Editorial

Mundos por descubrir

Se está dando excesiva importancia a las emociones, y habríamos de escuchar más las sensaciones. (Fèlix Castillo)
¿Nuestro objetivo? Que la persona se sienta capaz» (Rosa Armengol)

Estamos en una terraza cerca de la sede de AACIC, Rosa, Fèlix y yo. Hemos pasado doce meses repitiendo el eslogan «Las emociones, un mundo por descubrir». Ha sido la frase del año 2013. A todo el mundo de la entidad a quien se lo pregunto tiene una idea general de lo que significa, pero cuando pides detalles cada uno pone el énfasis en una cosa distinta. Tengo anotadas algunas de las respuestas: «aprender a gestionar las emociones», «vivir nuestra vida y no la vida de los demás”, “comprender que tenemos responsabilidad en cuanto a nuestro bienestar», etc. Estoy hecho un lío. ¿Por dónde empiezo? Repaso la lista. ¡Veamos! Las emociones…

No todo depende de los médicos

Rosa Armengol (RA): En general, las personas que se acercan por primera vez al Servicio de Atención Directa de CorAvant, lo hacen porque se encuentran en una situación que les sobrepasa. Nos dicen: «Es que no sé cómo hacérmelo «,» No lo controlo «… En general, hay presencia de fuertes sentimientos de vulnerabilidad y descontrol de su vida.

¿Y qué se les dice a personas que tienen estas sensaciones? ¿Qué les aconsejáis?

RA: No les aconsejamos. No les decimos qué deben hacer o qué no deben hacer. Tratamos de dar herramientas a la persona para que recobre su capacidad de control. Capacitar, llamamos. Si una persona pasa por una situación que no acepta, tratamos que la persona se sienta capacitada para aceptarla.

Cuando como madre o padre el médico te dice que deberán operar del corazón a tu hijo que acaba de nacer, es comprensible que parezca que te cae el mundo encima.

RA: En un primer momento, pero, ¿nos lo podremos permitir? ¿Nos podemos hundir? Ante esta situación debemos tener la capacidad de decir: «Yo tengo un papel protagonista en esta historia «. Con nuestra actitud podemos hacer que nuestros hijos se sientan mejor. Y eso está en nuestras manos. No depende de los médicos.

Fèlix Castillo (FC): En un buen sistema sanitario, el responsable principal de la salud no es el médico, es el ciudadano. Y fíjate que no he dicho el paciente expresamente. El ciudadano es el principal responsable de su salud.

¿Es así ahora?

FC: No, y no puede ser… Esta actitud tiene que ver con una cultura médica determinada-y no solamente médica-que niega a las personas la mayor parte de la responsabilidad de la enfermedad.

Eso que dice, no se entenderá.

FC: Es una manera de entender la salud y la medicina en la que depositamos nuestra responsabilidad en el ámbito técnico, el médico, el hospital; o en una realidad inalcanzable, cuando decimos: «Esto es el destino y no se puede hacer nada”. En cualquier caso, lo único que puedes hacer tú es ponerte en manos de la ciencia y de la técnica.

RA: La persona enferma es un agente pasivo.

¿Y qué podemos hacer más?

FC: Así te desentiendes de tu cuerpo: «Aquellos ya se ocupan, de mi cuerpo «, te dices.

RA: Los responsables siempre son los otros, nunca nosotros. No acabamos nunca de hacernos responsables.

FC: Si queremos minimizar un cáncer, las incomodidades que puede causar una cardiopatía o cualquier enfermedad metabólica, ¿qué debo hacer? Seguramente tendré que aprender a comer bien, deberé vigilar mi estrés, procuraré tener unas relaciones intensas con mi gente… y seguir las indicaciones de los profesionales también.

Hacernos responsables de nuestro bienestar… Repaso las notas de la libreta. Tacho algunas cuestiones y anoto una primera observación: «No todo depende de los médicos». Rosa Armengol y Fèlix Castillo me están diciendo que no todo depende de los médicos y que yo soy responsable de mi salud y que con mi actitud puedo contribuir al bienestar de las personas que dependen de mí. Lo he entendido. ¿Pero qué significa todo esto del mundo por descubrir?

RA: Todo gira en torno a la misma idea de ser capaces … Cuando hablamos de un mundo por descubrir nos referimos a que hay un montón de cosas que podemos aprender, poner en práctica, aplicar, y que pueden mejorar nuestra bienestar.

¿Gestionar nuestras emociones, por ejemplo?

RA: Es un ejemplo. Ya sé que este discurso puede chocar, o sonar extraño, a personas con una mentalidad muy racional de la vida…

FC: Muchas de nuestras experiencias son subjetivas y, si son subjetivas, significa que las podemos gestionar ocupándonos de nuestra subjetividad. Esto es una realidad. Os pongo un ejemplo.

Diga, diga…

FC: El sufrimiento es una experiencia subjetiva. Todos sabemos que cuando el sufrimiento y el dolor se juntan la sensación de malestar se intensifica. Si separamos el sufrimiento, que es la impresión subjetiva del dolor físico, nos daremos cuenta de que nuestro malestar se reduce. Al aceptar el sufrimiento sólo nos queda el dolor físico, que lo podremos tratar con menos medicación.

Hago una nueva anotación. Mientras escribo, Rosa Armengol sigue el hilo de la conversación de Fèlix Castillo.

¡Vivir o ser vivido! ¡Vivir o ser vivida!

RA: Hay padres que nos visitan muy preocupados. Cuando hablamos nos dicen: ‘»Es que no quiero que mi hijo sufra.» Está bien, pero la pregunta que me hago siempre es quien sufre. ¿Es él -el hijo- o eres tú -el padre, la madre- quien sufre?

Somos nosotros los que pensamos ”¿cómo que ha nacido con una cardiopatía su vida debe ser diferente?”

RA: Sí, y lo digo porque hemos observado que los jóvenes, los chicos y las chicas con cardiopatía congénita, viven la cardiopatía con una normalidad que nos sorprende. No se identifican como personas con una discapacidad. Los padres nos dicen: «Es que me han dicho que mi hijo… «. ¡Es que me han dicho! Y nosotros les preguntamos: «Te han dicho que… Pero, ¿Y tú? ¿Cómo ves a tu hijo? «.

FC: Cuando una persona con una malformación, una patología o una enfermedad decide ‘ser vivida por’ su enfermedad, entonces, es la enfermedad la que define su vida. Son personas que dicen: «Me ha ocurrido esto, a mí. ¿Qué quieres que haga…? »

Lo oímos decir muy a menudo. «Me ha ocurrido esto. No puedo hacer nada… «Yo mismo…”

FC: Cuando reaccionamos así «somos vividos» por las circunstancias: la cabeza, el trabajo que no me gusta, la madre que me ha tocado o la mujer que no me quiere. No responden a las circunstancias, a la realidad, sino que las circunstancias se convierten en la vida de estas personas.

De acuerdo…

FC: … y eso es muy alienante. Mi vida es vivida por agentes externos. Yo no la vivo. No soy el autor de mi vida… lo es la enfermedad.

Pero hay momentos en que no puede…

FC: Cuidado con decir «no puedo». «Llegas a un punto que dices: No puedo hacer nada”. Y no es cierto. Hay muy pocas cosas que no podamos hacer, poquísimas, ínfimas, tanto en el ámbito del cambio personal como del social. La realidad es que no queremos hacer nada. Yo he dejado de decir no puedo, porque esto es una trampa.

¿Y qué es lo que podemos hacer en estos casos que sentimos que no podemos hacer nada?

FC: Acepta tu experiencia y decide cómo respondes, pero acepta la experiencia. En lugar de decir que no puedes, deberías decir que no quieres. Acepto que hay cosas que ya me están bien, me resultan cómodas, y por tanto, no hago nada, pero acepto mi responsabilidad. Siempre hay partes de la experiencia que dependen de mí. Y si me dedico… así recupero capacidad y fuerza interior.

No hago nada porque en el fondo ya me está bien…

FC: Aceptas tu parte de responsabilidad. ¿No sé si conocíais a un chico joven que va en silla de ruedas que viaja por todo el mundo con sólo veinte euros en el bolsillo? Si lo has visto alguna vez habréis querido saber, ¿Pero cómo lo ha conseguido, cómo lo ha hecho?

Albert Casals, sí. Se ha hecho un documental de uno de sus viajes…

FC: Le oyes hablar y dices: «¿De dónde ha salido?» Este joven no se ha dejado vivir por las circunstancia

RA: Tendremos que hablar de la familia y de la educación, lo que enseñamos a nuestros hijos, de nuestro ejemplo. Me gustaría saber si no los estamos convirtiendo en proyectos de cosas: estudiarás, te comprarás un coche… Todo esto está muy bien, ¿Pero hemos pensado si todo esto les hará felices?

FC: Esto de guiarse por las expectativas de los padres o los amigos está bien cuando eres pequeño, pero cuando creces tienes que ser más fiel y leal a ti mismo. Nuevamente, surge la «responsabilidad». Y ahora, además, no vale decir «no puedo».

FC: Escucha, Jaume. La experiencia no es lo que me pasa a mí, o a ti, sino la respuesta que cada uno de nosotros damos a lo que nos pasa. Alguien escribió: «Quien mira hacia fuera, sueña. Quien mira hacia dentro, conoce”. Fue Carl Gustav Jung. Si no contacto conmigo mismo no vivo mi vida.

«Escuchar» las sensaciones

Echo un nuevo vistazo a la libreta. Me he dado cuenta de que hay más palabras que expresan emociones negativas que positivas. Pregunto a Fèlix Castillo si está de acuerdo.

FC: ¿Conoce la serie Lay to me (Miénteme)? Trata de un psicólogo que es capaz de detectar los mentirosos por medio de los «microgestos» de la cara. La gente que estudia la microgestualidad dice que los pequeños gestos de la cara expresan siete emociones básicas. Cinco son negativas, una neutra y una positiva.

¿Y cuáles son las siete emociones básicas?

FC: Las negativas son la rabia, el miedo, el asco, el desprecio y la tristeza; la alegría es la positiva y la neutra, la sorpresa. Todo el resto deriva de éstas, o de combinaciones de éstas.

¿Cómo es que hay más variedad entre las negativas que en las positivas? ¿Se sabe esto?

FC: Pensemos de dónde venimos. En nuestra larga evolución de dos millones y medio de años de especie humana, lo importante era detectar los peligros. Buena parte de nuestra evolución hemos sido presas y sólo recientemente nos hemos convertido en depredadores.

Así que tenemos un cerebro bien preparado para detectar los peligros…

FC: Y para librarse de ellos. De natural, los humanos somos seres que tendemos a ser paranoicos. La apuesta, como especie, es aprender a no dejarnos arrastrar por las emociones negativas a las que tendemos y cultivar conscientemente las positivas.

¡Que sólo hay una: la alegría!

FC: Y las que surgen después, o a partir, de la alegría, y que tienen que ver con la curiosidad por las cosas o con la plenitud, por ejemplo. Aunque la idea de plenitud es una idea más bien cultural. Pero se han de cultivar conscientemente. Lo que suele aparecer primariamente en nuestra atención es el miedo, la rabia, etc.

Fèlix hace una pausa breve.

FC: De todos modos, os diré que ha habido un exceso de énfasis en las emociones. Es importante tener presente las emociones, pero creo que hemos exagerado. Antonio Damasio, que es un gran neurofisiólogo, dice que la base de la inteligencia humana y de la mente humana son las sensaciones.

¡Las sensaciones!

FC: El feto, en el vientre materno, recibe sensaciones y a través de una operación básica de si o no considera que una sensación le resulta agradable y otra no.

Eso sí. Esto no. Me gusta, no me gusta…

FC: Constantemente. Cualquier pensamiento y cualquier emoción tienen una huella sensorial. Y si es así, ¿por qué no nos empezamos a preguntar qué te dicen tus sensaciones?

Rosa Armengol escuchaba a Félix con atención. Ahora añade…

RA: Nos sugieres que escuchemos nuestro cuerpo. ¿Qué dice tu cuerpo de lo que estás viviendo?

FC: Exacto. Las emociones son ya una elaboración de las sensaciones. Deberíamos pensar más en las sensaciones, menos en los pensamientos y algo menos en las emociones.

Me gusta. No me gusta. Me gusta, no me gusta. ¿Qué me dice el cuerpo? ¡Empiezo a pensar que en este mundo por descubrir voy a tener mucho trabajo! Tendré pocos lugares donde esconderme. Vivir y no «ser vivido por las circunstancias”. Aceptar que no queremos cambiar en vez de decir que no quiero cambiar porque ya me está bien. Y para remachar el clavo «ser fiel a ti mismo, o a ti misma”.

Rosa Armengol insiste en que en la tarea de AACIC CorAvant: «Tratamos de dar herramientas a la persona para que recobre su capacidad de control. Si una persona pasa por una situación que no acepta, tratamos que la persona se sienta capacitada para aceptarla. »

Fèlix Castillo añade:

«Las respuestas adaptativas, aquellas actitudes nuestras que nos ayudan a superar las circunstancias que la vida nos pone delante, a menudo no van unidas al saber médico, que está demasiado centrado en los aspectos mecánicos, más causalista de la enfermedad. Cosas como el amor, sentirse parte de, sentir que tienes energía y ganas de vivir, aunque estés enfermo, tiene que ver con circunstancias que no son técnicas. Tiene que ver con circunstancias culturales o espirituales, si queremos dar presencia a esta dimensión. El hecho de vivir el momento es una respuesta adaptativa útil. »

Fèlix Castillo: desconectados, nos convertimos en esclavos.
«Si no me conecto conmigo mismo, no vivo mi vida», dice Fèlix Castillo.

Somos seres sociales que nos sentimos bien conectados con los demás y con nosotros mismos, pero las tendencias actuales hacen que nos aislemos y nos desconectemos de nosotros mismos. Estamos conectados constantemente a estímulos externos, pero estamos desconectados del otro, porque estamos desconectados de la experiencia interna, y de la naturaleza. Si nos desconectamos de nosotros mismos nos convertimos en más manipulables.

La naturaleza se ha convertido en algo ajeno. Y sin la naturaleza, por muy urbanitas que digamos ser no somos nada. Todo lo que generamos como residuo debe reutilizarse. Las cosas no desaparecen por arte de magia. ¡Esto, una persona que vive conectada con la naturaleza lo tiene clarísimo! Cada vez se habla más de «permacultura», cultura permanente. El cultivo permanente es el que se autogenera, que no necesita fertilizante, ni un trabajo excesivo.

Quizás antes estábamos más conectados con el entorno y con los demás. No había excesivos estímulos externos. Ahora es muy difícil mantenerse, porque tenemos estímulos constantes. La atención se va hacia fuera. Es la nueva esclavitud. Nos hemos convertido en esclavos de aquellas fuerzas que nos proponen constantemente estímulos externos.

Pero estamos en un proceso de cambio quizás no de una manera muy evidente todavía, pero tiene una fuerza subterránea enorme. Somos una sola gente, raza y una unidad con la tierra. Todo está interconectado. Somos porque ‘intersomos’. La conexión es la clave: con nosotros, con la naturaleza y con los demás.