Actualidad y experiencias

No estamos preparados

El doctor Ricard Serra Grima, cardiólogo y especialista en medicina del deporte, nos explica cómo vivió la época de confinamiento. Este artículo se publicó en la Revista 26 de nuestra entidad.

Al inicio del problema en China, todo el mundo lo veía como un acontecimiento que no llegaría, era un país muy alejado y había muy pocas posibilidades que nos pudiera afectar.

Ahora bien, lo que inicialmente era un foco localizado en una ciudad se extendió rápidamente hasta que la pandemia, sin distinciones, llegó a todo el mundo.

Es muy fácil hacer crítica de cómo se ha llevado la gestión sanitaria del grave problema que estamos viviendo, y todavía no hemos tocado fondo. Lo que sí que se puede comentar es que las autoridades sanitarias no solo tienen la obligación de atender a la población ante la enfermedad, sino que tienen que hacer prevención de forma que el problema se pueda controlar a tiempo y evitar su expansión. Y una acción que encuentro poco afortunada es que, para evitar la alarma, no se informó objetivamente a la población, hecho que considero que era obligatorio para educarla y, al mismo tiempo, habrían hecho falta unas medidas de prevención más rigurosas.

Hecho este comentario explicaré cómo viví el confinamiento.

En primer lugar, es interesante recalcar que si bien se dejan de hacer unas actividades, se busca la manera de sustituirlas por otras y así llenar el vacío de la situación.

Desde el punto de vista laboral, como que tenía pendiente finalizar un trabajo de investigación de notable envergadura, pude dedicar seis semanas de sol a sol y ya está pendiente de publicación. Yo tenía esta opción, pero la gente tenía otras, y el recurso de sentarse ante la televisión, para mí era el último.

En relación al deporte, comentaré mi experiencia. He hecho deporte toda la vida, y todavía continúo haciendo, con mucha dedicación.

Una vecina me propuso si podía hacer un programa de «gim». Yo desde mi balcón y 5 alumnos desde el suyo, al mismo nivel que el mío.

Sesiones de 45 minutos y 10 minutos de estiramientos cada día, sin ningún día de descanso. En total 80 sesiones. Hacía de entrenador, fisioterapeuta (todas las personas eran jubiladas y los ejercicios tenían que ser los adecuados) y de médico. Ninguna lisiada y todas contentas, porque percibieron la mejora. Por mi parte me reafirmé: se puede hacer ejercicio cada día, modificando el programa y la intensidad.

Tuve que suspender la «carrera científica» de Sant Pau, que se organizaba desde hacía 32 años en el mes de marzo. No quería renunciar a romper esta tradición que tanto ha contribuido a promover el ejercicio para todo el mundo.

El 24 de junio finalizó el estado de alarma. El 27, sábado, celebramos la primera milla Sant Pau por el recinto histórico con todas las medidas de seguridad. Desde el hospital teníamos que dar ejemplo. Tuvo una gran repercusión, puesto que fue la primera carrera post-covid de todo el Estado.

Esta es una breve y parcial referencia de lo que ha representado la excepcionalidad de los momentos que estamos viviendo.

 

Dr. Ricard Serra Grima
Cardiólogo y especialista en medicina del deporte. Miembro del Comité de Honor de AACIC

 

 

Esta reflexión forma parte de la Revista 26 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y la Fundació CorAvant

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