Actualidad y experiencias

La peor noticia

Ahora voy con mi mujer y mi hija de tres años a las visitas, más a menudo, pero más consciente de la cardiopatía y, sobretodo, sabiendo que aquella noticia fue la peor para todos pero que hay muchas otras cosas que se pueden hacer en la vida y disfrutarla

En 1996 lo que más me gustaba era jugar al fútbol en el patio de la escuela, en el parque con los amigos o con el equipo de fútbol. Un día, antes de un entrenamiento, tocaba revisión con el médico. Todos salían contentos de aquella habitación, unos decían: «me ha dicho que tengo buena resistencia» y otros «pues, a mí que tengo buena masa muscular», pero al salir yo, todo era confusión. Sólo entendí que no podía volver a jugar hasta que me hiciera unas pruebas más exhaustivas de mi corazón. Nací con un soplo, pero hacía unos años que me habían dado de alta en Sant Joan de Déu. Mis padres me llevaron a Vall d’Hebrón dónde después de unas diez horas, muchas pruebas y un montón de doctores y doctoras que venían a verme, sólo recuerdo la frase de mis padres «David, el fútbol se ha terminado. «La peor noticia que podía recibir con 12 años.

Ahora tengo 29 años y en agosto de 2013 ingresé en Vall d’Hebrón debido a una angina de pecho. Durante los diez días de ingreso entendí que aquella noticia que me dieron hacía diecisiete años no fue sólo la peor para mí, sino que mis padres también quedaron marcados para siempre aquel día. La madre, sentada en la silla de la habitación 206 mientras yo descansaba, ya que no podía moverme debido a la telemetría y la medicación, me dijo: «David, aquel día en el hospital, el Dr. Girona nos explicó tu cardiopatía y la verdad que quedamos perplejos de lo que nos dijo. Ningún doctor explicaba como podías hacer una vida «normal» con tu corazón, porque tenías que ahogarte en unos pasos, subir unas escaleras o hacer cualquier esfuerzo. Y tampoco nos aclaró que pasaría en un futuro inmediato». Era la primera vez que mi madre reconocía o se sinceraba de todo lo que había sufrido en silencio, cuando mi corazón todavía no se había pronunciado en esta historia desde el año 1996 cuando todos, principalmente yo, hemos girado bastante la espalda a la enfermedad.

Ahora voy con mi mujer y mi hija de tres años a las visitas, más a menudo, pero más consciente de la cardiopatía y, sobretodo, sabiendo que aquella noticia fue la peor para todos pero que hay muchas otras cosas que se pueden hacer en la vida y disfrutarla.