Esto lo digo ahora, pero estoy dispuesto a cambiar de opinión si encontráis otros argumentos. En el comentario que había escrito explicaba tres momentos felices, ¡que no os explicaré!
Francamente, me imaginaba una cena en que a alguien se le acude preguntar: “¿Cuál ha sido el día más feliz de tu vida?”. Tú lo explicas, con toda la ilusión del mundo, mientras el resto de comensales tienen bastante buena educación para escucharte con cara de interés. Al acabar tu historia alguien diría: “¡Qué bonito!”, mientras otro soltaría: “Estas aletas picantes de pollo me han abierto el hambre. ¡Me comería ocho más!”
Yo prefiero pensar en los momentos felices, no en un único día feliz o en una pandilla de días felices. ¡Y aquí está la cuestión! En cada uno de estos recuerdos, la situación, los personajes que intervienen y el lugar son diferentes. Es así, ¿verdad? Este es el problema: ¿qué tienen en común todos mis días felices?
El Grupo de Investigación en Orientación Psicopedagógica (GROP) de la Universitat de Barcelona se ha especializado en la educación emocional. Nos hacen falta palabras precisas para reconocer y expresar aquello que sentimos. Cuanto más palabras conozcamos, mejor. El GROP tiene un estudio en que vincula las emociones más comunes con conceptos que se relacionan. La felicidad han encontrado que está relacionada con termas como satisfacción, bienestar, armonía, equilibrio, plenitud, placidez, relajación, paz interior, gozo y otros conceptos en menor medida. Pensando en mis momentos felices me doy cuenta que coincide con alguna de estas emociones. Ahora, si tengo que decir qué tienen en común todos los recuerdos felices es que, fuera cual fuera la situación, el lugar, las personas o la emoción, en aquellos momentos no pensaba, no pensaba qué es lo que tenía que hacer después ni que había hecho antes.
Jaume Piqué Abadal
Periodista, colaborador de la entidad