Actualidad y experiencias

«La belleza está en el hecho de ser consciente que la vida es efímera y, por lo tanto, se debe vivir, respetar, amar…»

Me llamo Sara, y mi historia se inició hace 31 años en un pueblo de Lleida.

Durante todo el embarazo mi madre sabía que tendría gemelos, pero no se atrevían a pronosticar si las criaturas que llevaba eran niño o niña o dos niñas. Sin embargo, lo que desde el inicio le comentaron era que los dos pequeños que llevaba en el vientre latían diferente uno de otro.

Sin ser fumadora, ni con ningún vicio existente ni por conocer, el embarazo fue realmente muy bien; el único inconveniente con el cual se encontraron fue que tuvieron que practicar una cesárea, porque ninguna de las criaturas manifestaba síntomas de querer salir a ver mundo.

Después de unas horas, mi padre fue requerido para informarlo que su mujer tenía de quedarse ingresada unos días a causa de la anemia provocada por la cirugía y que ya podía poner nombre a las dos niñas que habían acabado de nacer. Ilusionado y pensando en los nombres de las pequeñas, un segundo médico se dirigió a mi padre para decirle que una de las recién nacidas tenía que ir de urgencias a Barcelona, porque al llorar se ponía morada. Aquí empezó una vida de viajes en el Hospital Vall d’Hebron con una recién nacida que tenía una cardiopatía congénita y más concretamente un corazón con una sola aurícula, un solo ventrículo y una única válvula.

La verdad es que os puedo asegurar que, a pesar de la complejidad de mi cardiopatía y de unos primeros años de intervenciones, neumonías y/o pulmonías, resfriados comunes… no he sido nunca una niña muy enfermiza: solo recuerdo la vida de hospital en la segunda intervención de los nueve años y de una visita en urgencias por una caída en bicicleta.

Lo que también recuerdo como si fuera ayer es el miedo. Miedo a las cicatrices que en casa decían que tenía que tapar y no explicar el motivo de su existencia nunca a nadie, porque nadie em podría entenderme.

Este miedo a mis cicatrices y el hecho que mis padres siempre me hacían fotografiar antes de ser operada, me hizo concienciar y enamorar de las palabras fotografía y cicatriz. Siendo consciente que tenía que perder el miedo a explicar que había nacido diferente, decidí estudiar fotografía y elaborar un proyecto fotográfico que me ayudase a decir a mi madre que no debía sufrir y, al mismo tiempo me ayudase a mí y a más personas que estuvieran en la misma situación que yo.

Así nació Wabi-Sabi, un proyecto fotográfico con nombre japonés. Nombre que nos hace reflexionar sobre cuál es el ideal de belleza que tenemos preconcebido en nuestra sociedad occidental y nos muestra cómo equivocados estamos en relación a este concepto. Porque la belleza está en el hecho de ser consciente que la vida es efímera y, por lo tanto, hay que vivirla, respetar, amar… ya que sólo el simple hecho de poder estar ya es una realidad bellísima. Gracias a AACIC, pude hacer realidad el proyecto fotográfico. El día 28 de octubre se pudo ver cómo el sueño que tenía de pequeña, ligado al mi nacimiento y a la manera de afrontar la vida, dio sus frutos, convertidos éstos en experiencia, una experiencia que me ha hecho abrir los ojos y entender que todos en la vida debemos agradecer el hecho de existir, Y para agradecerlo, ¿qué mejor manera que ayudar a otras personas que, como muchos de nosotros, hemos nacido con un corazón especial?

 

Sara Caelles

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