Editorial

Cristina d’Andrés

«Yo y el país del nunca más»

Cristina d’Andrés directora de ocio y presidenta de la Asociación EMOTICAT, inteligencia emocional en el ocio.

Hace dos años que trabajo con AACIC en las colonias de verano. Son 7 días al año de los más intensos, divertidos, enriquecedores, satisfactorios.

Las colonias de este año eran especiales ya que teníamos ganas de aplicar la educación emocional en el ocio con estos niños, a través del proyecto diseñado por Emoticat «Yo y el país del nunca más».

Espero con ilusión estas fechas para aportar mi experiencia en el ocio y compartirla con mis compañeros y con los niños y niñas con cardiopatía congénita.

El trabajo con personas con capacidades diferentes no es extraño para mí, pero cada vez que conozco un colectivo nuevo, aprendo cosas diferentes que permiten adaptarme a sus necesidades. Digamos que son ellos los que me integran en su mundo. El ocio no entiende de discriminaciones, no le importa quién padece una enfermedad crónica o no. Somos las personas las que miramos con gafas de diferentes colores. Y como colores tiene la vida, así de variedades tiene el ocio para todos.

Lo que hace especial unas colonias son las experiencias, el ambiente de afecto y la confianza que generan los profesionales, que respetan en todo momento el ritmo de desarrollo y la diversidad de cada uno. Debo decir que para ellos es un momento de separación, de sus padres, lo cual les obliga a hacer una gestión emocional; todo ello les fomenta la autonomía y les refuerza su autoestima. Se sienten libres de hablar con personas iguales como ellos, de expresar sus inquietudes, sus miedos y sus sueños.

En los primeros días les cuesta integrarse en la fantasía del centro de interés del cual tratan las colonias, pero poco a poco se dejan llevar por la ilusión y el juego, y acaban siendo ellos mismos los protagonistas de la historia. Aquí es cuando de verdad empiezan a disfrutar; proponen juegos, ensayan actuaciones, dan un giro a la historia y añaden algo nuevo en el centro de interés, aportaciones que otorgan su sello de identidad infantil a la programación.

Esta desconexión del mundo real, de la rutina, de sus preocupaciones pasa a un segundo plano y empieza el aprendizaje de la normalidad, de la igualdad, del bienestar. Todo fluye, se benefician de expresar opiniones libremente y se les tiene en cuenta. Combinando sesiones educativas, dinámicas, lúdicas, excursiones y fiestas, las colonias llegan a su final, y les deja huella. Cada uno ha vivido su experiencia que más tarde verá con el color de gafas que prefiera. Les ofrecemos oportunidades y las cogen al vuelo, para después transformarlas en recuerdos, buenos recuerdos.

El ocio no se puede limitar, se debe vivir cada día, enseñar al niño a escoger qué tipo de tiempo libre quiere. Ir descubriendo razones que te muevan, que sientas en tu interior y que se aproximen a una vida emocionalmente inteligente y equilibrada. El ocio es ENERGIA EMOCIONAL.