Editorial

La ropa de trabajo

En casa tengo una fotografía de Rosa Armengol, gerente de AACIC, con un elegante vestido de diversas lanas, dos piezas, falda y chaqueta entallada. Un vestido de boutique. Rosa sabe cómo vestir cuando la ocasión así lo requiere, pero en el día a día elige la comodidad, la ropa adecuada para ponerse manos a la obra. Dejar las cosas para otro día (lo llaman procrastinación) no es propio de ella.

Cuando conocí AACIC me impresionó que una asociación relativamente pequeña fuera un paso por delante de otras más relevantes: en el modelo de atención a las familias, en la concepción de la enfermedad, en la concepción de los procesos de duelo, en la necesidad de involucrar a las familias y personas con cardiopatía con la entidad…Rosa es la cara visible de un grupo de personas que hace años tomaron la decisión de unirse para mejorar las vidas de los niños- y adultos-que nacen con una cardiopatía congénita. El secreto es la suma.

Dejó su trabajo en la administración pública, tras quince años de trabajo, en Tarragona, de donde es oriunda,  y se puso al mando de AACIC, y lo hizo porque sabía que tenía el fiel compromiso de otras familias que trabajaban con el mismo objetivo. Cuando visita a alguien por trabajo se presenta abiertamente, sin afectación, sonriendo, pero lleva su discurso bien estudiado. ¡No improvisa, en el trabajo, no! Sabe lo que quiere y va a buscarlo. Si hay un problema, tomar el toro por los cuernos. ¡Y tiene cintura! Te puede hacer ver algo que has hecho mal, pero al día siguiente de aquello ya no se habla más. Tal vez es por eso, si eres amigo de Rosa puedes confiar en que esta relación va a durar años. En algún momento te pedirá participar en una de las muchas actividades que organiza AACIC. Y si no, preguntadlo a su familia.

Ella y Xavier tienen tres hijos. En su casa a menudo hay un perro, o dos,  de sus hijos.  El día que no trabaja se la puede encontrar caminando: Mont-roig, Solivella o Montblanc, donde tiene raíces familiares, por el Montseny, por Italia visitando buenos amigos o descubriendo alguna ciudad europea. Ahora bien, si le hacéis elegir entre campo o ciudad, lo tiene claro: proponedle una comida en el bosque, aunque la comida sea un bocadillo, y os dirá que sí. Le gusta moverse, caminar. Ya sabéis que mientras se camina también se habla, y si se camina hablando se estrechan las relaciones, nos hacemos más personas, surge la confianza y la intimidad. Dice vivir en el mejor barrio de Barcelona, Horta, ya que tiene la Sierra de Collserola a cinco minutos de casa. ¡Y también del trabajo!

Una imagen que siempre viene a la mente cuando pienso en Rosa es la de aquellas galletas de maíz que se vendían en las tiendas naturistas, y ahora están por todas partes. ¡Bueno, no son galletas! Rosa se cuida. He sabido que ahora practica el Katsugen, el arte del «movimiento que regenera la vida». Lo podéis buscar en Internet. Ella me dice que medita. No lo dudo, pero estoy seguro de que prefiere la meditación en movimiento en lugar de tener que estar sentada sin moverse. Un día veréis a Rosa con un vestido de fiesta, pero cómo se siente cómodo es con la ropa de trabajo.

 

Jaume Piqué Abadal
Periodista, colaborador de la entidad