Este año, el hilo conductor del Encuentro han sido las relaciones humanas… (¡Y con los animales!). Además, se presentaban algunas novedades en el formato del Encuentro. ¡Por cierto, las “citas rápidas” funcionaron estupendamente! Os mostramos algunos momentos.
El Encuentro se celebró el 7 de mayo de 2011 en el Espacio Martí Codolar de Barcelona, un centro con varias dependencias, espacioso, con un jardín acogedor y bien comunicado. Por el hecho de encontrarse cerca del Hospital Valld’Hebron, que muchos de los que vive fuera de Barcelona conocen, fue fácil llegar.
Las relaciones humanas, de familia, con las amistades, con la pareja, las relaciones en el trabajo… fueron el eje del Encuentro. Nada más llegar nos propusieron un juego, una dinámica de grupo. La dinámica fue el prólogo del debate de las familias.
La gerente y otros responsables del equipo técnico de la entidad presentaron el balance de los programas, servicios y actividades del curso anual que se cerraba y las propuestas para el nuevo período. A pesar de las restricciones en la financiación a las entidades del tercer sector, AACIC-CorAvant se propone llevar a cabo nuevas iniciativas de captación de fondos.
Este año se han organizado en la misma jornada dos programas específicos de actividades: uno para las familias y otro para los afectados, con algunas propuestas comunes. Con este cambio de formato con respecto a ediciones anteriores se querían ofrecer propuestas atractivas a dos colectivos con intereses comunes, pero también diferenciados.
Un chico explica que el negocio donde trabajaba cerró porque no había suficiente trabajo. De hoy para mañana te ves obligado a buscar otro trabajo. Dudas, pero sales. Encuentras otra cosa que no habías hecho nunca. Otro dice que está estudiando y que le gustaría dedicarse a lo que ha estudiado. Dice que lo intentará. Los jóvenes trataron el acceso al mundo del trabajo. Se insiste en las ventajas de planificar la vida laboral.
El programa de las familias proponía un debate sobre las relaciones humanas. Se hizo evidente lo importante que había sido el hecho de compartir experiencias con otras personas que pasaban por lo mismo, especialmente en los momentos más difíciles. Las intervenciones eran abiertas. Todo el mundo estaba invitado a decir la suya. Se habló de altibajos, de relaciones complejas… y hubo un acuerdo común: hay que hacer el esfuerzo de abrirse a los demás. Aquello que es importante, recompensa.
Parecía que no existieran, pero estaban. Los más pequeños estuvieron bien entretenidos todo el día. Un grupo de voluntarios de la Escuela Virgen de los Ángeles de Barcelona les hizo jugar toda la mañana. Después de comer, pudieron hacer otras actividades que les habían preparado los alumnos de prácticas de la Facultad de Pedagogía de la UB.
El programa anunciaba “Citas rápidas”. En la sala había tres grupos de jóvenes. Delante de cada grupo, sillas vacías. Te acercabas a un grupo, te sentabas y durante quince minutos, sólo quince, les podías hacer las preguntas que te vinieran en gana. Un grupo respondía preguntas sobre las relaciones con la familia. Otro sobre las amistades y la pareja. El otro, sobre el mundo laboral y el hecho de independizarse de la familia. Pasados los quince minutos, cambiabas de grupo. Una madre preguntó a un joven que pensaba de sus padres cuando le decían que hiciera o no hiciera una cosa: te emocionabas escuchando la sinceridad de las respuestas.
Había lista de espera para asistir al taller con perros de Paula Calvo y sus compañeras, educadoras de perros. El taller se anunciaba así: “La mascota como facilitadora de las relaciones humanas”. Paula, que es especialista en comportamiento de animales, nos enseñó cómo comunicarnos con un perro. Si aprendemos a comunicarnos con un perro, también seremos capaces de aprender a comunicarnos mejor con las personas de nuestro entorno. Al terminar, más de uno y más de una decían: “Papá, mamá, quiero un perro”. Y el papa y la mama respondían: “¡Pero deberás sacarlo a pasear cada día!”.