Siempre había pensado que los héroes eran seres de ficción, aquellos que sólo salían a las películas o cómics, pero la realidad que muchas veces supera a la ficción, me demostró que los héroes son seres humanos. Es por este motivo que os quiero contar el día que conocí a mi pequeño héroe.
Fue el 7 de marzo de 2009. Ese día nació mi hijo, Arnau, y aunque sea un tópico fue el día más feliz de mi vida. Arnau nació con una cardiopatía congénita diagnosticada a las 25 semanas del embarazo, concretamente TGA (transposición de grandes vasos). A partir de ahí comenzaron dentro de mí el sufrimiento, los nervios a flor de piel, la angustia, el miedo, la rabia, la impotencia, las preguntas sin respuesta… Cosas que se mantienen actualmente y creo que siempre me acompañarán.
Después de verlo y poderlo coger por primera vez, los pediatras se lo llevaron hacia la UCI. No habían pasado ni 24 horas de vida cuando los cardiólogos le hicieron la primera intervención: un cateterismo para «abrirle» el ductus. Cada día le iba a ver al hospital y pese a que estaba rodeado de cables, vías, ruidos de las máquinas de los medicamentos… él ya empezó a mostrarnos su carácter. A los 11 días de vida tuvo lugar la primera prueba de fuego: operación a corazón abierto y extracorpórea. Pero a pesar de que no le pudieron hacer la operación prevista, Arnau pasó este primer test. Cada minuto, hora, día que pasaba era bueno para su recuperación. Pasó un mes y unos días, y después de una lucha sorda y constante del pequeño Arnau, le dieron el alta.
Por fin estaba en casa por primera vez. Pero la alegría duró poco, al cabo de 15 días nos tocó revisión y algo no iba bien. Las alarmas se dispararon dentro de mí. El cardiólogo le recetó medicación pero resultó infructuosa y no sirvió para evitar el peor de los pronósticos: volver a pasar por el quirófano. Así pues, cuando sólo tenía dos meses de vida y con un edema más que preocupante en la cara, Arnau volvió a ingresar en el hospital. Durante estos casi dos meses de hospitalización entró dos veces al quirófano para que le hicieran tres cateterismos. A pesar de las dos intervenciones, los cardiólogos no se mostraron muy positivos ni optimistas. Pero él, como siempre, luchaba, reía y nos transmitía a todos su fuerza interior. Volvimos a casa después del famoso e histórico triplete del Barça de Guardiola: «Copa, Liga y Champions».
La situación se estabilizó y Arnau mejoró a pesar de tomar medicamentos crónicos como el acenocumarol, conocido también como Sintrom. Llegó el verano y en un control de rutina los cardiólogos vieron que había una coartación en su arteria aorta. Tercero ingreso en el hospital y cuarta vez que el pequeño león (como así le decimos cariñosamente) tuvo que volver a entrar en el quirófano. Afortunadamente todo fue bien y una semana después, nos dieron el alta.
Desde aquel agosto del 2009 hasta agosto del 2012, Arnau fue creciendo sin dejar de tomar sus medicamentos y haciéndose las revisiones periódicas. En agosto de 2012 volvió por quinta vez en el quirófano y la última vez y sexta, fue el mes de enero de este año.
Mi héroe ahora tiene cinco años, ha luchado desde el minuto 0 para sobrevivir, va a la escuela donde hace P5, es simpático, alegre, risueño, travieso, tiene una fuerza brutal y sobretodo muchas, muchas, muchas ganas de vivir. Y como yo dije una vez, tiene una gran capacidad para sorprender a nosotros y extraños.
PD: Te quiero Arnau!
Familia Matas Manyosa