Actualidad y experiencias

«Un recuerdo de una época que a pesar de tenerla muy reciente ya hace 14 años»

Hoy hace 14 años que operaron a Jordi y ha querido compartir con nosotros esta bonita historia donde recuerda las noches que vivió en el hospital.

Las placas del falso techo de la habitación dibujaban un tipo de azulejo de ajedrez. Con la poca luz que había a aquellas horas de la madrugada no se distinguían los colores y yo sólo mirando arriba podía pintar a mi gusto los cuadrados que quedaban sobre mi cabeza.

Me saqué los auriculares y los dejé a un lado de la cama todavía conectados al discman. Aquellas noches me dormía escuchando un disco de Sabina, sus letras. Aquella poesía urbana me transportaba a la fantástica cotidianidad que se escapaba por la puerta del hospital cada vez que alguien la abría.

Sabía que en aquel momento no valía la pena volver a dormirme porque dentro de unos diez minutos entraría la enfermera a ponerme la heparina y está claro, me despertaría seguro.

De aquellos días recuerdo la inconsciencia con que lo vivía todo. Aquello era nuevo, no era la primera vez que lo pasaba pero sí que era la primera que podía tomar conciencia de todo. Cada prueba, cada aguja, cada momento previo, cada visita del médico a la habitación, cada suspiro contenido por la tensión y cada suspiro de ligereza ante una buena noticia. Los primeros días en el hospital eran como aquellos perros que haces ver que les tiras la pelota y salen corriendo detrás de ella hasta que se dan cuenta que no se la has lanzado. En el punto en que me encontraba aquella noche, ya dudaba que quedaran pelotas para tirar allá dentro.

La puerta de la habitación se abrió dejando entrar toda la luz del fluorescente del pasillo, era la enfermera que toda simpática hizo su trabajo y cerró la puerta. Quedamos completamente a oscuras. Mirando al techo pensé, no te dormirás. Así que para agilizar el tema volví a ponerme los auriculares y todos los personajes sabineros empezaron a llenar la habitación a medida que iban pasando las canciones. Había de todo tipo. Hombres y mujeres misteriosos con una historia que se tenía que explicar en una canción que cuanto más avanzada está la noche mejor suena. Sin moverme de la cama, a mi lado se crearon todos los escenarios que me inspiraban aquellas historias cantadas.

Todavía hoy cuando paseo por los pasillos de Vall d’Hebron, me cruzo con algunos de aquellos personajes que aquellas noches hice tan reales. Pasamos unos al lado de los otros, nos miramos y sin hablar, recordamos aquellas noches cuando nos hicimos compañía.

 

Jordi Vives Fernández

 

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