Pau Galimany (1982) vive en la Múnia, a pocos kilómetros de Vilafranca. El pueblo ha crecido desde que él nació. Como él, otras personas también prefieren vivir en la Múnia, más tranquilo, aunque tenga que ir y volver de Vilafranca por trabajo. Pau se gana la vida haciendo de mozo de almacén y es casteller del grupo de Vilafranca. Hablar de castillos con Pau ayuda a entender por qué la UNESCO los declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
En Vilafranca, los castillos se viven como una tradición propia, hay pueblos con colla castellera y pueblos castellers. Vilafranca es un pueblo casteller. «Esta forma de relacionarse las personas, haciendo piña para levantar juntos un proyecto», nos dice, «se inculca desde la escuela. Así se explica que en los principales encuentros del calendario casteller se lleguen a juntar hasta seiscientos camisas verdes”. Pau tiene claro que los de Vilafranca son la mejor colla y lo argumenta recitando los éxitos de la temporada.
Sonríe cuando recuerda aquella vez que la gente de su grupo se enteró de que había nacido con una cardiopatía congénita y que le habían operado del corazón. Aquella multitud de valientes que suben hacia las estrellas se asustaron. Pau lo resolvió repitiendo unas palabras que le dijo su cardiólogo: «Tranquilos. ¡Estoy reparado!».
Precisamente, en una visita al médico encontró el Boletín de AACIC-CorAvant. Corría el año 2007. Nunca había oído hablar antes. Nos vino a conocer. Quería saber quiénes éramos y qué hacíamos. Pau cree en la fuerza del equipo. Como él dice: «Ponte un día en la piña cuando se levanta un castillo. Haz piña. ¡Lo entenderás! «