«Vivir el presente» o «vivir ahora y aquí» equivalen al carpe diem latín, invitación a exprimir el día y atrapar la ocasión. Suele ser el recurso fácil para impulsar al desmadre cuando se dice que esto se acaba. Pero también nos aconseja a fluir con intensidad y sin condicionantes banales; nos sugiere que nos afanemos en disfrutar de la vida, que es un chollo. Con todo, la utilidad de sobrevivir solo ahora y aquí es ambivalente. O bien reporta un beneficio de inmediatez, porque nos libera de los embates que nos presionan y de las situaciones que nos comprometen, o bien engaña y nos esclaviza porque nos convierte en víctimas propiciatorias de la diosa posmoderna que la velocidad encarna. Todo hace pensar que rehuir el tiempo y vivir el instante preciso, no solo es deseable, sino la única posibilidad de radicalidad. Aun así no vamos a ninguna parte con una locución tan difícil. No nos ayuda a matizar e impone una estrategia incierta y pesimista. No mirar atrás ¿no significa negar qué éramos? ¿renegar de donde venimos? Y no mirar adelante ¿no quiere decir temer el mañana? El tiempo tiene aspectos diversos. ¿No lo habéis visto como rueda, se atornilla, se ensarta y se alisa? Lo paramos y lo perdemos. Se adelgaza, se nos muere, se hiela, se comprime, se dilata, se acelera. A veces, pesado, es insoportable. A veces, inalcanzable, se derrite entre los dedos o entre los pliegos de los recuerdos. ¿Y no lo habéis visto nunca como se enciende, vibrando o tembloroso? Por lo tanto, no tener en cuenta los cambios de ritmo del tiempo, de la vida ¿no nos amputa los sentidos? Porque es vivo, decimos que huye… y decimos que vuelve, se estira y se acorta. Es demasiado osado instalarse en el tiempo que huye, que el presente disipa. Sería un dispendio dejar de saborear el tiempo que vuelve, que el pasado conserva. Será arriesgado rehusar el tiempo que espera, que el futuro preserva. Vivamos en el presente, sí, pero sin rehusar los chips de historia y de esperanza.
Jaume Comas
Fundació CorAvant
Este artículo forma parte de la Revista 28 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y de la Fundación CorAvant, dedicada a la importancia de vivir el presente.