Actualidad y experiencias

Laura

Nacer con una cardiopatía congénita, sí que condiciona tu vida

Nací prematura con una comunicación interventricular y una transposición de los grandes vasos del corazón.

Vamos una infancia de entradas y salidas al hospital como rutina habitual, con todo lo que conlleva para el desarrollo cognitivo, emocional y social en ese momento tan importante de la vida.

A nivel familiar siempre estuvo presente la incertidumbre, el miedo… pero a medida que iban pasando los años y se iban superando las operaciones apareció la esperanza, un respiro necesario para mis padres. Como niña, no era del todo consciente de lo que tenía, ni de lo que podía o no hacer, me iban marcando mis padres, pero en ocasiones, sin querer, limitaban en exceso mis acciones.

La soledad también formo parte de esta historia, los equipos médicos te acompañan, te miman, pero considero que un niño/a debe estar en casa con sus padres y poder ir al colegio, en resumen, un hospital no es el mejor escenario para crecer.

Pero como siempre digo, hay que ver el lado positivo de las cosas, todas estas vivencias siempre proporcionan un aprendizaje increíble, siempre que quieras aprender, dándote tiempo y espacio para analizar y saber gestionar todas estas emociones, que ya forman parte de ti.

Tener una cardiopatía es una condición que te acompaña siempre, te enseña, te quita y también te da una serie de valores. No puedo decir que estoy agradecida por ello, pero me siento feliz de poder estar aquí, de poder ir alcanzando mis sueños, de aceptar y entender mi patología y aun así creer en mí.

Ahora soy madre, siempre había pensado que mi corazón no aguantaría una gestación, pero era mi mayor ilusión, así que con el gran acompañamiento de la doctora Silvia Montserrat y con el corazón en la mano, tire hacia adelante… y ahora estoy disfrutando de mi familia y mi cardiopatía esta estable.  Solo por eso vale la pena todo.

Considero que se deben aceptar las cosas como vengan, pero nunca tirar la toalla.