Soy Tresa, una chica-mujer de 51 años, con tres válvulas de plástico dentro del corazón, una que falla, me provoca sobrelatidos, taqui-arritmias, y el ventrículo derecho, ligeramente dilatado. Llevo en la arteria pulmonar cinco anillas de plástico, para ayudar el corazón. Hoy en día controlada por mi cardióloga, la doctora Laura Dos Subirà. Formo parte de AACIC y de la Fundación CorAvant, donde me lleva la psicóloga Rosana Moyano y todo el equipo, que considero como una pequeña familia, y me han ayudado y apoyado desde el minuto cero. Y dónde también soy voluntaria, una tarea que me ha llenado de gran vocación y satisfacción hacia mi hospital, enfermeras, médicos, niños y niñas, compañeros y compañeras, y nuevas amistades.
Mi historia es la siguiente, en memoria de mi madre, que está en el cielo, y me cuidó, protegió, desde que nací, hasta que se me fue al cielo, y mi padre también. Os hecho de meno, padres… Os quiero. Madre, te llevo dentro del corazón.
Nací en 1969, donde me cuidan, controlan de por vida, en mi Hospital (como una casa para mí): el Vall d’Hebron, Campus Universitario Investigación-Laboratorio. Pesé 1 kg 500 gramos. Solo era piel y hueso. Un mes en la incubadora. Los médicos ya detectaron algo. El año 1973, me operaron a corazón abierto de una Tetralogía de Fallot, un “soplo”. Era de las primeras operaciones a corazón abierto que se hacían. Tanto yo, como otros niños y niñas, fuimos de las primeras innovadoras intervenciones a corazón abierto en canal en Vall d’Hebron, que resultaron un gran éxito. Fuimos como unos conejitos de indias, según mi madre.
Mi madre me explicó que durante muchos años tuvimos que esperar un tiempo para que pudiera venir expresamente para mi operación la única médica de Madrid para unir venas y arterias para que fluyera bien la sangre. Según me explicó mi madre después de mi intervención de corazón, durante la operación a mí me congelaron y me sacaron el corazón para operarlo. La intervención duró seis horas y eran previstas ocho. Pero fue muy bien, dentro del peligro que me podía quedar en quirófano.
Desde la intervención han pasado 47 años. No me han intervenido más, pero no descartaron nunca una posible intervención. Estoy delicada de salud, tengo varias patologías, pero me cuido lo mejor que puedo y sé.
Quiero dedicar mi historia a mi madre, que me está cuidando, velando desde el cielo. Y también a mi padre. Mi madre debe de estar más tranquila al ver que estoy rodeada de muy buena gente y amistades. Y mi vida nueva continúa hacia delante. Y a mi cardióloga Dra. Laura Dos Subirà, que la quiero mucho. Y a mi cardiólogo, ya jubilado, pero que nunca olvido, y mi madre lo quería muchísimo, como yo también lo quiero, el Dr. Casaldàliga.
Muchas gracias para permitirme escribir mi historia desde el corazón.
Tresa