¿Podemos humanizar los hospitales?
“¿Quién es éste? ¿Un pirata?
¿Esta enfermo como tú? ¿Se pondrá bien?”
50 ilustradores llenan de historias las paredes y los techos de la Valle Hebrón.
Albert tiene 6 años. Hoy, cuando vuelva a su habitación, en la quinta planta del hospital, encontrará un gato encima de su cama. En realidad no es su gato, porque Albert tiene un gato en su casa, según nos ha explicado; se trata de un gato famoso: el gato con botas, el del cuento tradicional.
En la undécima planta, la pequeña Anna coge la mano de su abuela y juntas caminan por el pasillo dejando atrás barcos y piratas hasta encontrar un pulpo pintado en la pared. La pequeña Anna explica a su abuela que el pulpo es la mascota de su grupo de parvulario en la escuela.
Mientras Maria Tarragó pinta unos personajes de circo haciendo funambulismo; Ananda, una joven de origen africano, está con ella en la habitación. No quiere salir de allí. Mientras Maria pinta, la joven Ananda canta canciones que le ha enseñado su madre.
Cuando hoy paseamos por las plantas del Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron nos parece natural encontrar los pasillos, las habitaciones, las salas de juego… llenas de dibujos y personajes conocidos por cualquier niño. Sí, parece un hecho normal, pero no siempre ha sido así.
Hoy, el personal hospitalario, las familias y especialmente los más pequeños conviven con aventuras de los mares, vagabundos del circo y muchos otros personajes de cuentos tradicionales. Todo esto como respuesta a una pregunta muy sencilla: ¿podemos humanizar los hospitales?
ACCIC y los responsables del Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron acordaron llevar a cabo un proyecto para crear un espacio hospitalario cálido, mediante la decoración de paredes, techos, puertas, pasillos, habitaciones, salas de espera, etc. El proyecto llevaba por nombre “Humanizemos los hospitales”.
“Para cualquier niño enfermo que debe estar en un hospital, el hecho de encontrar estos dibujos les hace más agradable su estancia, más acogedor el entorno. No los llevamos a un lugar extraño, sino a un lugar donde encuentran la compañía de objectos y personajes de su imaginario. Vienen al hospital a visitarse, sí, pero ellos también visitan el corsario o el elefante.”
Rosana, psicóloga de AACIC
La historia de un proyecto hecho realidad
Desde el año 2000, AACIC y el Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron de Barcelona mantienen un convenio de colaboración mediante el cual se llevan a cabo iniciativas muy diversas. En el momento de renovar el convenio del año 2005, se puso encima la mesa una propuesta insólita. Se trataba de un proyecto pionero en el estado español: llenar de ilustraciones sobre diversas temáticas los espacios utilizadas por los niños, niñas y jóvenes enfermos.
La falta de precedentes hacia pensar en una propuesta arriesgada. El hospital no podía dejar de funcionar. Sin embargo, el proyecto era tan alentador que no podíamos dejar pasar la oportunidad. Finalmente, se decidió decorar una sección, el hospital pediátrico de día.
Desde AACIC, Ignasi Blanch se implicó en el proyecto como coordinador, que de forma solidaria reunió un grupo notable de ilustradores. El tema de las ilustraciones era los planetas del sistema solar y unos simpáticos marcianos.
El éxito de aquella iniciativa allanó el camino para la ampliación del proyecto. En la nueva fase, que se ha llevado a cabo en junio y octubre del 2007, la envergadura del reto se multiplicaba. Se trataba de decorar tres plantas del área maternoinfantil de este gran hospital.
El equipo que lo llevaría a cabo era incuestionable. Esta vez Ignasi Blanch, ilustrador galardonado (Premio Crítica Serra d’Or 2006 por el libro “Vull una Corona”) y profesor, consiguió reunir cincuenta ilustradores. ¡Increíble! Medio en broma nos dice: “¡Creo que no hemos dejado ni un palmo de pared o techo sin un personaje, un dibujo, una historia!”
De todo el grupo de ilustradores, Maria Tarragó es la que se ha pasado más horas. Ella ha sido la coordinadora:
“Algunos niños están en una situación delicada de sauld, y “la cuadrilla” de ilustradores, con las escaleras, los potes de pintura y los pinceles, han introducido un elemento inesperado en el día a día del hospital. Nos hemos sentido acogidos por los niños. Creo que cuando miran los dibujos, se olvidan por un momento de sus problemas.”
Un proyecto de envergadura
Cada planta gira entorno a un eje temático diferente que lo identifica. La primera planta está dedicada al mundo del circo. La quinta planta está llena de personajes populares de los cuentos tradicionales. La undécima planta se ha convertido en la casa de las aventuras de sirenas y piratas.
El proyecto se ha realizado por etapas en función de los participantes y la disponibilidad del hospital. Primero los pasillos, después las habitaciones en función del número de ingresos y de los enfermos que hay. Las ilustraciones de les paredes debían pintarse en una sola jornada. Cuando se pintaba una habitación, no había pacientes en ella, como en el caso de Albert. Los ilustradores disponían de cuatro a seis horas para trabajar. Pero también se pintaron algunas habitaciones con pacientes, como en el caso de la habitación de Ananda, según criterios del equipo médico.
Ignasi Blanch nos explica que “si teníamos que hacer nuestro trabajo sin que afectase la marcha normal del hospital, debíamos ponernos de acuerdo en unos valores de trabajo básicos: mantener un orden y una pulcritud impecables, cuidar el material para que al día siguiente pudiese ser utilizado de nuevo. Se debía decidir bien la imagen y hacer suficientes borradores antes de pasar al original directamente a las paredes, sin improvisar.” Escrito así en frío, puede parecer una forma de trabajar rígida pero Ignasi nos lo comenta en tono tranquilo, no como una imposición, sino aceptando las limitaciones que supone este entorno especial.
Ignasi coge un pote de pintura que hay en el suelo al lado de la libreta de apuntes y nos la muestra mientras baraja esa pasta azulada con un pincel delgado. “Hemos utilizado un tipo de pintura plástica inolora, no es tóxica y mantiene la intensidad del color mucho tiempo. Es un material de muy buena cualidad. Trabajar con buenos productos también anima la gente que dibuja, porque saben que el resultado tendrá un punto de calidad superior.
El grado de fluidez de la pintura evitaba el goteo y a la vez permitía trabajar con comodidad, haciendo un trazo preciso de pincel. Se han utilizado lápices y barritas de yeso blanco para pasar las ilustraciones a las paredes, pinceles delgados de los números 6 y 8 para los contornos de las ilustraciones y paletas y broches para llenar las superficies”.
Continuamos el recorrido por la primera planta, donde se están terminando los últimos dibujos referidos aquí al mundo del circo. Dejamos a la chica que pinta el fonambulista en la entrada de una habitación y entramos en otra en que un ilustrador está terminando de trazar la figura de un personaje que hace juegos malabares. Un equipo de televisión escoge este lugar para enregistrar un par de preguntas a Ignasi.
Una participación inaudita. 50 ilustradores e ilustradoras
Todos los que han participado son profesionales, gente que ha estudiado ilustración. Hay gente que trabaja en exclusiva. Otros tal vez lo ejercen como una segunda ocupación en ocasiones especiales, como ésta. Sin embargo se trata de gente que está al corriente de las últimas tendencias en dibujo infantil y juvenil, sabemos quiénes son y conocen la obra de Anne Herbauts, Beatrize Allemagna o Tiziana Romanin, ilustradores internacionales de primera magnitud.
Para motivar y coordinar un equipo de tantas personas es necesario dar libertad, respetar los diferentes estilos y maneras de ilustrar de cada participante, con una variedad de soluciones gráficas de los objectos y de las figuras. Ahora, cuando paseas por los pasillos esta diversidad se convierte en un valor estético añadido.
Ignasi nos comenta que al dibujar las figuras en el techo “se ha pensado en la visión del niño desde la cama. El niño, estirado, debe poder ver el personaje en el techo correctamente. Se ha vigilado la dirección de la figura. El personaje tendrá la cabeza cerca del cabezal de la cama y los pies al contrario, como el niño.”
“Hemos tenido que rehacer algunos dibujos, sí, para evitar posibles confusiones”, dice María. “No queríamos que algún dibujo se interpretara como violento”, dice Ignasi. “También hemos tenido que vigilar con algunos temas. Por ejemplo, queríamos dibujar unos pastelitos o una casa de chocolate. Los niños hospitalizados a menudo hacen un régimen alimentario especial, así que lo tuvimos que descartar”, añade María.
“Efecto motivador”
Entre el personal del hospital el proyecto ha tenido un efecto motivador. “A veces tienes la impresión que las cosas se dejan, que nadie piensa en ellas. De repente, una cosa como ésta hace que recuperes la ilusión por el trabajo”.
Hace 25 años que la mujer que nos ha dicho tales palabras, trabaja en el hospital. También nos comenta que hay una cierta envidia, o “ganas de un revulsivo parecido” en otras áreas y plantes.
Con todos estos dibujos, el hospital se convierte en un libro repleto de historias, historias abiertas, para construir. A través del gesto de cada personaje, de cada objecto, los niños y las niñas, las familias y el personal del hospital podrán estirar el hilo de este ovillo: “¿Quién es éste? ¿Un pirata? ¿Está enfermo, como tú? ¿Se pondrá bien?.”
Rosana nos da la clave del proyecto. Ella nos lo explica así:
“La hospitalización es una experiencia que se recuerda toda la vida. Es importante la forma en cómo lo viven los niños. Con este proyecto se puede hacer más agradable la estancia de los niños. Encontramos referentes positivos para futuras experiencias médicas, que en el caso concreto de muchas enfermedades, como las cardiopatías, suelen darse. Es por eso que nos hemos implicado muy seriamente en esta iniciativa, y viendo el resultado y oyendo los comentarios de la gente que trabaja en el hospital, la verdad, estamos muy satisfechos.”
Es cierto que con la gracia de unos trazos, el acierto de unos colores y con la capacidad de sugestión de estos trazos y estos colores en nuestra imaginación, el hospital ha adquirido una dimensión diferente. ¿Podemos humanizar los hospitales?
Sí. ¿Cómo? Seguro que esta pregunta tiene muchas respuestas, pero aquí hemos dejado un testimonio especial.
Los colores, una elección con intención
El color es una energía vibratoria que nos afecta, produciendo sensaciones que tienen influencia en nuestro estado emocional. La percepción del color, pero también tiene una parte subjetiva importante. El diseño del proyecto está fundamentado en el estudio de los colores y su repercusión emocional, gracias a la aportación bibliográfica y documental de la asesora pedagógica de AACIC Verònica Violant, miembro del Comité Científico.
En este caso las personas que gozarían de los dibujos eran un grupo muy heterogéneo: niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Se ha escogido una gamma de colores puros, cercanos a los primarios (magenta, azul y amarillo), colores cálidos (rojo, naranja, amarillo claro, salmón) y también fríos, pero de tonalidad clara (azul ultramar, turquesa, verde claro). No se ha utilitzado el negro y, el color más oscuro, es un gris azulado para realizar el contorno de las figuras representadas. En la práctica, para unificar criterios y considerando el proyecto, todos los ilustradores han utilizado la misma gamma de tonos: 2 azules, 1 rojo, 1 salmón oscuro, 1 verde, 1 color piel, 1 amarillo, blanco y 1 gris/azul para hacer los contornos de las figuras.
El proyecto realizado esconde detrás una forma especial de entender la hospitalización de los niños y niñas y la relación que se establece entre ellos, sus familias y los médicos:
- Entender la hospitalización del niño como un evento especial, y ofrecer todos los medios posibles porque los niños, niñas y adolescentes ingresados vivan esta experiencia de la manera más positiva posible.
- Conseguir una nueva relación entre los niños enfermos y sus médicos. A partir de una nueva ambientación, los niños tienen otros temas para compartir con el personal sanitario, diferentes a su enfermedad.
- Romper la situación de estrés que acostumbra a producir una enfermedad y hacer posible un estado emocional favorable a la recuperación del niño.
Los participantes
Maria Tarragó, Fedra Cutchet, Dani Puichgròs, Lucia Serrano, Mireia Coll, Pam López, Satoko Takebe, Núria Feijoo, Mae Martínez, Sílvia Angelet, Roger Simó, Mònica Fabregat, M. José Mola, Laia Codina, Vanesa Idiáquez, Ching-Yi Chen, Ester Llorens, Rebeca González, Ol- ga Alberich, Gemma López, Gemma Galorte, Clara Artigàs, Carmen López, Zulema Galeano, Sílvia Ortega, Sagar Fornies, Barbara Teo- dora, Marcia Yáñez, Blanca Martí, Glòria Falcón, Carme Delgado, Os- car Sanz, Cristina Sardà, Núria Coll, Elvira Torrents, Marina Martínez, Elisa Mateu, Pitu Álvarez, Antònia Alcay, Berta Pascual i Ignasi Blanch.