Actualidad y experiencias

El día a día con una cardiopatía congénita

«Ir a comprar el pan o ir a pie a la escuela puede suponer un gran esfuerzo y no todo el mundo es capaz de entenderlo. Por suerte, no he tenido grandes problemas familiares ni sociales, no me han tratado de manera diferente ni me han hecho sentir especial» (Enrique Pérez Checa)

Hay muchos aspectos que deben tenerse en cuenta en la vida cotidiana de una persona que vive con una cardiopatía congénita: algo tan común como ir a comprar el pan o ir a pie a la escuela puede suponer un gran esfuerzo y no todo el mundo es capaz de entenderlo. Por suerte, no he tenido grandes problemas familiares ni sociales, no me han tratado de manera diferente ni me han hecho sentir especial, aunque siempre encuentras personas que no entienden nada y no te ponen las cosas fáciles. Sí es cierto que mis padres han tenido cierta tendencia a sobreprotegerme y la sobreprotección y la adolescencia no se llevan muy bien.

Recuerdo cuando los médicos nos explicaron que tenía la vena aorta muy estrecha y ello podía suponer  un problema cuando se tratara de realizar cualquier esfuerzo físico. Entonces yo era un adolescente y mis padres sufrieron mucho porque ya no podían controlarme tanto.

Hace seis años fui operado y me colocaron una válvula aórtica mecánica y mi vida cambió totalmente.  Empecé a tomar SINTROM y no era nada fácil. Debes tenerlo todo controlado, pues una simple visita al dentista puede llegar a ser muy complicada si no se toman las medidas apropiadas. Tuve una muy mala experiencia con una extracción y una limpieza bucal porque tuve que tomar muchas pastillas y hacer muchas curas. Finalmente, encontré a una especialista muy buena.

Pero no todo son malas experiencias. Un poco antes de la última intervención me enganché a la buena vida, comer bien y hacer deporte. Perdí algunos kilos que me sobraban y empecé a ir a correr practicar bicicleta estática. Corro entre 7 y 10 km al día que alterno con una hora de bicicleta estática al día. Mi cuerpo ha cambiado completamente, los pulmones están abiertos y ha aumentado mi fuerza física. Incluso he participado en carreras de 10 km, algo que nunca hubiera imaginado.  Aunque me gusta correr, no me apasiona. Hago deporte por obligación, sé que tengo que estar en forma y me encuentro bien. Mi pasión es la música. Desde siempre me ha gustado. Desde hace muchos años estudio guitarra flamenca en el Conservatorio del Liceu e imparto clases particulares para pagarme cuatro cosas. Otra cosa será cuando encuentre un trabajo.

No quiero terminar este texto sin explicar que salgo con una chica italiana hace casi tres años. La conocí en un concierto, yo tocaba la guitarra y ella había ido con un amigo y terminamos saliendo juntos. La quiero muchísimo. Comprende perfectamente mi cardiopatía y está muy sensibilizada con ello.

Me gustaría añadir una cosa más: a todas las personas que como han sido operadas y viven con una cardiopatía congénita que no tengan miedo, que practiquen deporte, que coman bien y, naturalmente, que no se acerquen a las drogas ni lleven una mala vida.

Un saludo,

 

Enrique Pérez Checa