Actualidad y experiencias

Èrika, una luchadora

Me siento afortunada por poder disfrutar del angelito que aunque nació con un corazón imperfecto, es capaz de querer con tanta intensidad la vida

Es muy normal pensar que el nacimiento de un hijo debe ser el momento más feliz para una madre, pero a veces este maravilloso sentimiento aloja en un pequeño rincón de tu corazón, el cual está totalmente ocupado por la angustia, la rabia, el miedo, y por un emergente sentimiento de culpa.

Mi pequeña Èrika, nació con una cardiopatía congénita, palabra que no había oído nunca y que ahora forma parte de nuestro mundo. Por suerte, dentro de la desgracia, lo sabíamos desde la semana 28 de embarazo, así es que tanto los médicos de Sant Joan de Déu, cardiólogos, cirujanos, pediatras y anestesistas, esperaban su llegada con la misma incertidumbre que nosotros, sus padres.

Al cumplir seis días, le hicieron su primera intervención porqué su pequeña vida corría peligro, con catorce meses una complicada operación a corazón abierto y una delicada estancia en la UCI donde luchaba por su vida.

Desde entonces Èrika hace vida normal. Es una niña de 8 años, alegre y risueña, que llena de gozo nuestras vidas.

Ahora mismo, estamos pendientes de otra cirugía y, como siempre, me tiemblan las piernas y el corazón se me hace pequeño cuando lo pienso, pero sé que mi pequeña es una luchadora y que está en manos de los mejores, un equipo profesional y humano, al que estaré siempre agradecida.

Ahora hará nueve años que entré por primera vez en la capilla de Sant Joan de Déu. No suelo ir a misa pero hay momentos en los que necesito creer en algo. En la capilla encontré un recordatorio en el que había escritas estas palabras: «Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia». Estas palabras me han hecho servicio desde ese mismo momento y sé que me harán durante toda mi vida.

Me siento afortunada por poder disfrutar del angelito que aunque nació con un corazón imperfecto, es capaz de querer con tanta intensidad la vida.

 

Montse Martínez