Editorial

Aure Ferran

Los niños y niñas piden (y necesitan) ser escuchados

Aure Farran, coordinadora AuraCriatures

Una encuesta elaborada recientemente por el Ajuntament de Barcelona a 4.000 alumnos entre 10 y 12 años de la ciudad nos ayuda a hacer una radiografía suficientemente buena sobre cómo se sienten los niños de hoy, qué necesitan y qué echan de menos.

La mitad de los niños y niñas de la capital catalana no están satisfechos con su tiempo libre (53%) ni tampoco con la libertad o la autonomía que tienen (48%) y 4 de cada 10 no están del todo satisfechos con su vida de estudiante (42%).

Probablemente estos datos son fácilmente extrapolables a niños de otras grandes ciudades, y variarían un poco si se preguntara a niños y niñas que viven en localidades más pequeñas o en zonas de montaña, por ejemplo. Pero son un buen punto de partida para preguntarnos si podemos cambiar algo para conseguir que los niños vuelvan a hacer de niños. Los niños reclaman (y necesitan) tener más tiempo para disfrutar de la familia y para jugar y estar con los amigos, piden sentirse más seguros y recibir más apoyo cuando hay problemas; ser escuchados y que se atiendan sus opiniones; compartir más con la gente del barrio del barrio y disponer de espacios para encontrarse con otros niños y niñas; hacer más cosas al aire libre. Son demandas cargadas de sentido común y que desmontan algunos mitos, como que a los niños sólo les interesa los móviles y los videojuegos. Tal vez éste es el recurso que tienen al alcance porque pasan demasiado rato solos, mientras padres y madres hacen lo imposible para conciliar. El gran reto de nuestra sociedad es educar niños felices, honestos, críticos, empáticos, solidarios y autónomos. Probablemente el camino pasa por una implicación real y efectiva de los diferentes actores protagonistas (familia, escuela y sociedad) y por un cambio de paradigma educativo. Es necesario ayudar a crecer a los niños desde la seguridad, la alegría, el buen humor y la empatía. En tiempos de prisas, angustias y exigencias, nuestros niños necesitan que apostemos por una educación artesana y basada en las emociones.

Debemos huir de los ‘hiper’ (hiperconectados, hiperpaternidad, hipervigilancia, hipermotivados…) para llegar a la sencillez de educar con amor, con sentido común i con responsabilidad. Nos lo están pidiendo.