Actualidad y experiencias

Dra. Maite Doñate

La primera palabra que me viene a la cabeza es incertidumbre

Incertidumbre es una situación que no me gusta, puesto que la incertidumbre prolongada lleva a la angustia, que como sabes es un gran mal de nuestra sociedad.

Incertidumbre porque la situación que estamos viviendo no parece que tenga que mejorar en breve. Esta no es una crisis sanitaria, es una crisis global que ha empezado por una enfermedad, pero está afectando la sociedad en su conjunto y todavía no sabemos del cierto las consecuencias que tendrá. La enfermedad, aprenderemos a curarla; de hecho, en estos momentos nuestros compañeros neumólogos, internistas y intensivistes tienen protocolos de tratamiento muy mejores que en marzo-abril donde todavía no sabíamos nada de la enfermedad, probablemente antes de un año habrá vacuna. Pero las consecuencias sociales y económicas que están teniendo los cambios que tenemos que hacer en nuestro estilo de vida todavía no las sabemos del cierto. Los expertos hablan que tendremos que soportar años de crisis económica para volver a la situación que teníamos antes de la pandemia. Realmente todo es muy incierto.

Considero que he tenido suerte hasta ahora, puesto que tuve la covid-19 durante marzo y de manera casi asintomática. Me hicieron pruebas porque un familiar con quién había estado y que, por suerte, se ha recuperado estuvo muy enfermo. Otros familiares también la pasaron en aquellos momentos sin complicaciones. El resto de mi familia hasta ahora está sano. En mi hospital hay compañeros que lo han pasado mal e, incluso, 2 ya no están aquí con nosotros. Es una situación que se repite en todos los centros sanitarios, tanto en los hospitales como en la atención primaria. Y a pesar de que la vida tiene que seguir y hay otras muchas enfermedades de las cuales nos tenemos que ocupar, la covid-19 nos afecta a todas en nuestra forma de trabajar, en unas más que a otras, pero a todas. A mí personalmente, bastante. Como sabes, me dedico a hacer pruebas de esfuerzo y este es un procedimiento de riesgo aumentado, puesto que al hacer ejercicio (que es lo que hacemos hacer en las pruebas de esfuerzo) respiramos más deprisa y más fuerte, lo cual hace que llenemos el entorno con gotitas que pueden respirar otras personas. Además, es un espacio relativamente pequeño y cerrado. Es decir, ideal para transmitir los virus.

Así que nos tenemos que proteger a nosotros y tenemos que proteger a los pacientes, limpiar mucho más, airear bien los espacios, espaciar los procedimientos…; en resumen, aumentar las medidas de seguridad. Esto hace que las cosas las hayamos de hacer de una manera diferente y que hayamos de estar atentos también a las novedades y en los conocimientos que vayamos adquiriendo sobre las maneras de transmisión del coronavirus para incorporarlas a la actividad cotidiana.

Quizás algunas de estas medidas las podremos reducir cuando haya pasado la pandemia, pero otras quizás las tendremos que continuar usando. Ya se verá.

Yo creo que esta situación nos tiene que hacer plantear si nos gustaba la manera como vivíamos antes de la pandemia, y si aspiramos a volver a la situación de antes o a medio o largo plazo aspirar a una situación mejor. A mí no me gustaba la situación anterior. Hace muchos años que vivimos de espaldas a lo que no tenemos cerca. El mundo se ha globalizado, pero parece que no nos importa mucho lo que queda un poco lejos de nosotros. Nos hace pena cuando tenemos conocimiento del sufrimiento de otros, pero nos olvidamos al poco tiempo. Consideramos el planeta sometido a nuestra voluntad, los animales y las plantas como herramientas para nuestro beneficio y no nos damos cuenta que nuestros actos tienen consecuencias. El tiempo obligado de confinamiento ha parecido remover un poco las conciencias, pero con el desconfinamiento parece que volvemos a nuestras actuaciones previas o estamos deseando de volver. Este final de agosto estamos comprobando que la pandemia vuelve a avisar que no se ha ido y nos cuesta adoptar las medidas de autoprotección y protección de otros que nos piden.

Como que esto va por largo, espero que nos dé la oportunidad para reflexionar algo más y emprender pequeños cambios de actitud hacia todo lo que nos rodea.

Si estos pequeños cambios los hacen suficientes individuos provocarán cambios más grandes. Incluso, si nosotros cambiamos, nuestros gobernantes quizás se darán cuenta y para obtener nuestro apoyo propondrán más medidas para proteger el medio ambiente, la educación y la sanidad, que son los tres vértices del triángulo que tiene que formar la base de nuestro bienestar. Estoy convencida que esto nos hará ser más solidarios y desear el beneficio de todos y de todo y mirarnos menos el propio ombligo. Tengo esta esperanza.

 

Dra. Maite Doñate
Membre del Comité Científico del AACIC. Gabinete de pruebas de esfuerzo. Unidad de imagen y función cardíaca. Servicio de cardiología – Hospital de la Santa Creu i Sant Pau

 

 

Esta reflexión forma parte de la Revista 26 de la Asociación de Cardiopatías Congénitas (AACIC) y la Fundació CorAvant

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