz de ponerte en la piel de los demás y, por tanto, a salir de la tuya. Esto te provee de cierta capacidad para distanciarte de ti mismo y hacer el cambio de perspectiva: yo no he cambiado, soy el mismo de antes, pero he cambiado el punto de vista. En realida estamos hablando de un tema de percepción literaria: quién cuenta la historia y desde dónde la cuenta. La capacidad para dejar de ser nosotros mismos que nos permite el arte,  la literatura, el cine, el teatro… es también una garantía, casi una gimnasia emocional, que nos permite observar de manera distinta aquello que nos preocupa tanto.

Pero… ¿quién es Màrius Serra?

Màrius es que una persona inquieta que intenta que cada semana sea diferente, a pesar de que inevitablemente tiene que organizarse el tiempo para ir a grabar su enigmarius, para entregar el crucigrama, para visitar diversos lugares de Cataluña con el programa Divendres de TV3… Para él no hay ningún día tranquilo: «ya estaremos tranquilos cuando morimos, la tranquilidad es un infierno», afirma. El escritor nos explica que esta semana está en Matadapera con el resto del equipo del programa Divendres, una ciudad con la cual tiene un gran vínculo: «allí pasé la infancia (…) en verano me instalaba allí con la abuela, porque los padres tenían una zapatería en Virrei Amat (…) Estos días he paseado por las calles y los encontré cambiados: antes era un pueblo de una calle, la calle de  las tiendas, que ahora es peatonal y no puede circular ningún coche (…) son vivencias infantiles  que para un niño de la ciudad era nueva y diferente. »

Màrius, te defines como una persona verbívora. ¿Qué significa ser un verbívor?

Esta es una palabra que pensé que había inventado para definir a las personas que nos gusta mucho el idioma. Al igual que hay animales carnívoros que se alimentan de carne, animales herbívoros que se alimentan de hierba o planta, hay animales que se alimentan de los verbos, verbívoros.  Decía que pensaba que esta palabra la había inventado y empecé a escribirla cuando planeaba hacer el libro Verbalia, pero encontré un libro en una vieja librería de los años setenta llamado How to be a verbivor. Pero si debo definir la palabra verbívor, somos todos aquellos que encontramos placer en el juego verbal y en el conocimiento de la lengua.

Hablanos un poco de los  enigmarius… ¿Cómo te los planteas?

Solía trabajar en base a un calendario que siempre es flexible pero eso depende de cada temporada. Los lunes tengo radio, grabo todos los enigmarius de la semana siguiente y hago también la sección de recomendación de libros con Mònica Terribas. Cuando salgo de allí, ya tengo el coche a punto porque debo a ir a algún lugar de Cataluña con el programa Divendres.

Ahora son los martes cuando hago el crucigrama y los enigmarius. Siempre los hago en blocs de una semana. En la década de 1990 hacer el crucigrama y siempre he intentado alcanzarlos dentro de un día de la semana para obtener el resto de la semana para escribir, lectura, alguna conferencia u otros imprevistos que puedan surgir. Psicológicamente me libera mucho del yugo de los horarios, de donde siempre he intentado huir. Soy capaz de trabajar muchas horas delante de la pantalla del ordenador con la sensación de que gano otras.

¿Dónde buscas la inspiración literaria?

Trabajo aquí donde estamos ahora, en el estudio/biblioteca/oficina. Es cierto que si hablamos de los enigmarius o los crucigramas, es decir, de la cuestión más estrechamente de género, es aquí cuando me pongo en posición de trabajo delante del ordenador.

Pero si hablamos de la inspiración en términos literarios, me gusta llevar siempre encima bloques de papel de trabajo en las cuales escribo en lugares muy diversos. Viajando he tomado siempre notas y es algo que me gusta mucho. Como un juego, como un texto que avanza sabiendo que habrá un momento en el que debo sentarme delante del ordenador y este momento será en Horta.

Cuando te sientas a escribir los enigmarius, ¿tienes ya alguna idea en la cabeza?

En el crucigrama sí parto de cero: hago la parrilla y empiezo a definir, pero en los enigmarius no. Hace nueve temporadas, cuando empecé los enigmarius, abrí un fichero en el cual voy dejando palabras que defino en los crucigramas y que creo que pueden tener un funcionamiento, y cuando tengo que elegir las cinco palabras de la semana, tengo muchos para elegir. Es en ese momento cuando ajusto más la definición y el nivel de dificultad. A veces con uno se te ocurre otro y me lo apunto.

Prueba de todo ello, algo más evidente, que no depende de mí y que constato con alegría, es que muchos de los jugadores las generan. Hay una página web de los enigmaristas en la que dejan comentarios sobre mi enigmàrius y se animan unos a otros y esto me constata la fuerza germinal que tiene el juego del lenguaje, es una llave que abre una puerta que te invita a hacer más. El usuario termina por ser el autor. ¡Y hasta hacen campeonatos!

Y ahora han salido a la luz los juegos “sisset, setsis, vuitquatre, vuitdeu”. ¿De dónde surge la idea?

De la relación con Oriol Comas, un gran amigo de muchos años y un gran experto en juegos. Primero hicimos el verbalia, un tipo de juego de palabras; después el juego del enigmarius y ahora tenemos cuatro más, dos  de cartas y dos de dados. Algunos provienen juegos conocidos como el juego del ahorcado (vuitdeu) y otros son originales nuestros y sobre todo estamos muy orgullosos de sisset, que es un juego muy original que no en todos los idiomas funciona: en catalán funciona muy bien porque tenemos un montón de monosílabos, es como el «cinquillo», pero todas las cartas son letras. Tanto Oriol como yo teníamos la voluntad de crear juegos portátiles, asequibles y a la vez incitadores para acercarse a la lengua como fuente de placer.

Los juegos acercan a la familia para jugar con la lengua…

La experiencia de estos años es que cada vez más vienen a verme niños que me escuchan en la radio. Las adivinanzas son un gran hallazgo para los niños: descubrir que hay cosas ocultas y que las puedes adivinar es la base de transmisión cultural, y toda la cultura es un camino de descubrimiento. El juego es intergeneracional.

Tu última novela acaba de salir a la luz. “Nada es perfecto en Hawai”. Al principio de la entrevista comentabas que hace más de un año que la terminaste y que ha ido pasando los «filtros» de las distintas etapas de corrección de los editores hasta salir publicado. ¿Podrás explicarla brevemente?

Nada es perfecto en Hawai es una novela que se desarrolla completamente en la isla de Hawaii y empieza con una operación inmobiliaria turística de inauguración de un centro con la excusa de un Congreso sobre el capitán Cook.

La trama de la novela se centra sobre todo en una joven periodista que ha perdido a su padre y no sabe bien por qué, lo echa mucho de menos y focaliza todo su interés y un poco la pérdida de su padre en el estudio del capitán Cook, porque ha nacido en el pueblo que se llama Capitan Cook, justo en la playa donde falleció el capitán. El desarrollo de la novela, que tiene muchos avatares, hace que descubra su pasado en el que se mezclan muchos choques culturales de lo que fue la cultura de los años setenta con una cierta liberación de costumbres y una cierta revolución de hábitos que después ha sido completamente enterrada por una cultura mucho más centrada en el consumo y en la creación de paraísos artificiales como Hawaii, por ejemplo, que es el gran paraíso en el imaginario americano.

Cuando me documenté sobre el capitán Cook quedé absolutamente fascinado con todos los libros de bitácora, los cuadernos de viaje, porque su asesinato ha sido explicado por mucha gente. Todos sus hombres escribieron un libro de memorias y cada uno lo explica de un modo ligeramente diferente. Esto es absolutamente fascinante como episodio histórico. Dentro de Nada es perfecto en Hawaii esta es la manía de un personaje que trata de escribir sobre el capitán Cook; pero la novela sucede toda en 2009, un año clave porqué Obama, que es hijo de Hawai, fue elegido Presidente de los Estados Unidos y porqué para mí representa la experiencia que viví la primera vez que fui a la isla: es un mundo muy cambiante y lo quise reflejar.

¿Tienes algún proyecto de futuro entre manos?

Siempre tengo. He estado haciendo y trabajando cosas en el mundo del teatro. La escritura tiene su ritmo y me gusta siempre tener frentes abiertos hasta que te lanzas completamente a uno de ellos. No suelo hablar de futuros proyectos hasta que no están bien atados, pero el proyecto es continuar viviendo como siempre: muy centrado en la escritura y  a partir de ahí todo lo demás es la vida, la que nos marca los caminos y las pautas.


El cuento de La Butaca y el cambio de mirada de Màrius