Actualidad y experiencias

Pensamientos y reflexiones entorno la educación, crecer en salud

La Dra. Verónica Violant, profesora titular de la Facultad de Educación de la Universitat de Barcelona y directora del Observatorio Internacional en Pedagogía Hospitalaria, nos habla sobre los retos conjuntos de la educación y la salud.

Hoy me he levantado con ganas de risa, de ver la parte positiva de la vida, las sensaciones que dejan que mi cuerpo sienta frío y calor, y una foto utópica aparece por mi anhelada memoria. Y entre momentos y momentos, vuelve a aparecer la noticia de ayer.

Sí, un virus que nos hace ver la vida de otro modo, un ser imperceptible que nos hace estar atentos y con muchas medidas -distancia, mascarilla e higiene-, muchos lavados de manos, o como mínimo, esto es lo que nos dicen. Pero lo que no dicen es que este hecho nos está cambiando. Nuestro yo se relativiza, sentimos la muerte y el miedo de mirar cerca, de vivir el presente y el miedo al sentir el futuro, las noticias pasan y el día a día nos deja con cifras y más cifras.

Paradojas de la vida, mientras que a una parte de la población el trabajo se le duplica, y donde las horas del día pasan y pasan sin ni siquiera levantarse de la silla, la otra parte de la población ve como las horas pasan y pasan con el pensamiento de cómo poder hacerlo todo, cómo pagar las facturas, cómo comprar el alimento del día a día, porque en su trabajo no se teletrabaja y su sueldo no les permitió ahorrar. Pero lo cierto es que se podría exponer aquí tanta casuística como personas hay en el mundo. Sin duda, el hecho en sí es un tema, pero la forma como se percibe este hecho es otra de muy diferente. Esto es lo que nos hace ser únicos, con consecuencias, pero únicos.

Y yo me pregunto, ¿qué es lo que tendría que cambiar, que vuelvan los puestos de trabajo a quienes lo han perdido; que mientras tanto pasa todo esto de la pandemia podamos vivir de las ayudas, si es que tenemos la suerte de acceder, mientras los otros continúan y continúan con trabajo y más trabajo; o bien, lo que tiene que cambiar es la forma de percibir el mundo y vivir en esta vida?

No somos los únicos implicados en este cambio, el mundo entero está en este cruce, y si nos paramos a pensar, ya hace tiempos que muchas familias, de una o de otra manera, se han encontrado con un cruce que las obligó a pararse, pensar, cuando la tristeza y la calma se lo permitían, y rediseñar su vida. El estado del bienestar para unos, el estado de salud para los otros; Y sí, cuando no se está enfermo se piensa al procurar llegar a cierto estado de bienestar que dé a la felicidad, pero cuando la salud es vulnerable y nuestra salud no nos acompaña, el estado de bienestar llega con la aceptación de la nueva realidad, y este estado se hace presente, seguramente, con un significado del concepto felicitado con matices y con otros como la esperanza, el esfuerzo y la fuerza, la paciencia, la resiliencia y la creatividad, entre muchos otros.

Y sí, ahora es tiempo de resiliencia y creatividad.

Nuestra vida se ha convertido en una realidad cargada de nuevos retos y de situaciones difíciles de superar. Todo el mundo transmite la importancia de apoderarnos o, lo que es lo mismo, de tener la capacidad de control personal y la competencia para actuar, de saber buscar el apoyo social y de perfeccionar nuestras habilidades interpersonales; o la importancia de ser creativos o, lo que es lo mismo, de ser diferentes, de mirar donde otros no han mirado, de reinventarnos. Nos transmiten también la importancia de ganar en confianza y autocontrol emocional, de ser resilientes o, lo que es lo mismo, de intentar superar las situaciones difíciles con las cuales nos vayamos encontrando y aprender de ellas.

Pero ¿cómo? Nos dicen qué es lo que sería bueno hacer, pero ni en las escuelas, ni en el si familiar, nadie nos ha enseñado estrategias para ser competentes ante estas situaciones. El saber hacer se aprende haciendo y este hacer se aprende andando. Ahora es el momento de andar aunque hayamos de estar con distancias limitadas.

Hay familias que la vida las ha preparado de otro modo, familias que un día sin más, sin contar con aquello, la enfermedad y la hospitalización de su hijo o su hija interrumpió de manera inesperada. Y por el hecho de ser niño, iniciando el andar de la vida, por el hecho de ser un ‘pequeño’ quién sufría, repercutía, además del propio niño o adolescente, dentro del núcleo familiar donde la enfermedad había irrumpido, y se instalaba sin previo aviso y sin pedir permiso. Tanto a partir de aquel momento, como por ejemplo globalmente, cobran significancia nuevos escenarios: el hospital, las urgencias, el quirófano, los profesionales con bata blanca, los maestros en contexto de hospital y domicilio; a pesar de que ahora con una nueva realidad, el maestro y la educación están en una cuerda floja, con la misma cuerda floja que el mundo de la salud está cuando las urgencias se llenan, cuando el triaje nos hace escoger o cuando un paciente deja de estar entre nosotros. Ahora el debate está en 1/ las metodologías, 2/ la pedagogía y la andragogía, permitiendo equilibrar las responsabilidades con las demandas, incluyendo en todos los agentes implicados, y 3/ con la didáctica, sí, el arte (pero no solo de los maestros al enseñar y con aprendizaje mutuo) de llevar a cabo, allá donde se esté, la educación.

Pero el debate está también en las desigualdades, los debates que la UNESCO de manera continuada nos propone semana tras semana (de una calidad excepcional) que nos hacen replantear la forma como llega, nuevamente, la educación a nuestros niños y adolescentes. No todo nuestro debate tiene que girar entorno la conectividad, el uso de las tecnologías, la era digital avisada hace años pero del todo sobrevenida, Internet o la mejor plataforma para evocar nuestros conocimientos a un grupo más o menos numeroso. Alguien y más algunos se han y nos tenemos que parar y pensar pedagógicamente y didácticamente hablando, 1/ la forma como estas recomendaciones -uso de mascarillas, distancia y lavado de manos que, además, ahora hay que añadir la higiene de los espacios, la ventilación (por cierto, este ha sido un examen de suspenso en muchas instituciones educativas, incluyendo las universidades)- llegan a la esfera psicológica y emocional y la forma como resuena de manera particular a cada uno de nosotros, 2/ la forma como la familia es resiliente y creativa en el seno del entorno familiar, 3/ la preocupación y dicotomía que genera la forma de actuar y asistir en la escuela con un niño y adolescente con salud vulnerable, 4/, 5/, /6 y todas las que quered añadir. Alguien y más algunos han y tenemos que valorar, de manera preventiva, un montón de realidades de manera personalizada e inclusiva, pero que también haga sentirnos únicos y inclusos.

Cada vez lo tengo más claro, y esta pandemia nos lo ha puesto en bandeja, la salud y la educación tienen el deber de trabajar conjuntamente. Hemos pasado del título: “Salud y Educación, la pedagogía hospitalaria como un puente entre ambos” -conceptos expuestos de manera extensa en un libro que desde el Observatorio Internacional en Pedagogía Hospitalaria publicamos apenas hace un año (antes de la pandemia)- a pensar en el concepto de Educación y Salud, una cuestión integrada, como ciclo de ‘conversatorios’ que cada dos meses se plantea el Observatorio junto con el hospital Cardio infantil de Bogotá, con ponientes que, desde la transdisciplinariedad, nos hacen pensar y reflexionar entorno un reto concreto. Nuestro primer reto fue: la familia.

Ahora más que nunca, es tiempo de hechos y no de palabras o ideas. Ahora más que nunca, es tiempo de garantizar la educación en la población y de manera fundamental en la infancia y adolescencia y en sus familias que por motivos de salud se encuentran en situaciones difíciles. Y también, ahora más que nunca, la educación garantizada en la población con problemas de salud mental es el que más retos y deberes tiene. Releer la Carta Europea de los Derechos de la Infancia hospitalizada, promulgada por el Parlamento Europeo en 1986, así como los lineamentos para cubrir las necesidades individuales de los niños y adolescentes enfermos desde una visión de educación integradora y de calidad presentadas por la Hospital Organisation of Pedagogues in Europe (HOPE), nos puede ayudar ahora a rediseñar y repensar un nuevo paradigma que incluya la educación como forma de crecimiento en un concepto integrador de necesidades humanizadas.

 

Dra. Verónica Violant Holz
Profesora Titular de la Facultad de Educación de la Universitat de Barcelona. Directora del Observatorio Internacional en Pedagogía Hospitalaria. Miembro del Comité Científico del AACIC

 

 

Esta reflexión forma parte de la Revista 26 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y la Fundació CorAvant

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