Actualidad y experiencias

El dolor del corazón se transforma con amor

«Conocí a Albert en AACIC. Yo era voluntaria en el espacio de padres y madres de Tarragona. De él me sorprendió su fortaleza» (Alèxia)

19 de marzo de 2011, Calafell (Segur, Comarruga). Ese día quedamos Albert Güell y yo. Nos conocimos en AACIC. Tiene una cardiopatía congénita y yo era voluntaria en el espacio de madres y padres de AACIC Tarragona junto con Ángeles. De él me sorprendió su fortaleza. Tiene una tetralogía de Fallot y hacía sólo cuatro meses que le habían trasplantado una válvula. Ahora pienso que no tuve ninguna duda, vi el mejor compañero de viaje.

Albert vivía en Roda con sus padres y de vez en cuando nos veíamos. Y fue en Tossa, en abril de 2011 cuando sentimos nuestra primera prueba de amor. Allí descubrí el hombre con quien duermo cada día, viajo, comparto aficiones y quiero. El verano siguiente fue verano de cortejo, genial. En noviembre ya vivíamos juntos. Todo el mundo decía que íbamos demasiado deprisa. Pero ¿se puede medir el amor?
El año 2012 fue un año duro, de poco trabajo y al llegar en 2013 decidimos casarnos. Y es lo mejor que hemos podido hacer. Estoy con la mejor persona del mundo.

Alegre
Leal
Buena
Espontánea
Responsable
Talentosa

Gracias de todo corazón a AACIC que nos unió, nos ayudó y todavía nos acompaña. Gracias a los profesionales de la Vall d’Hebron, en especial a la Dra. Antonia Pijuan, al Dr. Castro y al equipo de enfermeras tan espléndido que me cuidaron. A su madre, Teresa, que es un sol y conoce mejor que nadie qué es ir de hospital en hospital. A su padre, Félix, por luchar por él. A sus hermanos, para tenerlo presente en el cuidado de sobrinos. A mi hermano Rubén, para entender su cardiopatía y a mis tíos de Reus y Barcelona, para entenderlo.

No pararía de agradecer … gracias al taller Tarragona por el trabajo que están haciendo y la ilusión con que lo hacen. A Mestral (Cocemfe), Sinergia Laboral (Belén y Maria) y Onada (Nieves López) por las oportunidades que nos han ofrecido. Y por último, agradecer a otro cardiópata y compañero nuestro de viaje, Iban Perelló, el mejor amigo de Albert. Iban, su mujer Ziortza, Albert y yo nos hemos hecho inseparables.

Sólo me cabe añadir que me hice voluntaria porque mi madre tuvo un aneurisma de aorta y se le rompió el corazón. Entonces, morí de dolor, pero dando ayuda a otros encontré el amor.

 

Alèxia Martín