Actualidad y experiencias

«Nunca dejé de sonreír y salir adelante»

Conoce la historia de Meritxell, una chica valiente, luchadora y que persigue sus sueños.

Desde que era al vientre de mi madre, mi corazón ya estaba enfermo. Nadie lo sabía todavía. Cuando nací todo salió bien, pero cuando me auscultaron, mi pequeño corazón hacía un ruido extraño, lo que se conoce como un soplo, es bastante común en los bebés y suele desaparecer a las pocas semanas. En mi caso no desapareció.

Poco a poco mi piel se volvió más azul. La alarma saltó cuando notaron que respiraba mal. A partir de aquí empezaron a hacerme un montón de pruebas. Mis padres estaban muy preocupados porque era muy pequeña, frágil y era una enfermedad desconocida. Después de las pruebas ya sabían lo que le pasaba a mi pobre corazón. Tenía lo que se conoce como Tetralogia de Fallot. Es una enfermedad congénita (se tiene desde que naces). La sangre no podía llegar a mis pulmones, porque por un agujero pequeño la sangre «buena» se mezclaba con la «mala». Sabiendo esto, los médicos estudiaron la opción de operarme definitivamente. Me hicieron muchas pruebas y estuve días en el hospital, pero tenía muchas ganas de vivir y no me operaron.

Los problemas llegaron más tarde: unas hemorragias hicieron saltar la alarma hasta que una mañana me desperté sin poder ver. Nunca pensé el diagnóstico: un ictus. Nunca dejé de sonreír y salir adelante. Yo era una luchadora. Fui fuerte y tenía muchas ganas de vivir. Mi recuperación volvió a ser rápida. A pesar de lo que me estaba cambiando la vida, todos estaban sorprendidos de las ganas de luchar que tenía.

Ahora, tengo una vida casi normal, aunque controlándome y cuidándome. Quiero dar a conocer esta enfermedad y decir que aunque esto sea para siempre, podemos tener una vida normal y conseguir nuestros sueños.

 

Meritxell Torres

 

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