Actualidad y experiencias

«No todo el mundo puede decir que tiene una niña tan increíblemente especial como la nuestra, como todos los ases de corazones»

Una historia llena de positivismo y de un regalo de bodas solidario para los niños, niñas y jóvenes con cardiopatía congénita.

Martina significa «guerrera» y tiempo después supimos como era de acertado este nombre, porque nuestra pequeña es toda una guerrera.

El 21 de mayo de 2008 se convirtió en el día más feliz de nuestra vida. Le costó salir, pero lo hizo y ¡con mucho genio! A las 24 horas, en la revisión, había algo que no iba bien, todo indicaba que había algún tipo de problema en el corazón. Llevarla a casa ya no fue como imaginábamos, nada era como habíamos imaginado, no era como te lo explican de maravilloso tenerla en casa. Nosotros teníamos miedo, mucho miedo.

En la semana todo cambió, entró en parada cardiorespiratoria y de darle la bienvenida parecía que le teníamos que decir adiós. Teníamos muchas dudas, mucho miedo y muchos llantos. Aquella fue la peor noche de nuestra vida: traslado a la Vall d’Hebron y dos operaciones en menos de 24 horas, un mes y medio en la UCI. Siempre estaremos agradecidos a todo el equipo de la Vall d’Hebron.

No era la maternidad que soñábamos, no fue como te cuentan, pero era la nuestra y no queríamos que la infancia de Martina fuera diferente a la de los otros niños. Desde el momento de nacer éramos un equipo, un gran equipo que saldría adelante y podríamos con todo.

Una vez salimos del hospital fueron luchas diarias por cosas simples y rutinarias como podía ser la comida, control del peso, cualquier resfriado o fiebre ya nos ponía un nudo en el estómago. Visitas al cardiólogo, otorrino, digestivo, nutricionista, rehabilitación… todo demasiado duro, todo demasiado difícil. Pero ella era plenamente feliz: reía, jugaba, cantaba y hablaba ¡y mucho!

Poco a poco el miedo fue pasando, o al menos sabíamos llevarlo mejor, iban llegando buenas noticias, altas en algunos médicos, y alguna mala: una nueva operación cuando le quedaba poco para hacer los tres años. Martina nos continuaba sorprendiendo y nos seguía dando lecciones. A los cuatro días llegaba su alta, ¡a los cuatro días! Ya empezaba a ser más consciente y le costó superar ciertos miedos, pero todo continuó funcionando bien, iba creciendo, se iba haciendo mayor. Las visitas al cardiólogo se convirtieron en anuales, otra victoria, siempre con algún susto que no nos dejaba descansar.

Dentro de poco hará nueve años, ¡nueve años ya! Martina es muy feliz, sociable, generosa, se hace querer tanto y ¡tiene tanta energía! Disfruta cada minuto de su vida y lo vive todo intensamente. Mirando atrás, repasando nuestra historia, sí, ha sido muy dura, pero volveríamos a pasar por todo mil veces. No era como imaginábamos esto de ser padres, pero tenemos suerte, ¡tanta suerte! No todo el mundo puede decir que tiene una niña tan increíblemente especial como la nuestra, como los nuestros, como todos los ases de corazones. Siempre hemos pensado que están hechos de una pasta especial y a pesar de los momentos malos, ellos dan fuerza, son valientes y lo hacen todo muy fácil. Hubo momentos de todo y con la ayuda de AACIC estos momentos se van remontando. ¡Gracias Gemma para estar a nuestro lado en todo momento!

El día 18 de marzo nos casamos y Martina fue la gran protagonista. Queríamos que la Asociación estuviera muy presente en este día tan especial y regalamos a los invitados unas galletas en forma de corazón y unas tarjetas donde explicábamos la donación que hicimos a AACIC junto con un mensaje dedicado a todos los ases de corazones. Todo el mundo estuvo encantado y, por supuesto, nosotros muy felices.

El mensaje decía así:

Nos encanta compartir este día con vosotros, al mismo tiempo que colaborar con una buena causa; por eso, el dinero de vuestros regalos ha ido destinado a AACIC CorAvant, en apoyo a los niños y jóvenes con cardiopatías congénitas. Este regalo va para todos ellos, nuestros “Asos de cors”. “Se puede nacer y vivir con un corazón diferente”.

Raúl, Blanca y Martina

Quisiera dar un último mensaje a aquellos padres que se inician en esta lucha: mucha fuerza para las diversas batallas que seguro que iréis ganando. Las cicatrices son sólo un pequeño recuerdo de las batallas ganadas y sobre todo, sobre todo, dejad que disfruten, que vivan, y vosotros, aunque sabemos que el miedo no se va, disfrutad de cada día con ellos. Los días pasan y se van haciendo mayores… Llenad su vida y la vuestra de buenos recuerdos. Nadie dijo que sería fácil, pero valdrá la pena. ¡Mucha FUERZA!

Blanca

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