Actualidad y experiencias

«Solidaridad, crecimiento personal y compromiso son los adjetivos que para mí definen la experiencia del voluntariado»

Marta Ballvé, responsable del Programa de Voluntariado de la Escola Mare de Déu dels Àngels de Barcelona.

Cuando propusimos a Marta de compartir el blog de Historias como tu su experiencia como voluntaria y responsable del Programa de Voluntariado de su escuela estuvo muy contenta: «¡me hará mucha ilusión que deis visibilidad a este proyecto compartido que hace varios años que anda en clave de Aprendizaje-Servicio!», nos comenta Marta. Esta entrevista que encontraréis a continuación la publicamos en el Boletín 14 de AACIC (2007).

Aprovechamos para anunciaros que en la Revista 22, que saldrá publicada este año, ¡volvemos a entrevistarla!

¡Muchas gracias por todo Marta!


 

Marta Ballvé es bióloga y da clases de ciencias y de matemáticas en la Escola Mare de Déu dels Àngels de la Sagrera, en Barcelona, en el mismo centro donde hizo sus estudios primarios. Su interés por las ciencias es la expresión de su curiosidad por el mundo, pero esta es sólo una faceta de su personalidad. Ya de estudiante participaba en proyectos solidarios, en Chile o en el Raval. Ahora es la responsable del Programa de Voluntariado de la escuela donde trabaja. Ella hizo la propuesta y ella la ha llenado de contenido. Gracias a este programa, este año hemos contado con un grupo de jóvenes de La Sagrera que nos han apoyado como voluntarios en las actividades públicas de AACIC, en aquellos momentos que la entidad necesita un refuerzo extra de gente. Le hemos pedido que nos responda a 10 preguntas.

Ya sabemos que te llamas Marta, que trabajas en una escuela enseñando ciencias … Cuando realizaste te tu primer trabajo de voluntaria, de que se trataba y cómo es que decidiste participar en ese proyecto.

Mi primer voluntariado lo hice cuando tenía 15 años y consistió en participar de unos campos de trabajo en el barrio del Raval, que preparábamos con otros jóvenes y Toni Román, que en aquel momento era el vicario de la parroquia del Crist Rei (barrio de la Sagrera), y para mí fue todo un referente, ya que me acercó, motivó y acompañó en el descubrimiento de que la vida sin los otros, pierde sentido.

Los campos de trabajo se hacían antes de comenzar el curso escolar, durante 3 o 4 días del mes de septiembre y tenían una doble finalidad: por un lado, arreglar y dignificar las viviendas de algunas familias (que conocíamos a través del contacto con la comunidad de oblatas y la Asociación Estel-Tàpia del barrio del Raval) y del otro acercar a los jóvenes que participábamos en una realidad muy diferente a la nuestra. En un primer momento, para nosotros el barrio del Raval era una realidad desconocida, que nos iba hablando a través de muchos rostros anónimos de personas que encontrábamos por la calle y que nos hacía cuestionar el porqué de la injusticia, la exclusión social, la marginación… pero acercarnos directamente a personas concretas, poder hacer experiencia con ellas y compartir momentos entrañables de convivencia a lo largo de los días que duraba la experiencia, nos ayudaba a sentirnos cada vez más cerca de él, a entender mejor su realidad e, incluso, porque no decirlo, a dejar de lado algunos prejuicios basados en estereotipos sociales poco fundamentados. Sin duda, para mí fue una experiencia muy enriquecedora, que me motivó y animó a participar posteriormente en otro tipo de voluntariados como, por ejemplo, las campañas solidarias de recogida de alimentos y juguetes que se organizaban cada Navidad desde Cáritas y los Servicios Sociales del barrio de la Sagrera.

La motivación para participar en este tipo de propuestas de voluntariado partía evidentemente de una inquietud personal y una predisposición para estos temas que tengo que agradecer en gran parte a la educación recibida por mis padres y la escuela donde estudié, y por la otra obviamente a que en ese momento hubiera alguien que me propusiera y animara a participar en un proyecto que valía mucho la pena.

También has participado en proyectos en el extranjero. ¿Es una experiencia muy diferente? Depende? ¿De qué depende?

De hecho en agosto de 1997 un grupo de nueve personas que habíamos compartido previamente muchas experiencias de las que os hablaba antes, participamos de un proyecto de cooperación con micro-empresarios, a través de la asociación del TPH (Trabajo Para un Hermano) en Copiapó, una población situada en medio del desierto de Atacama, en el Norte de Chile (III Región). Precisamente, un par de años antes, se nos pidió desde la parroquia de Santa Maria del Teulat, de Poble Nou, que cogiéramos el relevo a una serie de proyectos que ellos habían iniciado en años anteriores y a los que se quería dar continuidad. Con mucha ilusión y respeto, porque francamente éramos muy jóvenes cuando se nos propuso, asumimos el relevo. Los dos años previos a la experiencia, nos sirvieron para prepararnos, formarnos y poder recoger los fondos económicos necesarios para poder colaborar en la construcción de casas, que en muchos casos se utilizarían como talleres para estos micro-empresarios y en otros casos constituirían la única vivienda de la que dispondrían algunas de las familias que nos acogieron y a las que ayudamos.

Me preguntas si la experiencia fue diferente, francamente sí, porque supuso la inmersión a lo largo de todo un mes con esa realidad, aquellas personas a las que íbamos a dar una mano, construyéndolos un pequeño taller, pero sobre todo debido a que cada uno de nosotros vivíamos en familias que nos acogieron como uno más de su casa, dándonos las llaves de casa el primer día e, incluso, compartiendo entre los hermanos la cama para podernos alojar.

Si bien es cierto que las personas son iguales aquí que el resto del mundo, también es verdad que las realidades son muy diferentes y viene a menudo teñidas por el hecho cultural, la situación económica, la desigualdad de oportunidades que agudizan, acentúan y radicalizan las diferencias existentes en nuestro mundo.

¿Cómo surgió la idea de crear un Programa de Voluntariado? ¿Qué objetivos pretendías?

La verdad es que la idea de crear un Programa de Voluntariado en la escuela parte de la inquietud compartida con la directora del centro donde trabajo, la M. Àngels Melero, por querer facilitar y dar la oportunidad a los chicos y chicas que puedan hacer la experiencia de encuentro con los demás, confiándoles un papel protagonista en propuestas solidarias muy concretas. De hecho, nos planteábamos de estructurar un Programa de Voluntariado, a raíz de la buena respuesta que tuvo el llamamiento hecho a los grandes de la escuela (3º y 4º de ESO y Bachilleratos) a participar de las campañas de recogida de alimentos y de juguetes de Navidad del 2004. Alrededor de unos 80 jóvenes se animaron a participar y la valoración de la experiencia fue muy positiva para todos, tanto para los jóvenes como para la contraparte, en este caso Cáritas y servicios Sociales de la Sagrera. Este hecho, es lo que nos impulsó o motivó a poder dibujar y definir un proyecto enmarcado dentro del Carácter Propio de la Escuela, con la idea de:

  1. Promover la formación integral de las personas porque entendemos que ofrecer una educación de calidad implica ofrecer una educación integradora, tanto de la vertiente intelectual como de la dimensión más humana y personal.
  2. Promover la transmisión de valores, como puedan ser la justicia, la paz, la responsabilidad, la libertad… teniendo en cuenta la identidad de cada uno y, por tanto, considerando la diversidad de las personas con las que trabajamos, para poderlas acompañar en los procesos de crecimiento y maduración.

¿Participa toda la escuela o es un Programa dirigido a alumnos de cierta edad? Cómo funciona en más detalle?

A nivel curricular, el Proyecto Social se enmarca en dos cursos: 4º de ESO y 1º de Bachillerato. En la etapa obligatoria se concreta con una hora semanal del Crédito complementario de Acción Social que imparte el profesor Eduard Ortuño y se ofrece a los jóvenes la participación puntual en campañas solidarias de recogida de alimentos y de juguetes de las que os hablaba antes . En 1º de Bachillerato, el Proyecto Social se concreta en las clases de Religión, por lo que una hora a la semana se transforma en un voluntariado que los alumnos eligen dentro de una amplia oferta (acompañamiento a personas mayores, refuerzo educativo, monitores de ocio en centros abiertos o esplais, voluntarios en el banco de alimentos o en el ropero de Cáritas de la parroquia de Crist Rei, voluntarios de la Creu Roja o voluntarios, desde el año pasado, con vuestra asociación).

A lo largo del curso se hace un seguimiento de todas las actividades programadas, un acompañamiento de los voluntarios y una valoración y evaluación conjunta a final de curso entre los voluntarios y las contrapartes que han recibido el servicio. Todo esto nos permite hacer crecer, mejorar y dar consistencia al proyecto, criterios imprescindibles para impulsar y consolidar este tipo de proyectos de Aprendizaje-Servicio.

Gracias a este Programa hemos podido contar con un grupo de jóvenes voluntarios para las actividades públicas de la entidad. ¿Habías oído hablar de las cardiopatías congénitas? ¿Cuando fue la primera vez?

La verdad es que por el hecho de haber estudiado Biología, conocía la existencia de este tipo de patologías desde hacía tiempo, pero francamente no es una realidad que a nivel familiar o de amigos me resultara muy cercana. Podríamos decir que mi sensibilidad con el tema ha crecido desde que el año pasado empecé a colaborar con vosotros.

¿Cómo conociste AACIC? Ahora que nos conoces, ¿ha habido algún aspecto que te haya llamado la atención?

A través de Cáritas me pusieron en contacto con Rosa Martínez de su asociación y propusimos de participar con un grupo de alumnos de la escuela en la fiesta del Tibidabo y posteriormente colaboramos en el encuentro de padres que se celebró en Calafell, en mayo del curso pasado, dinamizando la jornada de los más pequeños con talleres de manualidades y juegos, mientras los padres asistían a conferencias, sin duda una jornada de la que guardo un recuerdo muy entrañable.

Ciertamente me ha llamado la atención saber o tomar conciencia de la cantidad de personas que nacen cada semana con este problema y descubrir que hay una entidad que cuida y acompaña a las familias en las que hay un miembro que sufre una cardiopatía, con un servicio de atención y asesoramiento, un servicio de información y sensibilización y un proyecto de voluntariado muy amplio que permite atender a estos niños cuando están hospitalizados o haciendo un acompañamiento en sus domicilios particulares. Me ha sorprendido agradablemente saber que existe una asociación que da respuesta muy concreta y eficaz a este colectivo de personas y que cuenta con un amplio equipo de voluntarios que participan en ella.

¿Crees que la edad o el hecho de ser chico o chica tiene que ver algo con la capacidad de comprometerse como voluntarios o voluntarias?

El hecho de ser chico o chica, francamente no, creo que tiene que ver con la persona, con la capacidad de empatía, de saberse poner en la situación del otro, de sentirse cuestionado y de querer hacer algo para mejorar una situación concreta, cercana o lejana. Para que esto se dé, sí pienso que es muy importante que desde casa y desde la escuela fomentamos en estas edades, 15-16 años, experiencias que impliquen un compromiso como voluntarios, que ayuden a los jóvenes a poder abrir los ojos a la realidad que los rodea y que puedan vivir experiencias de calidad, que les ayuden a descubrir la importancia de sus acciones y que ayuden a vivir con civismo y coherencia su vida.

Si tuviéramos que elegir tres palabras, tres adjetivos que definen la experiencia, ¿cuáles serían?

Solidaridad, crecimiento personal y compromiso.

¿Tienes constancia de que una idea como ésta se esté llevando a cabo en otras escuelas?

Sí, varias escuelas catalanas, desde hace varios años, están impulsando este tipo de modelos pedagógicos, con mayor o menor definición, pero siempre orientados a la adquisición de las competencias sociales de los alumnos. Hay que decir que actualmente en Catalunya va tomando fuerza una pedagogía iniciada a principios del s. XX, proveniente de autores americanos llamada «service-learning» y que nosotros traducimos como Aprendizaje-Servicio. De hecho, el profesor Josep M. Puig define el Aps como una propuesta educativa que combina procesos de aprendizaje y de servicio a la comunidad, articulados en un solo proyecto de manera que los participantes se forman, trabajando sobre necesidades reales del entorno con el objetivo de mejorarlo.

Como docente, creo que pedagogías como esta, que fomenten la participación, la implicación y la cooperación de los alumnos con el entorno que les rodea, nos puede ayudar a dar respuestas a los 4 grandes desafíos planteados por la UNESCO, para la educación del s. XXI de aprender a conocer o aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos.

Para terminar, no te hacemos ninguna pregunta. Te dejamos un trozo de hoja para que escribas el mensaje que te gustaría hacer llegar a los socios y las socias de AACIC.

Como maestra me gustaría compartir unas palabras de Chiara Lubich, educadora italiana ganadora del Premio UNESCO de Educación para la Paz, en 1989, que dicen lo siguiente:

¿Quieres saber? Estudia.
¿Quieres saber más? Búscate un buen maestro.
¿Quieres saber más aún? Enseña a los demás todo lo que has aprendido.

 


 

Si tienes un problema en el corazón de nacimiento, tienes algún hijo/hija, hermano/hermana o algún otro familiar cercano a ti que tiene una cardiopatía congénita, tienes 16 años o más y estás interesado en formar parte de nuestra comunidad: ¡hazte socio de AACIC!

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