Actualidad y experiencias

Griselda Fillat

“Puedes comer alimentos crudos siempre que brille el sol”

La medicina china tiene mucho en cuenta la alimentación y estos conocimientos han llevado a Griselda, una mujer de 46 años, que nació con una cardiopatía congénita, a asumir más responsabilidad sobre su estado de salud.

En la actualidad, nuestra cultura cada vez está absorbiendo más informaciones de otras culturas. Estamos evolucionando hacia un consumo de productos más naturales y ecológicos y cada vez hay más tiendas donde adquirirlos. Empieza a haber más conciencia sobre qué es lo que se come.

Hace tres años que vas a la consulta de una nutricionista especializada en medicina china. ¿Cómo decidiste acudir a ella?

Siempre había leído mucho sobre cómo los alimentos y, en general, la alimentación incide en la salud de las personas y, puesto que me había hecho el propósito de hacer todo lo que estuviera en mis manos para llevar una mínima calidad de vida, pensé que la alimentación era una carta que podía jugar con el fin de tener el mejor bienestar posible. Empecé a indagar, a leer y a buscar información sobre este tema; así descubrí una nutricionista especializada en medicina china, Ruth. Me puse en sus manos y decidí probarlo. Debo decir que, con el tiempo, he notado ciertos cambios.

¿Cuál es el principal cambio que has experimentado?

La energía. Tener una cardiopatía supone una falta de energía, sobre todo en el corazón. Hace que te canses más y que no tengas tantas ganas de hacer cosas, sobre todo en épocas de frío. Antes los inviernos me costaban mucho y ahora me cuestan, pero no tanto. A partir del cambio de hábitos alimentarios y algún otro refuerzo como la fitoterapia, poco a poco he ido experimentando un aumento de mi energía.

¿Cuáles son las pautas principales que has aprendido?

  • Comer poco y a menudo, no dejar el estómago vacío más de tres horas.
  • Potenciar ciertos alimentos que hasta entonces no había tenido en cuenta, como el trigo sarraceno, la quinoa o el mijo.
  • En días de lluvia o en invierno, no comer nada crudo, que enfríe el cuerpo. Ruth siempre me dice: “Puedes comer alimentos crudos siempre que brille el sol”. En verano hay más flexibilidad, ya que con el calor tenemos más energía, incluso anímicamente.
  • Es muy importante dormir las horas necesarias para que el cuerpo descanse.

¿Nos podrías explicar algún hábito alimentario que has tenido que cambiar en tu día a día?

Sí, por ejemplo, ahora no bebo agua u otro tipo de bebida fría. Incluso, cuando voy a un bar o a un restaurante, pido un té caliente, porque ayuda al estómago a prepararse para la digestión. Fijaos en la cultura japonesa o china, para comer toman té caliente, y ya hace tiempo que yo lo hago y me va muy bien.

Otro ejemplo es la merienda. Para merendar como fruta cocinada: una manzana caliente con un poco de canela y sésamo. A veces no me apetece, pero sé que, al igual que el té caliente, contribuye a mejorar mi digestión.

¿Has tenido que suprimir algún tipo de alimento?

Sí, básicamente el café, el chocolate y limitar la carne. He substituido el café por el té japonés. Por otro lado, debo controlar o incluso prescindir de los cítricos. Una de las costumbres que tengo cuando voy a comprar es mirar qué ingredientes llevan los productos que compro. Si llevan sal, azúcares refinados y muchos conservantes y aditivos, los conocidos E, los descarto en seguida.

¿Qué es lo que más abunda en tus comidas?

Las legumbres, que las combino con cereales para obtener la proteína vegetal. Aunque no he dejado de comer carne animal, como mucho más pescado, y sobre todo pescado pequeño, ya que tiene menos tóxicos.

¿Te ha costado mucho adaptarte a estos cambios?

Cocinar para mí no me ha costado nada. Pero cuando tienes familia, a menudo tienes que hacer dos o tres menús porque hay personas que no están dispuestas a asumir ciertos cambios. Mi pareja, por ejemplo, es todo lo contrario: él es de carne y pasta. Los fines de semana intentamos adaptarnos un poco, pero a veces no es sencillo.

También es muy difícil según la edad o las circunstancias; por ejemplo, cuando sales a cenar, o cuando sales de marcha y tienes ganas de beber una cerveza o una copa de vino. A veces es complicado no caer en la tentación. Yo lo veo un poco como un drogadicto que quiere dejar la droga. Hay que pasar el síndrome y una etapa de incertidumbre de no saber si continuar con el esfuerzo o abandonar, pero hay que ser constante, persistente y, una vez superado, vale mucho la pena el resultado.

 

Menú de invierno

Desayuno: Avena con leche vegetal, cocinado con canela. Comer tibio o caliente. Se puede añadir semillas de sésamo tostado. Té verde.

Comida: Garbanzos estofados con verdura y algún trozo de costilla de ternera.

Cena: Crema de verduras con trigo sarraceno.

Menú de verano

Desayuno: pan con tomate i aguacate. Té verde con leche vegetal.

Comida: Pescado azul pequeño a la plancha, quinoa o arroz redondo con verduras.

Cena: Acelgas salteadas con pasas y piñones y un puñado de judías.

 

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