Actualidad y experiencias

Miriam

«Quiero decir a los padres y madres que tendrán un corazón valiente que podrá hacer realidad muchos sueños, como lo he hecho y lo seguiré haciendo yo»

Hola, soy Míriam. Tengo 34 años. Y esta es mi historia.

Nací en 1986, en Sabadell. En aquella época no se detectaban «estas cosas» durante el embarazo. Así pues, mi madre se encontró que en 24 h de tenerme en brazos, cuando tu felicidad es absoluta cuando nace un hijo, se tuvo que separar de mí. Como si le arrancaran a su hija de sus brazos. Algo no iba bien. Estaba cianótica. Me tenían que trasladar en el Vall d’Hebron.

Tenía (y tengo) una cardiopatía congénita. Una transposición de grandes vasos. Me hicieron un cateterismo. Pero me tenían que operar a corazón abierto con circulación extracorpórea. Me operaron cuando tenía 11 meses de vida. Pasé mis primero reyes en el hospital. ¡Qué triste! -pensé de mayor cuando me enteré. Pero ahora sé que estos reyes me llevaron el mejor regalo del mundo: la vida.

Siempre he hecho una vida normal. Estudié, trabajo, hago deporte de vez en cuando, no tomo medicación… Si no fuera por la cicatriz y las revisiones anuales en cardiología, ¡casi no me hubiera enterado de lo que tengo!

Pero…¡ay la cicatriz! Cuánto dolor de cabeza me ha llevado! Sobretodo en la adolescencia. Hoy en día, con 34 años, todavía no lo acepto. No me sé ver con una camiseta o vestido con el cual se vea. Es superior a mí. Y mira que es difícil encontrar camisetas o vestidos que la escondan, sobretodo en verano. Incluso a veces, me he puesto a hacer alguno «arreglo» en la ropa para esconderla. Solo la muestro en la playa/piscina y porque no hay más remedio. Me gusta demasiado tomar el sol para renunciar a esto. Ahora bien, siempre voy a la piscina o en la playa con mi gente de confianza, sino, no me encuentro a gusto.

En cuanto a las revisiones rutinarias en el Vall d’Hebron, también eran otro trauma cuando era pequeña y adolescente. Llegar a aquel hospital ya me ponía de mal humor. Me hacía sentir que yo era diferente del resto de gente de mi edad. Pero a la vez, había algo en aquellas personas que me atenían allí que me llamaba la atención. Yo de mayor, ¡quiero trabajar en el hospital!, decidí desde muy pequeña. Y así fue. Soy enfermera hace 12 años. Mi vocación es desde muy pequeña. ¡Y me encanta mi trabajo! La madurez y también mi profesión, me han hecho ver que en Vall d’Hebron están los mejores cardiólogos y el mejor equipo profesional que me pueden atender por mi patología.

Además, desde hace unos años, tengo un cariño especial en este hospital. Aquí fue donde te vi por primera vez en una ecografía, hija. Donde escuché tu corazón latir por primera vez en una ecografía. Fue en este hospital donde me convertí en madre. Y esto ha sido ¡lo más maravilloso que me ha pasado nunca! Sí, con una cardiopatía congénita he podido ser madre. En mi caso, el embarazo no estaba contraindicado. Pero suponía un riesgo elevado. Decidí que quería correr este riesgo. Todo fue bien. Pero reconozco que pasé mucho miedo. Sinceramente, era consciente que por una complicación en el parto/posparto podía incluso morir y no conocer esta criatura. È. nació bien, lloraba fuerte, me la pusieron piel con piel y en aquel momento supe que todo iría bien.

Ahora, mi hija es mi razón para vivir. Solo pido a la vida vivir muchos años a su lado para verla crecer, para crecer juntas, de la mano. Supongo que mi profesión me hace ser consciente que a pesar de que ahora estoy bien, tengo mucho riesgo. Creo que nadie de mi alrededor es tan consciente como yo de lo que tengo. Siempre me han visto bien. Así que intento disfrutar de la vida cada día.

Para mí, contar mi historia es desnudarme completamente. Y no es que esconda mi historia. Pero si que es una parte muy íntima de mí. De pequeña no conocía a nadie con una cardiopatía congénita. Ahora, de adulta, gracias a AACIC, he conocido a otras personas que nacieron con un «corazón de edición limitada», como yo. Y ha sido muy enriquecedor conocer su historia. Seguro que ellos, con la mía, se sienten identificados en muchas cosas que explico. Pero sobretodo sobretodo, quería contar mi historia porque sé que hay padres que reciben la noticia que su hijo/a tiene una cardiopatía congénita. Y es muy duro. Se hace todo una gran montaña. Y quiero decirles que con una cardiopatía congénita se puede vivir muchos años. Les quiero decir que tendrán un hijo/a con un corazón valiente, un luchador/a, que les enseñará muchas lecciones de vida y que, sobretodo, podrá hacer realidad muchos sueños, como lo he hecho y lo seguiré haciendo yo.

¡Un abrazo a todos los corazones valientes!

 

Míriam